domingo, 3 de enero de 2010

El heterogéneo club de la Nocilla

He leído esta mañana un artículo en El Periódico con el siguiente titular: "'Nocilla Lab' consolida el rápido ascenso de una nueva generación". Se trata de un breve reportaje sobre el cierre de la trilogía nocillera de Agustín Fernández Mallo, que arrancó con Nocilla Dream, siguió con Nocilla Experience y concluyó en 2009 con Nocilla Lab (Alfaguara).

Yo me pregunto por qué razón, cuando un escritor hace una novela "diferente", se intenta buscar a otros autores jóvenes o noveles para meterles con calzador dentro de una generación. Cuando apareció Nocilla Dream, los periodistas y críticos juntaron a Fernández Mallo con Ricardo Menéndez Salmón, Lolita Bosch, Vicente Luis Mora, Eloy Fernández Porta, Manuel Vilas y unos cuantos más. Recuerdo concretamente un reportaje de la revista Qué Leer donde aparecían todos fotografiados. Unos años después de aquella fotografía y del nacimiento de la supuesta generación, pregunté a Menéndez Salmón, a propósito de su última novela, El corrector (Seix Barral), qué le parecía su participación en aquel grupo. Me dijo, con toda la razón del mundo, que quien había metido en el mismo saco su obra con la del resto es que, en realidad, no había leído sus novelas.

Qué tendrán que ver Fernández Mallo, Lolita Bosch y Menéndez Salmón, por citar unos pocos. Quizá la edad. Muchos de ellos ya habían publicado anteriormente, sólo que, por alguna razón, alguien decidió aprovechar el "boom Nocilla" para montar un fenómeno literario o, más bien, editorial.

De las últimas obras nocilleras, he leído la de Manuel Vilas (Aire Nuestro, Alfaguara), que no me entusiasmó; las de Menéndez Salmón, bastante correctas en general; y la última de Lolita Bosch (La familia de mi padre, Mondadori), que se me atragantó desde el principio. Entre ellos hay de coincidente una relativa juventud (rondando los 40 años) y cierto experimentalismo narrativo, cierto. Pero, de ahí a decir que todos pertenecen a un mismo grupo, creo que hay un camino largo. Y, que conste, que ni al propio Agustín Fernández Mallo parece convencerle eso de Generación Nocilla ni a muchos de los que han sido incluidos en ella. En cualquier caso, ese experimentalismo de las novelas pop, afterpop o cómo quieran llamarlas puede hacer que, con habilidad, las editoriales y algunos autores nos cuelen gato por liebre. Aunque hay calidad, no es oro todo lo que reluce.

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