
La cuestión es que viendo la serie unos años después, de adulto, me di cuenta de que el miedo se diluía por culpa de unos efectos especiales ya muy superados (y también por las camisas con hombreras, que asociaba con tiempos demasiado lejanos). El mítico Robert Englund en la piel de Krueger seguía inquietándome, pero algunas escenas eran más cómicas que terroríficas. Pero ahora, ahora... ¡¡VUELVE FREDDY KRUEGER!! Este año, en cines, podré volver a sentir ese terror de niño. Seré menos ingenuo, no hará falta ponerme la mano en los ojos entreabriendo los dedos, pero una parte de mi infancia regresará. Espero que el director, Samuel Beyer, no me decepcione después de las enormes ganas que tengo de recuperar un mito del cine de terror.
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