lunes, 29 de noviembre de 2010

Entrevista con Carmen Amoraga, finalista del Premio Planeta 2010


Entrevistar a Carmen Amoraga, recién finalista del Premio Planeta, es como reunirse con una colega en alguna cafetería de cualquier barrio: se pone cómoda en el asiento, se pide una Coca-Cola light y arranca a hablar de sus inquietudes como si nos conociésemos de toda la vida (y lo curioso es que uno realmente tiene la sensación de conocerla de siempre). Su naturalidad, esa que muestra en sus novelas, hace de ella una persona accesible, poco dada a los artificios. Tras ser finalista del Nadal en 2007 con Algo tan parecido al amor, ahora presenta El tiempo mientras tanto, novela con la segunda edición ya en marcha y que gira en torno a diferentes personajes que se replantean si han tenido la vida que ellos querían mientras ven cómo lentamente la joven María José, en coma irreversible por un accidente de coche, se está muriendo.

"Espero que esta novela sirva para que mi hija se plantee las mismas cosas que me he planteado yo con mis padres"


Manel Haro. Barcelona
(Texto y foto) [Publicada en Llegir en cas d'incendi]

Hace unos años dijo que se presentó al Nadal con la esperanza de que alguien leyera su novela, hiciera un buen informe y la pudiera publicar después del premio, pero consiguió ser finalista. Supongo que al Planeta se ha presentado con más seguridad...

Sí, esta vez iba más segura y confiaba en llegar a las diez novelas finalistas, porque ésta es una novela que me gusta mucho. Supongo que escribimos lo que nos gusta leer y si yo no fuera la autora de esta novela, sé que me gustaría, sin ser presuntuosa. De todos modos, no esperaba llegar tan lejos.

¿Sabe si Eduardo Mendoza ya se ha leído su novela
?

Sí y es algo que le preocupaba. Temía que no le gustara mi libro porque nos esperaban unos cuantos días juntos de promoción y le daba un poco de reparo estar tanto tiempo con una escritora cuya novela no le había gustado. Pero la leyó, la gustó y me dejó un mensaje en el contestador, tan largo que agotó el tiempo de grabación y luego tuve que llamarle. La verdad es que se tomó muy en serio lo de instruirme literariamente. Me da muchos consejos y ahora puedo decir que Eduardo Mendoza es mi maestro.

Permítame la curiosidad... ¿cómo es Eduardo Mendoza en persona?


¡Es muy bienpensado! Incluso se le ve inocente, en el buen sentido de la palabra. Desde el primer momento Mendoza me ha mostrado una calidad humana, además de la literaria, que ha sido para mí como un máster de literatura y de vida. Conocía al escritor, pero no a la persona y solamente por cómo se desenvuelve, me ha hecho aprender mucho y, probablemente, sin que él lo sepa.

Decía Mendoza en una entrevista hace poco que el Planeta no se encarga, pero se sugiere. ¿A usted la sugirieron?

No, yo acabé de escribir mi novela cuando quedaba poco para que se cerrara el plazo del premio, así que hablé con mi editorial, Destino, y le pregunté si le importaba que probara con el Planeta y me dijeron que adelante. El plazo acababa el día 15 y yo la mandé el 14, aunque, eso sí, con pseudónimo, no fuese que no ganara (ríe).

En Algo tan parecido al amor, la novela con la que fue finalista del Nadal, los personajes se parecían bastante, pero en este caso cada historia, aun tratando un tema parecido, es muy diferente una de otra.

Sí, es verdad que en mi anterior novela los personajes eran bastante parecidos, pero supongo que era por una cuestión de observación de mi entorno y quizá no me di cuenta de que en la literatura se acusaba. Aunque la observación sea la vida, la literatura no tiene que reflejar necesariamente esa vida. Espero haber aprendido del error... (sonríe).

¿Se siente más implicada personalmente con esta novela que con las otras anteriores?

No, personalmente estaba más implicada con Algo tan parecido al amor, porque en ese momento, a mi alrededor, era rara la relación que no fuese de tres personas, pero emocionalmente estoy más implicada con El tiempo mientras tanto. Esta novela me ha servido para replantearme la relación con mis padres, que era muy buena, pero los he podido ver como personas y no solo como padres, y lo mismo me ha pasado con mi hija: espero que, con este libro, ella pueda verme en el futuro como persona también y se plantee las cosas que yo me planteo ahora.

A fin de cuentas, lo importante en esta novela es la reflexión que cada uno de los personajes hace consigo mismo...


