Zoé Valdés es pintora, poeta y novelista. Algunos poemarios suyos son Vagón para fumadores (Lumen, 1996), Cuerdas para el lince (Lumen, 1999) o Breve beso de la espera (Lumen, 2002). Ha escrito cuentos para niños, como Luna en el cafetal (Everest, 2003) o Los aretes de la luna (Everest, 1998). Pero, sin duda, es más conocida por su faceta novelística con títulos como Sangre azul (Emecé, 1996), La nada cotidiana (Emecé 1996) o Querido primer novio (Planeta, 1999).
Ha ganado varios premios, como el Premio de Novela Fernando Lara 2003 con Lobas de mar, el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja con La eternidad del instante y en 1996 fue Finalista del Premio Planeta con Te di la vida entera.
Acaba de publicar en Plaza & Janés La cazadora de astros, una novela autobiográfica en la que no solo se retrata a ella misma, sino que ahonda en la vida de una pintora surrealista tan impresionante como olvidada: Remedios Varo.
ENTREVISTA DE MANEL HARO A ZOÉ VALDÉS
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Zoé, ¿por qué decides escribir una novela sobre Remedios Varo?
Fue a través de su obra. Yo tengo muchos amigos pintores, a mí me interesa la pintura, yo misma pinto, aunque no tengo ninguna pretensión, pinto porque me hace sentir bien. Uno de estos amigos me descubrió un catálogo en el que vi la obra de ella y descubrí que no solamente era una excelente pintora con una técnica exquisita, sino que además tenía un mundo interior muy ligado a su obra. Cada cuadro narra una historia, en cada cuadro hay una novela. A partir de ahí empecé a investigar y a leer sobre ella.
Yo soy más bien una escritora que prefiero salir de los libros, prefiero imaginar y el misterio antes que ir a hacer comprobaciones periodísticas. Eso no significa que no respete a ese tipo de escritores, sí los respeto, Tom Wolfe, por ejemplo, es un escritor y periodista que tiene un gran valor y que admiro mucho, pero mi caso es diferente. A través de lo que había escrito sobre ella, la biografía que escribió Janet Kaplan, los libros que cito en la novela y, sobre todo, el libro de Beatriz Varo, su sobrina, un libro muy cercano, empiezo a novelar algunos de los momentos y pasajes de su vida que me interesaban; los tomé con una lupa y los amplié. Todo contado por una escritora, que tiene mucho de autobiografía.
Desde luego es una novela muy autobiográfica, porque incluso la forma en que la protagonista conoce la obra de Remedios Varo es idéntica a la tuya.
Exacto, sí, es la misma forma.
En la novela se dice que en su momento fue una pintora infravalorada, hasta que Rivera dice que es una de las grandes pintoras surrealistas. También lo dice Breton.
Sí, ella era una exiliada, eso te quita mucha fuerza de soporte y apoyo que puedas recibir de los demás. Después ella llega de la mano de Benjamin Péret, es una entrada por la puerta grande, pero al mismo tiempo llega como una pintora que pertenecía al logicofobismo, al noucentismo de Barcelona, que había escapado de una guerra… Hay un reconocimiento más político que artístico, pero ella lo que quería el reconocimiento artístico, trabajaba mucho, pinta, dibuja, es una de las creadoras del tarot surrealista… Su vida está muy vinculada al arte porque, como ella decía, no vale la pena vivir la vida sin arte. No fue valorada en su momento aunque, como tú dices, Breton, cuando muere ella, reconoce que es una de las grandes figuras del surrealismo.
A Remedios Varo le interesaba sobre todo el proceso de creación y no tanto la posesión de sus cuadros, porque una vez los pintaba tenía facilidad para desprenderse de ellos, los regalaba a amigos.
Sí, hacía muchos regalos, en eso nos parecemos mucho ella y yo (risas), con una gran diferencia: mis cuadros no valen lo que valen los de ella. Era una mujer muy generosa, en esas dos grandes exposiciones que tuvo en México antes de su muerte, vendió mucho.
Hay una gran cantidad de coleccionistas que conservan sus obras, entre ellos creo que se encuentra Madonna, que es una gran coleccionista de Frida Kahlo y de Remedios Varo, e incluso la cantante hizo un videoclip inspirado en la obra de ella, se llama bedtime y se puede ver en youtube o en mi página.
