miércoles, 23 de octubre de 2013

‘Bajo el signo de la esvástica’, Manuel Chaves Nogales



Una de las iniciativas que más me motivan de cualquier editorial es el empeño en recuperar textos olvidados de escritores que, o bien fueron relevantes, o bien no llegaron a serlo aunque no por falta de talento. Hablo de cuando Destino decide volver a lanzar en un volumen dos novelas de Ignacio Agustí, o de cuando Acantilado reúne las crónicas de Eugeni Xammar, o Melussina recupera a Albert Londres e Ilya Ehrenburg, o BackList piensa que Carmen de Icaza merece volver a estar en librerías o Blackie Books llega a la conclusión de que Jardiel Poncela tiene todavía mucho que ofrecer. Esto, claro está, entre otros muchos ejemplos.

Me gusta pensar que no es que las editoriales les den una segunda oportunidad a los textos (en general, estos han sido amortizados a lo largo de los años por varias generaciones de lectores), sino que la auténtica oportunidad es la que nos brindan a nosotros de poder descubrir auténticos tesoros que, de no encontrarlos en librerías de viejo, podían habernos pasado desapercibidos. Un buen ejemplo de esto es el caso de Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897 - Londres, 1944), un desconocido hasta hace unos años para muchos y que gracias a la labor de editoriales como Almuzara, Libros del Asteroide o Espuela de Plata, entre otras, ha vuelto a librerías luciendo, prácticamente al completo, sus galas literarias y periodísticas.

Uno de los títulos que Almuzara ha recuperado es Bajo el signo de la esvástica, los reportajes que Chaves Nogales escribió en el periódico Ahora sobre la Alemania nazi a pocos meses del ascenso al poder de Hitler. El periodista sevillano vierte una mirada sobre la realidad de una población alemana que poco a poco se va dejando convencer, cada vez con más entusiasmo, por las ideas de un hombre que asegura tener la hoja de ruta para devolver a Alemania y a los alemanes al lugar que les corresponde. Y el camino parece ser inevitable: la guerra.  “A los quince días de estar en Alemania se oye hablar así y no se escandaliza uno: No tenemos más remedio que hacer la guerra, y el único hombre capaz de llevarnos a ella es Adolfo Hitler. Sólo por eso cuenta Hitler con la adhesión inquebrantable de sesenta millones de alemanes. El programa que se ha trazado el partido nacionalsocialista satisface plenamente las aspiraciones del pueblo alemán”.

Chaves Nogales se sitúa en una posición de observador. No se deja impresionar por lo que ve y oye, pero no pierde la capacidad de identificar cuáles son las señales que apuntan a un cambio de actitud en el alemán medio, quien hace suyas las necesidades expansionistas de Hitler: “nuestro destino histórico es la Gran Alemania, el Imperio. No renunciamos, ni hemos renunciado nunca, a un solo alemán de Alsacia, Lorena, Polonia, Austria o Checoslovaquia. Reconquistaremos los territorios perdidos de 1918, incluso contra la voluntad de sus habitantes si la independencia de la patria alemana y las necesidades de su poder político lo reclamasen”. Estas palabras, vale la pena remarcarlo, fueron recogidas en mayo de 1933.

Chaves Nogales no se limita a destacar cómo va calando la furia de Hitler entre los alemanes, sino que analiza también cuál es el país que se van a encontrar las nuevas generaciones: “A partir de ahora, el niño alemán vendrá al Mundo con el convencimiento indestructible de que es un niño privilegiado que pertenece a la mejor raza de la tierra”. La Alemania que está naciendo es la de unos hombres dispuestos a sacrificarse por el trabajo y por su patria, la de unas mujeres que “Hitler ha metido en la cocina de un manotazo”, la de unos niños que encarnarán la perfección de la raza aria. Un país que se creerá perfecto e indestructible.      

A través de estos textos, el lector podrá ver también una comparación entre el carácter del pueblo alemán y el español. Chaves Nogales avisa varias veces de que lo que está viendo en las calles de Berlín difícilmente podría ocurrir en España, porque el español es muy diferente del alemán y porque las condiciones de vida de un país nada tienen que ver con las del otro. Se sorprende, por ejemplo, cuando ve a ciudadanos altamente cualificados dedicados a tareas de campesinos, como cuando se topa con “uno de esos millares de ingenieros alemanes que no han trabajado nunca, porque no han tenido en qué trabajar. Todavía no se conoce en España esta tragedia del hombre laborioso y capacitado que consagra su juventud a adquirir una técnica difícil y que luego se ve envejecer y morir en la miseria, sin que el Mundo le haya ofrecido jamás la ocasión de ser útil y sin que haya podido probar si servía o no”. Y añade: “Así, declarados superfluos, hay muchos millares de hombres en Alemania; técnicos de todas las técnicas que, con sus diplomas en el bolsillo, barren las calles o escardan los sembrados”. La vida y la historia dan muchas vueltas: ¡si Chaves Nogales levantara la cabeza!

Bajo el signo de la esvástica es un excelente libro, necesario, sobre el nacimiento del nazismo en Alemania, pero también sobre como el ser humano, en situaciones desesperadas, son capaces de agarrarse a cualquier esperanza y hacer suyos unos radicalismos que antes ni se les había pasado por la cabeza. Además, es una radiografía indirecta de la ingenuidad que vivía España en 1933, ajena todavía al futuro que se le avecinaba. Recuperar a Chaves Nogales ha sido un gran acierto. No cabe ninguna duda. 

0 comentarios: