Hace unos días se estrenó la última película que nos llega sobre el Holocausto: Sin destino. La película se terminó de rodar en 2005, pero nos ha llegado a España en 2007. El director es Lajos Koltai y el guionista Imre Kertész.
La película está basada en la novela del autor húngaro Premio Nobel de Literatura, Imre Kertész, que es el que ha adaptado su novela para el cine. Un niño de quince años es sacado del autobús cuando va a trabajar solamente por ser judío. Cuando baja se encuentra con gran número de personas que también llevan cosida la estrella amarilla. Inmediatamente son conducidos al campo de exterminio de Auschwitz – Birkenau (a las afueras de Cracovia). A partir de ahí empieza un calvario que parece no tener fin: largas jornadas de trabajo forzado, escasa alimentación, torturas, castigos inhumanos, asesinatos… No hace falta hacer una enumeración demasiado larga de lo que fue el Holocausto porque a poco que conozcamos este hecho histórico, sabremos todo lo que sufrieron los judíos.
No obstante, la novela de Imre Kertész, que es una de las mejores novelas sobre campos de concentración que se han escrito, tiene la elegancia de no caer en el morbo ni en las descripciones macabras de las ejecuciones. En la novela no hay abuso de la sangre, no se leen torturas, simplemente se hace hincapié en el sufrimiento humano, donde ser golpeado es lo mejor que te puede pasar, porque al perder conocimiento, al menos puedes dormir unos minutos. Las descripciones de Kertész son absolutamente abrumadoras, llenas de carga emocional que dejan al lector con el vello erizado. Es una novela absolutamente imprescindible para entender el Holocausto.
Y de esta dura novela, el autor toma el papel de guionista con el deber de adaptarla a la gran pantalla. Es una prueba difícil, porque hay argumentos que funcionan muy bien en literatura, pero muy mal en el cine. Y esta adaptación levantó mis sospechas antes de ir a ver la película. Me pregunté si las imágenes guardarían la misma esencia del libro, si tampoco se incluirían la brutalidad de los asesinatos. Y efectivamente, la película ha sido muy respetuosa con el libro, suponemos que es debido a que el guionista es la misma persona que escribió la novela y, claro está, que sufrió aquel tormento.
Sin destino se centra en un adolescente que evita la muerte tanto como puede, más por fortuna que por voluntad. Vemos unas imágenes terribles, una lucha por la vida absolutamente desgarradora, pero solamente eso: el día a día del joven en el campo de concentración. Es un caso en que la fuerza del relato es suficiente para plasmar la angustia. Pero no solo eso, hay un juego de imágenes –perfectamente registradas con sabios ángulos de grabación-, que hacen, inevitablemente, que te eches a llorar por lo menos cinco veces antes de llegar al final.
Finalmente podemos ver guiños de Kertész, dardos que manda a los revisionistas que todavía ponen en duda la existencia de las cámaras de gas. Sin duda, el autor se sirve del guión para apuntar unas reflexiones que, se nota, necesita decir.
Sin destino –tanto la película como la novela- vale la pena. El film dura algo más de dos horas intensas. La fotografía, la banda sonora, la dirección, el guión… son inmejorables. Ningún espectador que decida ir a ver esta película habrá perdido el tiempo, porque aquel que entra en una sala a ver Sin destino, está también haciendo una inversión en sí mismo, ya que llegará a plantearse cómo es posible que la humanidad haya permitido esta barbarie. Eso sí, es recomendable -como siempre- ver la película en versión original subtitulada.
Manel Haro.
La película está basada en la novela del autor húngaro Premio Nobel de Literatura, Imre Kertész, que es el que ha adaptado su novela para el cine. Un niño de quince años es sacado del autobús cuando va a trabajar solamente por ser judío. Cuando baja se encuentra con gran número de personas que también llevan cosida la estrella amarilla. Inmediatamente son conducidos al campo de exterminio de Auschwitz – Birkenau (a las afueras de Cracovia). A partir de ahí empieza un calvario que parece no tener fin: largas jornadas de trabajo forzado, escasa alimentación, torturas, castigos inhumanos, asesinatos… No hace falta hacer una enumeración demasiado larga de lo que fue el Holocausto porque a poco que conozcamos este hecho histórico, sabremos todo lo que sufrieron los judíos.
No obstante, la novela de Imre Kertész, que es una de las mejores novelas sobre campos de concentración que se han escrito, tiene la elegancia de no caer en el morbo ni en las descripciones macabras de las ejecuciones. En la novela no hay abuso de la sangre, no se leen torturas, simplemente se hace hincapié en el sufrimiento humano, donde ser golpeado es lo mejor que te puede pasar, porque al perder conocimiento, al menos puedes dormir unos minutos. Las descripciones de Kertész son absolutamente abrumadoras, llenas de carga emocional que dejan al lector con el vello erizado. Es una novela absolutamente imprescindible para entender el Holocausto.
Y de esta dura novela, el autor toma el papel de guionista con el deber de adaptarla a la gran pantalla. Es una prueba difícil, porque hay argumentos que funcionan muy bien en literatura, pero muy mal en el cine. Y esta adaptación levantó mis sospechas antes de ir a ver la película. Me pregunté si las imágenes guardarían la misma esencia del libro, si tampoco se incluirían la brutalidad de los asesinatos. Y efectivamente, la película ha sido muy respetuosa con el libro, suponemos que es debido a que el guionista es la misma persona que escribió la novela y, claro está, que sufrió aquel tormento.
Sin destino se centra en un adolescente que evita la muerte tanto como puede, más por fortuna que por voluntad. Vemos unas imágenes terribles, una lucha por la vida absolutamente desgarradora, pero solamente eso: el día a día del joven en el campo de concentración. Es un caso en que la fuerza del relato es suficiente para plasmar la angustia. Pero no solo eso, hay un juego de imágenes –perfectamente registradas con sabios ángulos de grabación-, que hacen, inevitablemente, que te eches a llorar por lo menos cinco veces antes de llegar al final.
Finalmente podemos ver guiños de Kertész, dardos que manda a los revisionistas que todavía ponen en duda la existencia de las cámaras de gas. Sin duda, el autor se sirve del guión para apuntar unas reflexiones que, se nota, necesita decir.
Sin destino –tanto la película como la novela- vale la pena. El film dura algo más de dos horas intensas. La fotografía, la banda sonora, la dirección, el guión… son inmejorables. Ningún espectador que decida ir a ver esta película habrá perdido el tiempo, porque aquel que entra en una sala a ver Sin destino, está también haciendo una inversión en sí mismo, ya que llegará a plantearse cómo es posible que la humanidad haya permitido esta barbarie. Eso sí, es recomendable -como siempre- ver la película en versión original subtitulada.
Manel Haro.
1 comentarios:
Mira, esta vez había optado por esperarme a que alguien la viese primero y que me dijese si merece la pena. Ya que tú le das el visto bueno, iré un día de estos al cine, a ver si puedo el fin de semana; la dan en los Mèlies creo (muy de acuerdo con eso de ver las pelis en v.o., mil veces mejor).
Oye, qué bien que te hayas mirado las escenas que he ido subiendo. Las escribo para un curso de dramaturgia que estoy haciendo.
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