Remedios Varo fue una mujer muy trabajadora, pero tenía una conciencia más clara de la inmediatez, le interesaba la necesidad de expresión más que lo que pudiera ocurrir luego con sus cuadros.
¿Y por qué es una pintora tan olvidada actualmente?
Porque fue una exiliada, lo primero, ese es el gran problema del exilio. Y también porque probablemente el arte de ella se desarrolló en México y en Francia, donde se la considera más. Pero es muy duro que aquí no se sepa demasiado de ella, en el gremio de los escritores y artistas sí que se conoce, claro, pero esta mujer merece un pedestal en la historia del arte.
Además de pintar, también escribía…
Sí, era una gran escritora, tenía una sintaxis correcta, con un nivel de pensamiento y conceptualismo, de poesía y de expresión extraordinarios. Existe el Catálogo razonado, donde están los poemas que hizo ella sobre sus cuadros.
Antes comentabas que preferías huir de la excesiva documentación, ¿has tenido que ficcionar mucho con la figura de Remedios Varo?
Hay ficción a partir de la realidad siempre, y a partir de una realidad que es bastante surrealista. Ella tuvo una vida muy surrealista.
Zoé, hablemos de la simbología en la novela. Por ejemplo, Remedios Varo se identifica con la luna.
Sí, eso es la vitalidad de la mujer. Yo creo que la luna es el símbolo por antonomasia de la mujer, no solo físicamente, sino por el misterio, por la poesía, por la belleza, la luminosidad… La mujer es un ser de luz, pero una luz misteriosa, poética, fuerte, y a la vez de una elegancia frágil.
Todo eso lo comprendió muy bien la pintora. Hay un momento en que dice que sueña con la luna y que pare la luna, es un sueño que yo también tuve. De hecho, es un sueño que se repite en las mujeres que dependemos mucho de ese astro. Hay una relación extraña entre ese astro y el cuerpo femenino: una relación que tiene que ver con el ciclo menstrual. Es decir, hay una relación física y espiritual entre la luna y la mujer.
Y si hablamos de Zamia, la protagonista, el símbolo que la identifica es el mar, el océano.
(En ese instante, Zoé Valdés muestra una luna que lleva tatuada en la nuca, igual que la mujer de la portada de su novela e igual que la protagonista).
En la novela hay pasajes en los que describes los cuadros de Remedios Varo, ¿eras consciente cuando empezaste a escribir la novela de lo difícil que podía resultar describir una imagen tan potente como son los cuadros de esta pintora y que el lector se llevara una idea aproximada de esos cuadros?
Claro, estoy de acuerdo. Además, yo misma he entrado en mi propia obra gracias a ella. Me sentí identificada con Remedios Varo y ella me hizo descubrir muchas cosas, me salvó de muchas dudas que yo tenía. Ese es el misterio de la literatura, el misterio del arte, cuando se establece una comunicación extra dimensional, digamos que no hay dimensiones en esas cosas.
¿Hay algún escritor con el que te sientas identificada ahora mismo?
Sí, el escritor que más me toca ahora es Sándor Márai, por muchas razones: por su concepción de la vida, por cómo la vivió, el exilio, las dos guerras que vivió, los dos sistemas que fueron el fascismo y el comunismo, y por el suicidio. Casi todos los escritores estamos fascinados con el suicidio.
En la novela hay un juego de alusiones, segundas intenciones y mensajes secretos. A la protagonista, Zamia, que está escribiendo una novela sobre Remedios Varo, igual que tú, se la acusa de estar pasando un mensaje secreto contra el régimen a través de su novela.
Eso me pasó, pero no con Remedios Varo. Me pasó con Ajmatova, yo tenía un trabajo sobre ella y cuando se lo doy a una persona que consideraba una amiga, ella lo entrega a la Seguridad del Estado. Ahí se provoca una situación muy parecida a la que cuento en la novela, hubo torturas psicológicas.
A Zamia la califica el régimen castrista de pornógrafa, igual que te tildaron a ti en su momento.
Sí, voy a terminar un día por escribir una novela realmente pornógrafa. Pero voy a poner a todos los dirigentes: al ministro de cultura templando con el ministro del interior, al ministro del interior metiendo el rabo a Fidel Castro, voy a hacer realmente la novela pornógrafa que ellos se merecen (risas).
