Ildefonso Falcones
Editorial: Grijalbo
1ª edición, junio de 2009
Género: Novela histórica
960 páginas
ISBN: 978-84-253-4354-4
Ibn Hamid es morisco a medias. Es hijo de una musulmana y un sacerdote católico que violó a su madre. Por esa razón, es llamado “nazareno” y es constantemente humillado por su padrastro, Brahim. Poco antes de la expulsión de los moriscos de España (1609), Hamid (Hernando según el nombre cristiano tras su conversión) lucha al lado de sus compañeros musulmanes para salvar su religión y cultura y evitar así que los cristianos borren sus señas definitivamente de la península. Pero la Inquisición, la sociedad española y unos cuantos enemigos que se ha ganado Ibn Hamid (entre ellos, Brahim), harán que tenga que luchar contra lo que parece un imposible. Además, el protagonista se enamora de Fátima, una joven viuda, que también es pretendida por el padrastro de él.
Novela de formación que arranca con la rebelión de las Alpujarras (1567) en el pueblo granadino de Juviles, el alzamiento de los musulmanes contra las nuevas leyes que limitaban sus libertades religiosas. Hamid-Hernando sufre durante toda la novela una doble amenaza: por un lado, los musulmanes no parecen fiarse de él porque se muestra demasiado considerado con algunos cristianos; por otro, los españoles lo ven como un morisco al que pueden someter. El protagonista debe lidiar con ambas partes para conseguir que venza la tolerancia.
Aunque lo niegue, Falcones ha aprendido mucho respecto a su anterior novela, La catedral del mar. Las comparaciones son odiosas pero, a veces, necesarias. El autor ha conseguido perfeccionarse a sí mismo con una escritura más pulida y cuidada. La mano de Fátima se ha librado de las asperezas que tenía la otra: el tiempo narrativo está más trabajado, la documentación bien digerida, el personaje protagonista mejor construido y la historia más verosímil.
Falcones ha escrito una larga aventura ambientada en un periodo histórico ya de por sí interesante. La novela está bien resuelta aunque para mi gusto tiene demasiadas páginas. No porque haya mucha paja, que conste, sino por una simple cuestión de comodidad: andar por la calle con un mamotreto de casi 1.000 páginas es incómodo y la historia se podría haber desarrollado en menos espacio sin aflojar en calidad. Aunque también debo reconocer que si yo tuviera que meter la tijera en esta novela, no sabría qué eliminar; todo parece necesario.
La mano de Fátima es la segunda novela de un escritor que ha madurado y que se ha impuesto sobre las dudas que pudiera generar su literatura. Aplaudo su progreso y le elogio por no haberse dejado llevar por la tentación de escribir otra novela sobre catedrales o Barcelona. Hay vida más allá de los tópicos.
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