El viernes 23 de noviembre se estrenó en España el primer largometraje del director valenciano José Enrique March: Escuchando a Gabriel. La película cuenta la historia de un músico, Gabriel (Javier Ríos), que vive solo en un piso, donde dedica su tiempo a tallar figuras de madera. Nada parece que penetre en la vida de Gabriel, ni siquiera las invitaciones de sus compañeros de trabajo. Sara (Silvia Abascal) llega al edificio para compartir piso con una vecina de Gabriel. Sara es violinista y está preparando unas pruebas para acceder a la Filarmónica. Cuando intenta interpretar una pieza de Beethoven en casa, se desespera al ver que un acorde se le resiste. Gabriel se presenta en su casa y le indica que hay un error en la partitura. Sara queda impresionada y empieza a sentirse atraída por la extraña vida de Gabriel.
Sara descubrirá la vida atormentada de un joven que soñó con ser pianista, pero que, por culpa de su padre (Antonio Dechent), se quedó sin piano y sus sueños se fueron al traste. Gabriel, que desde el principio de la película muestra una rara enfermedad nerviosa, vive encerrado en sí mismo y no permite que nada perturbe su soledad. Pero la salida de la cárcel de su padre, que intentará recuperar a su hijo por todos los medios, y la llegada de Sara, harán que Gabriel vuelva a sentirse interesado por la música y que la música sea lo que una a estas tres personas angustiadas por la soledad y la necesidad de amar.
Javier Ríos (You’re the one, Hable con ella, Noviembre) interpreta el papel más complicado del reparto, dado que Gabriel es un personaje que tiene diferentes caracteres a lo largo de la película. Ríos, en su primer trabajo como protagonista, se desenvuelve a la perfección en todas las situaciones que le plantea el guión y demuestra ser un actor digno de pasar a un primer plano en el actual panorama cinematográfico.
Por su parte, Silvia Abascal (El lobo, A mi madre le gustan las mujeres, Vida y color) representa también un papel complejo y al igual que Javier Ríos, se desenvuelve con extraordinaria soltura. Poco hay que decir de Antonio Dechent (Alatriste, Salvador, Los Borgia, Los aires difíciles), un actor valiosísimo, que pide a gritos más protagonismo en próximas películas. El director, José Enrique March, le ha dado la posibilidad de interpretar uno de los papeles importantes y Dechent ha demostrado, una vez más, su capacidad y fuerza interpretativas.
En cuanto a la película, lo más importantes son los personajes. Todos los que aparecen están marcados por un pasado difícil o bien por el deseo de ver cumplido unos sueños de futuro. Así, Sara lucha por entrar en la Filarmónica, Carlos (Dechent) intenta recuperar lo que perdió años atrás y Gabriel parece vivir todavía en una infancia traumática.
El guión y la banda sonora han corrido a cargo de Maxi Valero, que ha tenido la difícil tarea de coordinar texto y música en este film donde ambas cosas son igual de importantes. Precisamente, cabe destacar que a lo largo de la película abundan los silencios y las escenas donde no hay diálogos, sino simplemente imagen y música. Como diría Sergio Leone con la música de Morricone, hay veces que el diálogo no es necesario si las notas lo dice todo.
Si algo tenemos que echar en cara al director es un exceso de planos prescindibles que no aportan demasiado al desarrollo de la película, sino que solamente sirven para complementar, como planos de la escalera del edificio, planos de la habitación… que, al eliminarlos, hubiesen dado un toque más de agilidad al film.
Aunque tanto director y guionista tenían claro que querían hacer una película dirigida a todos los públicos, hay que decir que, si bien pueden ir espectadores de todas las edades, no disfrutará aquí el público ávido de acción y escenas trepidantes. Escuchando a Gabriel es para todos aquellos que disfrutan de algo más que de una simple trama; es decir, los que aprecian la interpretación, el guión, la música, la fotografía y todo aquello que hace que el cine no comercial sea el mejor cine posible.
La web de la película: http://www.escuchandoagabriel.com/.
Manel Haro.
Sara descubrirá la vida atormentada de un joven que soñó con ser pianista, pero que, por culpa de su padre (Antonio Dechent), se quedó sin piano y sus sueños se fueron al traste. Gabriel, que desde el principio de la película muestra una rara enfermedad nerviosa, vive encerrado en sí mismo y no permite que nada perturbe su soledad. Pero la salida de la cárcel de su padre, que intentará recuperar a su hijo por todos los medios, y la llegada de Sara, harán que Gabriel vuelva a sentirse interesado por la música y que la música sea lo que una a estas tres personas angustiadas por la soledad y la necesidad de amar.
Javier Ríos (You’re the one, Hable con ella, Noviembre) interpreta el papel más complicado del reparto, dado que Gabriel es un personaje que tiene diferentes caracteres a lo largo de la película. Ríos, en su primer trabajo como protagonista, se desenvuelve a la perfección en todas las situaciones que le plantea el guión y demuestra ser un actor digno de pasar a un primer plano en el actual panorama cinematográfico.
Por su parte, Silvia Abascal (El lobo, A mi madre le gustan las mujeres, Vida y color) representa también un papel complejo y al igual que Javier Ríos, se desenvuelve con extraordinaria soltura. Poco hay que decir de Antonio Dechent (Alatriste, Salvador, Los Borgia, Los aires difíciles), un actor valiosísimo, que pide a gritos más protagonismo en próximas películas. El director, José Enrique March, le ha dado la posibilidad de interpretar uno de los papeles importantes y Dechent ha demostrado, una vez más, su capacidad y fuerza interpretativas.
En cuanto a la película, lo más importantes son los personajes. Todos los que aparecen están marcados por un pasado difícil o bien por el deseo de ver cumplido unos sueños de futuro. Así, Sara lucha por entrar en la Filarmónica, Carlos (Dechent) intenta recuperar lo que perdió años atrás y Gabriel parece vivir todavía en una infancia traumática.
El guión y la banda sonora han corrido a cargo de Maxi Valero, que ha tenido la difícil tarea de coordinar texto y música en este film donde ambas cosas son igual de importantes. Precisamente, cabe destacar que a lo largo de la película abundan los silencios y las escenas donde no hay diálogos, sino simplemente imagen y música. Como diría Sergio Leone con la música de Morricone, hay veces que el diálogo no es necesario si las notas lo dice todo.
Si algo tenemos que echar en cara al director es un exceso de planos prescindibles que no aportan demasiado al desarrollo de la película, sino que solamente sirven para complementar, como planos de la escalera del edificio, planos de la habitación… que, al eliminarlos, hubiesen dado un toque más de agilidad al film.
Aunque tanto director y guionista tenían claro que querían hacer una película dirigida a todos los públicos, hay que decir que, si bien pueden ir espectadores de todas las edades, no disfrutará aquí el público ávido de acción y escenas trepidantes. Escuchando a Gabriel es para todos aquellos que disfrutan de algo más que de una simple trama; es decir, los que aprecian la interpretación, el guión, la música, la fotografía y todo aquello que hace que el cine no comercial sea el mejor cine posible.
La web de la película: http://www.escuchandoagabriel.com/.
Manel Haro.
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