miércoles, 26 de diciembre de 2007

Entrevista con Martí Gironell ("El puente de los judíos / El pont dels jueus")

Martí Gironell nació en 1971 en Besalú (Gerona). Es licenciado en Filología Inglesa y Periodismo, profesión que ejerce actualmente en la televisión autonómica de Cataluña, TV3. Parte de su juventud la pasó haciendo de guía turístico de Besalú, por lo que es un gran conocedor de su la ciudad donde nació y de la que se narran los hechos históricos de su novela El puente de los judíos (El Andén, 2007).

Anteriormente publicó La ciudad de las sonrisas, un libro donde explica sus experiencias en sus viajes a Bombay, por lo que El puente de los judíos es su primera incursión en la narrativa.

Esta novela ha sido un éxito rotundo en su edición en catalán y ahora la editorial El Andén ha publicado la correspondiente traducción al castellano para llegar a un público lector más amplio. Hablamos con Martí Gironell sobre este éxito literario.

ENTREVISTA DE MANEL HARO A MARTÍ GIRONELL

Realizada en Septiembre de 2007

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Martí, tú que has nacido en Besalú y has pasado allí tu adolescencia, donde además fuiste guía turístico, ¿en qué momento te surge la idea de escribir una novela sobre tu ciudad?
No sabría decirte el momento, pero dado que me gusta mucho la historia y Besalú y además soy bastante imaginativo, pensé cómo debía ser aquella época y cómo debía ser la persona que hizo el puente. Me pregunté cómo era la gente que durante aquella época, en que Besalú era un condado potente, vivía en esas calles que todavía pueden pisarse. Empecé a documentarme y a ponerme en contacto con historiadores y gente que pudiese adentrarme en aquella época para yo poder recoger toda la información y trasladarla a una novela. Quería que la gente pudiera entrar en el Besalú medieval, del siglo XI. Eso debió pasar hace unos cinco años, que es cuando empecé a buscar documentación y ponerme en serio con la intención de acabar algún día una novela con el puente como protagonista.
Supongo que a medida que ibas escribiendo la novela, ibas recordando tus años de infancia y adolescencia en Besalú.
Sí, en cierta manera no deja de ser una invitación a los lectores a que se paseen por las calles que tenían otra vida, otro aire, habitadas por otra gente… En los veranos, semana santa, fines de semana y puentes, cuando yo hacía de guía con quince o dieciséis años, la idea era intentar transmitir del mejor modo posible cómo era el Besalú del siglo XI. Entonces tenía unas nociones muy básicas: la historia de lo que debía visitar la gente, los datos de los monumentos, etc. Pero como siempre me ha gustado la comunicación y el contacto con la gente, también les ayudaba a que se imaginaran cómo era la ciudad en la época en que llegaron los judíos, dónde tocaba el río, cómo eran los baños judíos… Sí, ha sido como retroceder en el tiempo, me veo como en aquella etapa de guía. A veces se hacen clubs de lectura, que son lectores de El puente de los judíos que vienen a recorrer Besalú conmigo por los escenarios del pueblo para que puedan entrar de pleno en aquella época y en esta historia.
¿Y qué es lo que queda todavía de ese Besalú del siglo XI que nos narras en la novela?
Queda toda la parte de los baños judíos, el puente, el monasterio, la iglesia, la estructura del casco antiguo y poco más. Besalú fue una capital de condado, importante y poderosa, con capacidad y poder de decisión en un pueblo de 3.000 habitantes. Ahora la ciudad es conocida y ha logrado, en los últimos quince años, situarse en el mapa, que gente de todo el mundo sepa dónde está Besalú. Todo gracias al pasado medieval que tiene, es la forma de conectar la Besalú medieval con la actual. Es la posibilidad de viajar al pasado paseando actualmente por las calles, yendo a algún restaurante y probando alguna receta medieval, que se han recuperado muchas. Puedes entrar en aquella época, saber qué comían, qué gustos tenían aquellos que estaban ahí hace muchos años... Lo que se intenta es que eso no se pierda y sacar un buen rendimiento.
La verdad es que una vez leída la novela, dan ganas de ir a Besalú.
Sí, es una de las cosas que más ilusión me hace, cuando la gente lee el libro y te dice que tiene ganas de ir allí y pasear bajo el puente y por todas las zonas que la trama recorre…
Martí, ¿por qué has decidido que la historia principal, la de Primo e Ítram, estuviera dentro de otra historia, la de Pedro Baró, en lugar de narrar solamente la principal, que es la importante?