Justo así. No me permitían irme porque el embajador tenía que autorizarme. Cuando tú eres cubano y trabajas en un organismo internacional y tienes un pasaporte diplomático o un pasaporte oficial cubano, tu pasaporte te lo quitan al llegar al país, porque así tú no puedes irte a ninguna parte. Es un control inmediato.
En la novela dices “cuando cambias de lugar no cambias de vida, tu vida es tuya hasta el último segundo, y con ella arrastras tu marca de nacimiento”. Es decir, aunque te exilias, no puedes huir de ciertas cosas.
Sí, hay un poema de Kavafis que se titula Itaca, que por cierto le gustaba mucho a Cabrera Infante, que describe ese viaje que haces más allá de tu Itaca, pero cuando vuelvas, ya no es la misma. O sea, nunca vuelves al lugar que dejaste, porque el exilio es una marca que llevas para toda la vida.
En tu web, bajo una foto tuya hay una cita que dice “ella viene de una isla que quiere construir el paraíso”. ¿Si Castro sale del poder, crees que los cubanos podrán construir ese paraíso?
No, pasará mucho tiempo. Las secuelas serán largas y hay que reconstruir muchas cosas, lo más importante es la moral cubana. Me refiero a todo lo que tiene que ver con la dignidad, con el ser cubano.
Claro, porque los que se conocen son los que el régimen quiere que se conozcan. Hay muchos escritores cubanos que son buenos y que viven en Cuba, como Leonardo Padura.
Estamos hablando de Wendy Guerra…
Sí, Wendy Guerra. No quiero decir que Wendy Guerra esté al servicio del castrismo, pero que puede ser manipulada por el castrismo sí. He leído sus artículos y sé por dónde van los tiros con ella. Me pregunto si con Wendy Guerra no pasó lo mismo que lo que pasó en un momento determinado, con todo el respeto y admiración que tengo por Eduardo Mendoza, con Jorge Edwards. Una editorial americana compró los derechos de Persona non grata, esa editorial acababa de crearse y desapareció. El contrato tenía una vigencia, desde el punto de vista legal, por otra empresa, lo que provocó que Jorge Edwards no pudiera publicar durante mucho tiempo, según me contó Cabrera Infante.
Supongo que te has visto afectada por esto que dices…
A mí, por ejemplo, me están siguiendo la pista todo el tiempo. Yo hago un disco con alguien y allá va Padura a hacer otro disco con no sé quién. Todo el tiempo van por donde yo voy. Me cambio de editorial en Francia, me voy a Gallimard, y enseguida todos, que estaban en otras editoriales, se quieren venir a Gallimard. Y lo consiguen porque son fuertes, tienen un estado detrás que, en lugar de producir sus productos, le joden el trabajo a los demás. Te utilizan.
En la novela lo dices, llevas escribiendo una novela sobre Batista desde hace años, se te ocurre comentarlo una vez y enseguida aparecen otros escritores interesados en Batista.
Mira, te voy a citar un ejemplo. Yo escribí La nada cotidiana, El pie de mi padre, Te di la vida entera… todo fueron críticas violentas contra mí. Pero sale Pedro Juan Gutiérrez con una novela, que no es novela, que son cachitos, viñetas, la Trilogía sucia de La Habana y ya dicen que es el Bukowski de la literatura cubana, el más grande…
Zoé, veo que tienes mucho que contar…
Sí, porque cuando he necesitado gente para que cuide de mi familia o de mi casa, me han puesto gente para destruir a mi familia. Claro, como comprenderás, no tengo por qué callarme. Lo he sufrido yo, igual que lo sufrió Cabrera Infante, como Reinaldo Arenas que se suicidó, como Guillermo Rosales que se suicidó o Carlos Victoria que también se suicidó…
Desde luego, tienes derecho a decir lo que has sufrido.
Te pongo otro ejemplo. Si lees la novela de Wendy Guerra, que ganó un premio que solo se creó para premiarla a ella, verás que hay un personaje que se llama Cloe y que se pone sombreros en La Habana y que anda por la calle recitando poemas franceses y que además dice que quiere templarse a su marido, cosa que no es cierta, porque se refiere a mí y yo templarme a su marido nunca jamás. Por eso la he puesto en esta novela. Escribió una novela para atacarme a mí; gastan energías y dinero para joder a una persona. Yo no soy el imperialismo yanqui, yo soy una persona.
Zoé, espero que sigas luchando por ti misma y por los miles de lectores que tienes.
Sí, hay que ser fuerte, como lo era Remedios Varo.
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