Claro. A través de lo que le pasa a María José, los demás personajes entablan un diálogo con ellos mismos y es cuando se dan cuenta de los errores que han cometido, a los que ellos mismos se han llevado. A partir de ahí es cuando cada uno se dará cuenta de en lo que ha acertado en su vida, en lo que ha fallado o lo que podría haber cambiado.

Tengo entendido que para escribir la novela, entró usted en algún hospital para observar.

Sí, fui para ver lo que ocurría realmente en un hospital y ahí te das cuenta de muchas cosas: por ejemplo, ves a aquellos que han sufrido un accidente y están aprendiendo a vivir de otra manera, pero también ves a los que van allí a morir y se sienten contentos de saber que todavía siguen vivos. Hubo un momento, al marcharme del hospital, en que tenía a un lado la puerta que daba al jardín y al otro la del mortuorio. Ahí reflexioné mucho y en la novela aparece esa situación.

¿No teme que alguien busque semejanzas con Hable con ella, la película de Almodóvar?

Por esa razón he decidido citar directamente la película en la novela, para evitar comparaciones, porque El tiempo mientras tanto no trata sobre una chica en coma, sino en los personajes que están a su alrededor. María José es la excusa. Y, desde luego, no me he inspirado en Hable con ella, pero por si acaso alguien lo pensaba, preferí citar (sonríe).

En
Algo tan parecido al amor sus personajes femeninos utilizaban mucho la expresión "no soy tan hija de puta como para...", pero en El tiempo mientras tanto han pasado a "soy la hija de la gran puta que". No sé si es que al ser el Planeta, había que ir a lo grande...

(Ríe) No, no, la verdad no sé por qué me ha salido así. La expresión esa de "no soy tan hija de puta como para..." la oía mucho hace tiempo en mi barrio, incluso yo misma la decía, cuando estaba en el lado de las amantes. Vaya, que no por estar en ese vértice del triángulo había que serlo...

Tanto en esta novela como en la anterior, hay una contraposición entre diferentes generaciones: por un lado, la de las personas ya mayores que aguantan más los achaques del matrimonio, y por otro la de aquellos que se separan o divorcian más fácilmente...

¡Demasiado fácilmente!

...¿entonces cómo ve el futuro de la generación de su hija?

Me gustaría que hubiese un equilibrio entre la generación de mi madre, que aguantaban lo inaguantable, y la generación mía, donde a la mínima cada uno va por su lado. Supongo que las personas de mi edad creemos en los príncipes azules y parece que cuando el príncipe destiñe un poco, ya lo tenemos que apartar, y no debería ser así. Espero que la generación de mi hija no cometa ese error, yo creo en las segundas oportunidades y creo que de los errores se aprende y nos ayudan a crecer como personas.

¿Por qué todavía se estila eso de poner etiquetas de literatura para mujeres?

Yo me cabreo mucho cuando me dicen eso. Mendoza me dijo que esta novela sólo podría haber sido escrita por una mujer, pero eso no quiere decir que esté escrita solamente para mujeres. ¿O es que un alemán sólo escribe para alemanes? Los encasillamientos no son buenos, pero eso siempre es cosa de los lectores. Son ellos los que nos ponen en un lugar u otro, aunque luego ocurren cosas extrañas, como que en una librería de Alcoi una mujer preguntase que si al comprarse la novela, le regalaban la cafetera de la portada (ríe).

Finalista del Nadal, finalista del Planeta... ¿a por cuál va ahora?

Lo primero es que ahora tengo la responsabilidad conmigo misma de centrarme más en la literatura y de no dejar tanto margen al azar. La carrera de un escritor es a largo plazo y hay que demostrarlo novela a novela, porque aunque éste es mi quinto libro, para muchos lectores va a ser el primero y hay que pensar en ellos también.

Ha llegado usted a la segunda edición de la novela en muy poco tiempo. Algo me dice que dentro de unos años, Carmen Amoraga ganará el Premio Planeta...

Supongo que algún año me volveré a presentar (ríe), aunque esas cosas no se planifican con tanto tiempo. Yo seguiré escribiendo y en función de los plazos, lo pensaré, pero no me lo planteo para la siguiente novela, desde luego.


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1 comentarios:

Geles Calderón dijo...

Estoy empapándome bien de todo los trabajos que hasta el momento tiene Carmen en el mercado, y me temo que me voy a 'enganchar' a su literatura, lo cuál es terrible, porque si es cómo apunta leeré sus libros con voracidad y... ¡querré más! ;) Algo así me pasa con Ángela Becerra, hace tiempo que ansío otro libro de ella, y es que escritoras así, amigas mías: ¡dan sed de sus letras!

Ya sé qué me voy a pedir para reyes ;)

Saludos.

Geles Calderón