Gabriel García Márquez
Editorial Mondadori
1ª edición, octubre de 2010
Género: Discursos / No ficción
154 páginas
ISBN: 9788439723530
Aunque el título de este libro sugiera que lo que Gabriel García Márquez pretende no es dar un discurso, lo cierto es que lo que encontramos aquí es un compendio de veintidós discursos que el gigante de la literatura hispanoamericana ha ido dando a lo largo de su vida. Entre los textos seleccionados, encontramos el que pronunció en 1982 cuando le entregaron el Premio Nobel; uno de 1944, cuando todavía era un estudiante de 17 años y ya apuntaba maneras; una reflexión de 1970, en Caracas, sobre cómo empezó a escribir y hasta un toque de atención para salvar el planeta ante los abusos que se hacen de los recursos naturales.
Lo que encontramos en Yo no vengo a decir un discurso no son simples ponencias plasmadas en el papel, sino que éstas conforman un interesante complemento para adentrarnos en el imaginario de Gabriel García Márquez. Dicho de otro modo, detrás de estos textos hay unas buenas (y ligeras) memorias que nos permiten conocer cómo piensa Gabo y qué motiva su escritura. Especialmente acertados son el discurso en el que diagnostica el estado de la profesión periodística (Periodismo: El mejor oficio del mundo, de 1996) y el maravilloso discurso-relato Cómo empecé a escribir (1970), que demuestran precisamente la capacidad del autor colombiano para moverse entre la realidad y la fantasía.
Lean algunas de las pinceladas que componen este cuadro. En El cataclismo de Damocles (1986), reflexiona cómo es posible que la Tierra haya necesitado "trescientos ochenta millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras geológicas para que los seres humanos -a diferencia del bisabuelo Pitecántropo- fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de morirse de amor" y, en cambio ahora, en la edad de la ciencia, podamos destruirlo todo pulsando un botón. Este discurso no tiene desperdicio, como tampoco lo tiene La soledad de América Latina (1982):
Estos textos están llenos de tan buenas reflexiones, que vale la pena acercarse a este libro, sobre todo si se es lector fiel de García Márquez. Tanto si han leído sus memorias, Vivir para contarla (Mondadori), como si han preferido quedarse en el plano de la ficción (esas joyas que son Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada o El amor en los tiempos del cólera), este libro es un buen complemento para tener en nuestra biblioteca, al lado de sus grandes títulos.
Lo que encontramos en Yo no vengo a decir un discurso no son simples ponencias plasmadas en el papel, sino que éstas conforman un interesante complemento para adentrarnos en el imaginario de Gabriel García Márquez. Dicho de otro modo, detrás de estos textos hay unas buenas (y ligeras) memorias que nos permiten conocer cómo piensa Gabo y qué motiva su escritura. Especialmente acertados son el discurso en el que diagnostica el estado de la profesión periodística (Periodismo: El mejor oficio del mundo, de 1996) y el maravilloso discurso-relato Cómo empecé a escribir (1970), que demuestran precisamente la capacidad del autor colombiano para moverse entre la realidad y la fantasía.
Lean algunas de las pinceladas que componen este cuadro. En El cataclismo de Damocles (1986), reflexiona cómo es posible que la Tierra haya necesitado "trescientos ochenta millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras geológicas para que los seres humanos -a diferencia del bisabuelo Pitecántropo- fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de morirse de amor" y, en cambio ahora, en la edad de la ciencia, podamos destruirlo todo pulsando un botón. Este discurso no tiene desperdicio, como tampoco lo tiene La soledad de América Latina (1982):
"Poetas y mendigos, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Éste es, amigos, el nudo de nuestra soledad"
Estos textos están llenos de tan buenas reflexiones, que vale la pena acercarse a este libro, sobre todo si se es lector fiel de García Márquez. Tanto si han leído sus memorias, Vivir para contarla (Mondadori), como si han preferido quedarse en el plano de la ficción (esas joyas que son Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada o El amor en los tiempos del cólera), este libro es un buen complemento para tener en nuestra biblioteca, al lado de sus grandes títulos.
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