"¿Sabes cuánto hay que matar para ser digno de una cruz de oro?". Ésta es una de las preguntas que Julián, un superviviente del campo de concentración de Mauthausen, le lanza a Sandra, una joven que ha sido acogida por una pareja de ancianos noruegos, aparentemente inocentes, pero que ocultan un atroz pasado. Lo que esconde tu nombre, novela ganadora del Premio Nadal 2010, es un thriller en el que un octogenario cazanazis busca saciar su sed de venganza con aquellos que lo sumieron en el terror más despiadado en Mauthausen. Clara Sánchez, su autora, nos recibe en el Hotel Calderón de Barcelona dispuesta a contestar nuestras preguntas.
Manel Haro. Barcelona (Texto y fotos)
Manel Haro. Barcelona (Texto y fotos)
¿Por qué pone su punto de mira en los nazis que viven en las costas españolas?
Porque reflejan a todos aquellos que, de una manera u otra, abusan de los demás o cometen actos contra otros y logran escaparse sin pagar. Yo quería escribir una historia que bordeara el terror y nos mostrara el lado oscuro de la gente. No es que fuese a buscar este tema, sino que surgió de mi cabeza porque yo me crucé con unos nazis en los años 80 en Levante. Ellos tenían actividades públicas, no se escondían. Aquella gente se me quedó en la mente y a partir de entonces, todo lo que hacía referencia a los nazis que residían en España me atraía, así como las noticias de extradiciones de personas que se han hecho mayor sin pagar sus culpas.
Pero se inspiró en una noticia…
Sí, me encontré con una noticia sobre un matrimonio nazi que vivía en la Costa del Sol. Eso se sumó a lo que ya conocía, a lo que había leído y a mi interés por mostrar esos secretos que hay en las personas y que no conocemos. La historia surgió sola.
Sí, me encontré con una noticia sobre un matrimonio nazi que vivía en la Costa del Sol. Eso se sumó a lo que ya conocía, a lo que había leído y a mi interés por mostrar esos secretos que hay en las personas y que no conocemos. La historia surgió sola.
¿Merecen el olvido las personas mayores que en el pasado infligieron terror?
No, no merecen el olvido. El hecho de que sean ancianos no les libra de responsabilidad ni culpa. Hay una característica en esta gente y es que no han pedido perdón en público. Esto no les libraría de responsabilidad, pero les harían más humanos. Yo he querido poner un foco de luz sobre ellos: el que sean ancianos, no les exime de lo que han hecho.
Una víctima de Auschwitz sigue siendo víctima cuarenta años después y la literatura lo ha sabido reflejar bien. Sin embargo, ¿un miembro nazi sigue comportándose como tal a pesar del tiempo o, por el contrario, consiguen librarse de su pasado?
Ellos están orgullosos de haber pertenecido a lo que pertenecían y haber hecho lo que hacían y no se arrepienten. Al intentar camuflarse con la normalidad demuestra que no son normales. Son ancianos venerables que van en pantalón corto a comprar al supermercado y que conviven con negros, judíos y homosexuales a pesar de que en el pasado lucharon contra ellos. Precisamente me interesaba averiguar cómo eran sus vidas.
En la novela hay dos generaciones: la de Julián, que vivió el terror, y la de Sandra, que refleja el desconocimiento y el conformismo. ¿Hemos pasado del terror al conformismo?
Hay un mundo que se está perdiendo, donde había víctimas y verdugos. Julián habla del bien y del mal porque ha vivido una situación muy extrema; sin embargo, el lenguaje de Sandra es diferente, ella está en un mundo de grises, donde todo depende. Ella no ha vivido eso, y todo es relativo, además vive en el limbo. Hasta que se encuentra con Julián, Sandra no toma conciencia de la realidad y decide comprometerse. Sandra se encuentra con un pasado que todavía está en el presente y que sirve para entroncarla más en la vida.