Porque aunque sea una novela y, por lo tanto, una recreación, lo que quería hacer es algo que se acercara a la realidad lo máximo posible. El problema es que hay pocos documentos de aquella época y todo lo que hay lo he utilizado para el libro, por lo que el resto de lagunas los he debido imaginar y recrear. Lo que me fue bien es que encontré personajes reales, que conectaban muy bien la Historia con la historia de la novela. Uno de ellos es Pedro Baró, que es uno de los últimos hallazgos que se hicieron; se encontró el documento que abre el libro, que dice que en 1716 se contrató los servicios de este maestro de Perpiñán. Era una buena manera de conectar la realidad y la ficción. Una persona que llega, que reconstruye un puente que fue originariamente levantado hacía 250 ó 300 años atrás, era una buena manera de entrar en la época, situando personajes reales y ficticios. Por ejemplo, de la persona que construyó el puente original de Besalú, sabemos que venía de la Lombardía, pero no sé si se llamaba Primo o Humberto, así que el nombre se lo pongo yo. Lo que sí sabemos es que llegó, se quedó, creó escuela, se encontró con la comunidad judía, tuvo muchos impedimentos, hubo alguien en Empúries que estaba siempre guerreando contra Besalú, etc. La combinación de Historia y ficción era lo que me interesaba, eso es lo que cuento en las notas del final, es decir, que la gente no se lo tome como un libro para aprender historia, sino que lo coja para pasarlo bien y, de paso, aprender algunos datos históricos de Besalú.
Recuerdo que el día antes del Día del Libro (23 de abril) en el informativo de TV3 se emitió una pequeña pieza donde salíais Francesc Miralles y tú, y en el que se decía que estabais luchando por encontrar un hueco por donde colaros en el mundo de la literatura, lo cual era muy difícil. Al día siguiente, Día del Libro, resulta que arrasas.
Sí, yo buscaba que a la gente le gustara, que se lo recomendaran los unos a los otros, que es lo que hace que tú y yo estemos ahora hablando de este libro. Era mi deseo y se hizo realidad, el drama hubiese sido que la gente hubiese pasado del libro y al cabo de quince días ya nadie recordara que había un libro que se llamaba El puente de los judíos, y que pretendía novelar la construcción del puente de Besalú. Afortunadamente no ha sido así porque a los libreros les ha gustado la novela y lo han recomendado a sus clientes y los lectores han hecho eso tan bueno que es el boca a oreja. Eso hace que hablemos de once ediciones en catalán, siete en castellano, la traducción al italiano, al portugués, y esperemos que en Frankfurt podamos ir ligando otras traducciones, que hay países que se lo están leyendo y que están esperando a la Feria de Frankfurt para dar el sí o el no, como Francia, Alemania, Grecia, Holanda, Inglaterra… Claro, lo que ha pasado desde el Día del Libro hasta aquí ha superado mis expectativas. Yo quería encontrar un hueco en un mundo literario complicado, donde se publican tantos libros, sobre todo para esas fechas.
Desde luego, debes estar satisfecho.
Evidentemente, hace casi cinco años empecé a trabajar en este libro poco a poco, ya que mi trabajo es otro, en medio pude hacer un libro sobre una experiencia de dos veranos con una ONG en Bombay, que todavía funciona y estoy muy contento porque los beneficios son para la ONG. Pero, como ya digo, lo iba haciendo poco a poco porque me hacía ilusión, me divertía documentarme y escribir y recrear una historia en el Besalú medieval y por nada del mundo te imaginas que vaya a pasar lo que ha pasado. Claro que lo deseas, pero veintiséis semanas en el número uno de las más vendidos en catalán… Si me lo hubiesen dicho, no me lo hubiese creído.
Supongo que el principal handicap para escribir esta novela es la falta de documentación.
Sí, pero siendo una novela, donde lo que haces es una recreación, no debes ceñirte a una historia cien por cien cierta, sino que puedes inventarte cosas, pero que sean creíbles. Si no encuentras documentación, recurres a lo que han dicho los historiadores o lo que han ido diciendo de forma popular… Donde la documentación no llegaba, lo hacía la imaginación. Yo no he hecho una novela histórica, sino una novela de aventuras con un trasfondo histórico, por lo que eso te permite jugar con la realidad y la ficción. Es una novela, no un libro de ensayo. Por eso tenía interés en avisar al lector al final qué es verdad y qué mentira de lo que acaba de leer.
¿Los pasajes donde incluyes algunos elementos fantásticos, forman parte de las leyendas de Besalú o proviene de tu imaginación?
Algunas cosas sí vienen de las leyendas populares y éste fue uno de los puntos con más tira y afloja entre la gente a la que dejé el libro para leer y los historiadores. Algunos de estos puntos fantásticos a algunos les gustaba, pero a otros les molestaba. Entonces intenté encontrar un punto medio. Por ejemplo, el bosque de los Queirons decidí ponerlo, porque es un bosque que hay en una montaña muy tétrica, cerca de casa. Utilizo la conversación que Primo oye un día de un mercader que llega a la caverna, para que cuando oiga unos ruidos, se piense que es un Queiró, un monstruo del bosque, pero luego resulta ser un terremoto. También la lengua de agua que sale del río, que es el dios Numen, y que parece ser una invocación maligna, no es más que una manguera de agua que expulsa el río. Todo esto es una tradición popular y oral de la superstición que tenía le gente y me interesaba ponerla para que el lector supiera cómo eran y cómo pensaban los que vivían en Besalú en la Edad Media.
