Anna Tomàs
Editorial: Estrella Polar
Colección: Columna Jove, 243
1ª edición, septiembre de 2009
Género: Narrativa juvenil
117 páginas
ISBN: 978-84-92790-50-0
Eva acaba de llegar de Erasmus a Florencia. Ha encontrado piso, se ha comprado una bicicleta de segunda mano y ha conocido a un grupo de gente de diversos países. Rápidamente, el viaje se convierte en lo que es característico de un Erasmus: relaciones, fiestas, música y, de vez en cuando, estudiar.
No descubro nada si digo que la literatura juvenil está experimentando una transformación. Lo que a priori se escribe para un público joven acaba llegando a manos de los adultos. El caso de Florència a la maleta, novela debut de Anna Tomàs, puede ser paradigmático de lo que digo. Acabo de leer esta breve historia sobre una universitaria barcelonesa que se marcha de Erasmus y me ha quedado una sensación de pesar difícil de explicar.
Vayamos por partes. ¿Qué se encuentra un chico o una chica de dieciséis años que lee esta novela? Además de una historia dinámica, lo que encierra Florència a la maleta es una incitación para que los jóvenes no pierdan la oportunidad de vivir un Erasmus, experiencia que, una vez terminada, siempre comporta lamentos, inmediata nostalgia y recomendaciones para que ningún estudiante se la pierda. Pero para los adultos, ahí llega el pesar, la novela es la prueba palpable de que, si no te has subido a ese tren, ya no lo vas a alcanzar.
Si el lector adulto siente el arrepentimiento de no haber hecho un Erasmus, es que el mecanismo del libro ha funcionado a la perfección, ha transmitido lo que la autora pretendía. El libro encierra una aventura real con toques de ficción que incita al lector, no sólo a leer, sino a viajar, a irse al extranjero a estudiar, a conocer a gente y un largo etcétera. Para los jóvenes lectores, la novela es la oportunidad de tomar un pequeño aperitivo antes de llegar a la universidad y acabar de decidirse a marcharse de Erasmus. A mí, como adulto, me queda el arrepentimiento de no haberlo hecho, pero la sensación de haberme acercado a esa aventura a través de este libro. Qué bien poder viajar leyendo.
Vayamos por partes. ¿Qué se encuentra un chico o una chica de dieciséis años que lee esta novela? Además de una historia dinámica, lo que encierra Florència a la maleta es una incitación para que los jóvenes no pierdan la oportunidad de vivir un Erasmus, experiencia que, una vez terminada, siempre comporta lamentos, inmediata nostalgia y recomendaciones para que ningún estudiante se la pierda. Pero para los adultos, ahí llega el pesar, la novela es la prueba palpable de que, si no te has subido a ese tren, ya no lo vas a alcanzar.
Si el lector adulto siente el arrepentimiento de no haber hecho un Erasmus, es que el mecanismo del libro ha funcionado a la perfección, ha transmitido lo que la autora pretendía. El libro encierra una aventura real con toques de ficción que incita al lector, no sólo a leer, sino a viajar, a irse al extranjero a estudiar, a conocer a gente y un largo etcétera. Para los jóvenes lectores, la novela es la oportunidad de tomar un pequeño aperitivo antes de llegar a la universidad y acabar de decidirse a marcharse de Erasmus. A mí, como adulto, me queda el arrepentimiento de no haberlo hecho, pero la sensación de haberme acercado a esa aventura a través de este libro. Qué bien poder viajar leyendo.
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