“Imagínate que existiera un sistema en el que fuese legal y patriótico que mataras a cierto tipo de gente y después nadie fuese a señalarte con el dedo ni te pidiera cuentas”. Es una frase de un antiguo miembro nazi. ¿Es difícil ponerse en su piel para entenderlo?
Sí, yo quería entender por qué él favorecía ese clima en el que se cometían todos aquellos crímenes horribles. Entonces, quería meterme en su mente para sacar conclusiones y seguramente era esto lo que pensaba, que estaba en un mundo que podía ser perfecto y donde sobraba mucha gente. El nazi le pregunta a Sandra cómo se sentiría ella si hubiese estado en su lugar. Y esto se lo podríamos preguntar a cualquiera para calibrar cómo es cada ser humano.
Al hacer esta interiorización de los personajes, ¿ha cambiado su opinión respecto a los antiguos miembros nazis o se ha reafirmado en lo que creía?
Me he reafirmado. Ellos se creían superiores y, como tal, ven a los demás como inferiores y, por tanto, podían explotarlos y deshumanizarlos. Entonces, se sentían más libres para cometer las peores bestialidades. Parece que hable de estereotipos, pero eran personas de verdad y permiten plantearse cómo es posible que ocurriese lo que ocurrió. Los personajes son el prototipo de una organización capaz de eliminar el prójimo y absorber su vida. Este matrimonio que acogen a Sandra, lo que en realidad quieren es vampirizarla, absorberla.
¿Cómo se imagina a los nazis afincados en las costas españolas?
En algo así como una hermandad, donde se consuelan unos a otros por haber perdido, pero creyendo que tenían razón y alimentando sus ideas de grandeza.
En la novela hay conexiones entre los antiguos nazis alemanes que viven en nuestro país y los grupos de jóvenes neonazis españoles. ¿Esto es sólo ficción o ha estado investigando?
No, no lo sé si hay conexiones. Más bien prefiero no saberlo, aunque es normal pensar que los jóvenes buscan líderes y podrían encontrarlos en ellos.
Álvaro Lozano, un historiador que ha estudiado el Holocausto, opina que la cultura de masas que se centra en el nazismo puede llevar a la banalización del propio Holocausto. ¿Está de acuerdo?
El nazismo en sí mismo se ha convertido en un género y está bien lo que ayude a no olvidar. De todos modos, en mi novela hay personas mayores que comprar cosas normales como yogures desnatados, pero que tienen una parte oculta que no dejan ver. Es decir, no es tanto una novela de nazis, sino de personas aparentemente normales que esconden el terror en su interior.
¿Y cree que el impacto de la cultura de masas que se centra en el Holocausto puede hacer que el público se sienta identificado con los verdugos, como sostiene Álvaro Lozano?
No creo que nadie se sienta identificado con este tipo de verdugos. Lo que sí ha ocurrido es que los propios nazis han mandado cartas y advertencias cuando leyeron las entrevistas en la prensa tras ganar el Nadal. Creo que a ellos mismos no les ha gustado verse identificados con la novela.
¿Por qué cree que a la cultura le interesa este tema de los nazis retirados, que no es la primera vez que se toca en cine y literatura?
Tampoco creo que el tema esté tan trillado. En mi caso, yo conocí a esta gente cuando estuve en la costa de Levante y, por tanto, el tema vino a mí. Era una preocupación mía que afloró.
¿Le interesan especialmente los personajes atormentados?
Todos tenemos conflictos que estamos resolviendo constantemente. Cada día nos adaptamos a la vida y somos más maduros. En el caso de los ancianos, las arrugas no merman la necesidad de adaptación. Julián está atormentado porque le ocurrió algo inhumano y sabe que todavía puede seguir haciendo cosas; Sandra vive conflicto porque no sabe cómo resolver su situación personal; y los nazis ven que tienen que ponerse en acción y estar al máximo física y psicológicamente porque su retiro dorado puede irse al garete. A todos, en cualquier caso, les empuja la vida.
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