Rodrigo Muñoz Avia es licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Es hijo del pintor Lucio Muñoz y la pintora Amalia Avia. Ha escrito varias novelas juveniles, pero es conocido, sobre todo, por su primera novela para adultos: Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, que publicó Alfaguara en 2005 y que todavía hoy sigue vendiendo miles de ejemplares.
Acaba de aparecer en librerías su última novela, también publicada en Alfaguara, cuyo título es Vidas terrestres. En ella, el autor intenta reflejar las inquietudes y preocupaciones que tiene el ser humano y hasta qué punto puede afectarles la invasión de extraños objetos extraterrestres. Todo ello con una mezcla de humor, ciencia ficción y, sobretodo, un tono realista.
En el Hotel Calderón de Barcelona, charlamos sobre Vidas terrestres; es su última entrevista en Barcelona antes de coger el avión hacia Madrid y continuar la promoción por Sevilla y Bilbao.
Manel Haro. Barcelona
Después del éxito de Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, ¿cómo te enfrentas a la creación de una nueva novela? ¿Te ha condicionado el éxito de esta primera obra para adultos?
No, la verdad es que no. La presión existe, porque sabes que la otra novela ha ido muy bien, que ha tenido muchos lectores. Sabes que tus lectores están esperando algo determinado, puesto que leyeron una novela con la que se rieron mucho. Pero lo cierto es que cuando publiqué Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, ya había empezado a escribir esta otra novela. No sabía, si quiera, si me iban a publicar la primera, pero ya estaba metido con Vidas terrestres, porque tenía muy claro qué es lo que quería hacer. Había gente que me pedía una novela tan divertida como la primera, pero a mí me apetecía probar cosas distintas.
No podemos negar que en Vidas terrestres hay mucho de humor. Dijiste en referencia a Psiquiatras… que el humor era algo que surgió, pero que nunca fue un objetivo en sí mismo. Fue a medida que escribías la novela, que las situaciones disparatadas empezaban a acontecer. ¿Ha ocurrido lo mismo con esta novela?
En el caso del humor, desde luego. En Psiquiatras… el planteamiento era claramente muy irónico, aunque yo no pensé que iba a tener tanto humor, fue más bien una demanda del propio personaje. Digamos que las situaciones de la novela pedían más humor.
En el caso de Vidas terrestres no pensaba que fueran a aparecer situaciones de humor, pero apareció un personaje que está loco, la locura me parece muy seductora, y ese personaje me ha llevado también a un registro muy de humor. Ese registro es distinto al de Psiquiatras…, pero desde luego ese personaje tiene mucho de humor.
Debo decir que la novela no es de humor, nunca lo diría, pero ese personaje sí, no era planificado, es algo que de repente te sale y en mi caso es evidente que tengo tendencia a ello. Es un personaje con el que me lo he pasado muy bien, que dice lo que le da la gana y nos da la posibilidad de asistir a los procesos de su pensamiento y eso me parece genial. Todo el mundo tendría ganas de estar así de loco alguna vez en su vida para decir lo que le diera la gana y no tener que reprimirse.
Precisamente te iba a preguntar si este personaje que está loco era un guiño a esa primera novela tuya, pero ya veo que no se trata de eso.
No, la novela es una novela en sí misma. Yo soy dado a ese tema de los guiños, para mí cada novela es una obra total y no pretendo que tengan comunicaciones con las anteriores. Aunque luego a la hora de interpretarlas, surgen muchos puntos en común; el lector va a apreciar que hay el mismo escritor detrás, con una misma forma de escribir, seguramente muy natural, visual e irónica.
Cuando publicaste tu primera novela, dijiste que intentabas “responder exclusivamente a tu antojadizo instinto”. ¿Cuáles han sido esos instintos para Vidas terrestres?
No recordaba que lo hubiese dicho también con la primera novela, pero desde luego no me canso de decirlo con ésta (risas). Es verdad que al final no puedes escribir con un molde, simplemente te viene una idea o una imagen y se va configurando una historia que quieres contar. Luego el tono que va adquiriendo va llegando lentamente; de hecho yo, cuando empecé a escribir esta historia, no sabía qué tono iba a tener, si iba a ser muy irónico o menos, pero decidí escribirlo en un tono muy realista.
La historia de ciencia ficción que encierra dentro quería que estuviera contada de una forma muy realista, que yo me pudiera creer. Al final me parece que es lo mejor posible para que la novela transmita verdad, para que sea creíble y natural, lo mejor es que te salga de dentro, que responda a ese instinto, a la intuición. Podría escribir una novela por encargo, pero sería muy forzado, yo prefiero responder a mi intuición.
De hecho, esos elementos de ciencia ficción, de vida extraterresrtre, son una excusa para hablar de las inquietudes humanas con un tono realista.
Exactamente, para mí la novela es un canto a lo humano y de todos los seres que salen en la novela, los que más me interesan a mí, y seguramente al lector, son los humanos: las vidas terrestres. Son vidas muy alteradas y conmocionadas por esa gran noticia, tantas veces esperada por la humanidad, que es la posibilidad de una invasión extraterrestre.
Pero lo que finalmente me interesaba era cómo afectaba eso a los personajes; es decir, llevándolos al límite, qué podría aprender de ellos y qué contábamos nosotros del ser humano, cómo se reacciona ante una noticia como esa.