Martí, al leer la novela, uno tiene la sensación de que, si hubieses querido, podría haber tenido seiscientas páginas, podrías haber alargado ciertos pasajes. En cambio, has preferido que la novela sea más ágil, más corta.
Sí, mi intención era hacer una novela que se pudiera leer, no solo para los que están acostumbrados a la lectura, sino también para los que no lo están. Quería que fuera una novela para los amantes de lo histórico, para los que estén interesados en el tema de los judíos… es decir, llegar a cuanta más gente, mejor. Lo que tenía claro es que debía escribir con un lenguaje sencillo, con capítulos cortos y accesibles. Además, también temía que me quedara una novela muy larga con demasiados personajes y yo no supiera hacerlo bien y se me quedaran aspectos colgados. Prefería matar las cosas y no alargarme para no pecar de hacer algo enorme y que fuera insoportable. Quería hacer algo fácil, aunque a veces hacer las cosas fáciles resulta difícil y a la vez interesante. Muchos pueden pensar que podría haber alargado la novela con doscientas páginas más, pero quizá no hubiese gustado tanto o quizá se hubiesen perdido, etc. Por lo tanto, preferí ser cauto y no pasarme, además tenía ganas de acabar la novela y poder leerla toda de un tirón. Mejor que te digan que se le has hecho corto, que lo contrario.
Cuando uno lee una novela de género histórico, es fácil que haya comparaciones con otros libros publicados. Por ejemplo, seguro que cuando el lector lee El puente de los judíos, no puede evitar pensar en La catedral del mar. Me gustaría remarcar que no es que hayas aprovechado el boom de La catedral del mar para escribir tu novela, sino que cuando se publica la obra de Falcones, tú ya llevas unos cuantos años trabajando en la tuya.
Claro, yo hace casi cinco años empecé a trabajar en el tema y además yo soy incapaz de escribir una novela de un año para otro. El interés de los lectores más el interés del ámbito editorial ha hecho que El puente de los judíos pueda funcionar. Además hay que tener en cuenta que a la gente cada vez le gusta más leer historias que pasen alrededor nuestro y no tener que ir a buscarlas a Francia o Inglaterra. Los lectores prefieren que les hablen de territorio cercanos, como Besalú. Pero ya te digo, que cuando aparece La catedral del mar yo ya hacía años que trabajaba en El puente de los judíos.
Martí, hay un valor añadido en el éxito de tu novela, y es que ese hueco que encuentras en el mundo de la literatura, lo haces en un momento difícil, donde coincide precisamente un año de éxitos de La catedral del mar con la publicación de novelas como El sello del algebrista, de Maeso de la Torre, que también habla de Besalú, además de que es el momento de mayor oferta editorial…
Claro, era difícil porque hay muchas novelas de este tipo y que se fijen en la mía, me hace estar orgulloso y contento. La verdad es que todavía no entiendo este éxito, supongo que se han sumado una serie de factores. Yo no creo que los lectores vengan a El puente de los judíos a buscar algo como La catedral del mar, porque ésta todavía se vende y mucho, y además porque son diferentes. Lo único parecido es que se basa en la construcción de una obra civil, en mi caso es un puente y en el otro es una iglesia, que salen judíos y que ocurre todo en la época medieval, aunque la mía sucede en el siglo XI y la de Falcones en el XIV. Además, en una novela se habla de un pequeño condado como Besalú y en la otra es Barcelona, mucho más grande. Es decir, tienen puntos en común, pero muchas cosas son diferentes, claro. Yo he preferido que sea de un ritmo más rápido y en La catedral del mar se explica todo mucho mejor, con más detalle y por eso tiene tantas páginas. Pero volviendo a tu pregunta, sí es verdad que era difícil destacar porque hay muchos libros publicados, no esperaba que funcionara también. Por ejemplo, en el resto de España se están haciendo varias ediciones, los de la editorial El Andén están también sorprendidos, porque es difícil vender un autor catalán y una obra catalana al resto de España, pero con El puente de los judíos todo está yendo muy bien. Por lo tanto, es un placer estar con una primera novela entre nombres tan importantes como Falcones, Maeso de la Torre, Mássimo Manfredi… ¡Es fantástico!

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