Por eso la novela tiene un tono muy realista, contrapongo los problemas cotidianos de los personajes a un tono épico y grandilocuente como el de una noticia de esa magnitud. Yo quería creerme esa historia, contarlo en una ciudad que es la mía, Madrid, y rodeado de la gente que vive en mi calle, que son de carne y hueso. Al final son esas vidas humanas las que interesan y ese es el poso que queda en la novela.
Claro, cada vez que ocurre algo anormal, son los medios los que tienden al alarmismo, pero las personas, en realidad, estamos demasiado preocupadas por nuestras cosas como para que nos afecte en algo.
Sí, está claro que esas noticias te afectan, pero si lo que a ti te preocupa es buscar a tu hija, porque no sabes dónde está, pues te dedicas a ello, que es lo que realmente te importa. Es así, al día siguiente tienes que comprar el pan y el periódico y seguir con tu vida (risas).
¿Me equivoco si digo que la novela está llena de metáforas?
De hecho, la idea misma juega un papel metafórico: esa otra vida con la que siempre soñamos. Al final lo que sostengo es que con la que tienes es suficiente, solamente hay que saber valorarla y utilizarla, nuestra propia felicidad depende, básicamente, de nosotros mismos, no de soluciones milagrosas o de llegadas ajenas a nosotros. De hecho, eso lo contaba también en Psiquiatras…, que la solución a nuestros problemas depende de nosotros mismos, no tanto de los psiquiatras, aunque pueden ser de mucha ayuda. En última instancia eres tú quien tienes que construir tu propia vida.
Siguiendo el hilo de las metáforas: en la novela hay un pintor, que está encerrado en una nave industrial y que pinta para sí mismo. Para sobrevivir no duda en trabajar de albañil, porque el arte no le da dinero y además lo estafan. ¿Hay aquí una reflexión sobre el arte actual?
Sí, sobre el arte, la literatura y la cultura en general. La conciliación de la labor del creador con el mercado es muy complicada y te habla un escritor que ha vendido muchos ejemplares de su primera novela y que era una novela que desde el título mismo era muy comercial y ésta también puede serlo por lo atractivo del tema.
Pero yo entiendo que es muy complicado acceder al mercado, no es que lo critique y piense que alguien tiene la culpa, pero hay gente que tiene mucho talento, pero por cómo está organizado el mercado en la cultura, no tiene oportunidad de salir de casa, prácticamente. Ese personaje del que hablo está escupido del sistema, no se adapta a esas normas de mercado.
Tan apartado está de la sociedad, que parece que su alter ego es un perro atado que tiene enfrente de la nave donde vive.
Efectivamente (risas), está tan atado que no se puede liberar de las cadenas imaginarias. Es una metáfora muy clara, que tampoco surge por un planteamiento desde el principio, simplemente surgió la idea y me pareció verosímil, que no sea capaz de rebasar el cerco que tantas veces lo ha atado.
Rodrigo, he tenido curiosidad por observar algunos cuadros de tu padre, el pintor Lucio Muñoz, y yo no sé hasta qué punto estás influenciado por esas pinturas, pero hay algunas abstracciones que me han remitido a algunas partes de la novela, sobre todo a las que trata los temas de ciencia ficción.
Claro, ya sé a que época hablas de la pintura de mi padre (risas). Hay una etapa de figuras metamórficas, orgánicas… Esto de las influencias creo que nunca se puede hablar, porque uno no es consciente, pero desde luego están ahí. Mi padre, sobre todo en esa época de los años sesenta y setenta, creó una pintura que remitía a unos mundos imaginarios, paisajes fantasmagóricos y oníricos y esta especie de mocos gigantes que caen del espacio, puede que tengan también algo de eso (risas).
Tanto es así, que yo hubiese apostado por poner un cuadro de tu padre como imagen de la portada del libro.
Pues fíjate que lo pensé y lo estuve mirando. La portada de Vidas terrestres es un bocetillo que hice yo; la editorial me pidió ideas para la portada y yo estuve mirando cuadros de mi padre porque era una de las ideas que tenía. Pero luego no me funcionaban, porque también existe el tabú en el mercado editorial de que la pintura abstracta no va bien, crea barreras, porque la gente necesita algo concreto a lo que agarrarse. En el ensayo sí puede haber pinturas abstractas en la portada, pero en una novela es muy raro.
Rodrigo, ¿crees que el lector que se divirtió con Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, también se lo pasará en grande con Vidas terrestres o requiere una lectura diferente?
Estoy seguro de que se lo pasará bien, creo que se engancharán rápidamente con la lectura. Tienen que pensar que Vidas terrestres no es lo mismo que Psiquiatras…, pero que es lo más honesto, no dar más de lo mismo. Como lector mi actitud sería la de ver con qué me sorprende un autor que me gustó mucho en su primera novela. Los que se rieron con Psiquiatras…, se reirán también con ésta y creo que les gustará incluso más. Conozco ya el caso de algunos lectores que esperaban más situaciones de humor, pero que a la larga les ha quedado más poso esta novela. Es evidente que detrás está el mismo autor y yo espero que disfruten mucho con Vidas terrestres.
Yo creo que así será.
Esperemos… (risas).
LA DEDICATORIA
1 comentarios:
Hace poco recibí este mail:
"Estimado Manel
Ya he visto mi entrevista en vuestra web. Está muy bien, muchas gracias.
Un saludo
Rodrigo Muñoz Avia".
¡Qué sorpresa! Gracias a ti, Rodrigo.
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