lunes, 20 de enero de 2014

‘Agosto’, de Tracy Letts, también brilla en la gran pantalla



Cuando el dramaturgo de Oklahoma Tracy Letts escribió Agosto, poco podía imaginarse que en tan solo unos años su obra tendría la repercusión que ha conseguido hasta ahora y que se convertiría en tan poco tiempo en una especie de clásico moderno. Estrenada en el Imperial Theater de Broadway en 2007, tras ser presentada en el Steppenwolf Theatre de Chicago ese mismo año, Agosto (ganadora de un Pulitzer) ha sido representada ya en varias ciudades del mundo, incluidas Barcelona y Madrid, y ahora le ha tocado dar el salto a la gran pantalla con guión del propio Letts.  

Los que tuvimos la oportunidad de ver la obra de teatro sabíamos que no podíamos perdernos a Meryl Streep en el papel de Violet Weston, mujer temperamental, enferma de cáncer, marcada por la maldad de su madre, corroída por su propia amargura y capaz de aguarle la fiesta a cualquiera, incluidas sus hijas. Por otro lado, tampoco podíamos dejar de fijarnos en el trabajo de Julia Roberts en el papel de Barbara Wetson, la hija mayor de Violet, también una mujer de carácter, atormentada por un matrimonio frustrado y empujada a ser, tarde o temprano, la viva imagen de su madre. El tándem Roberts-Streep tenía lo suyo, entre otras cosas porque un personaje tan poderoso como el de Violet Weston y una actriz como Meryl Streep interpretándolo podían devorar a Roberts y Barbara y, en consecuencia, amenazar el equilibrio de la película. Se necesitaban dos actrices de altura para una película como Agosto.

No voy a negar, no obstante, que si bien me pareció acertadísima la elección de Streep, me sorprendió que se pensara en Roberts, no por falta de talento sino quizá por el exceso de silicona en los labios que me hacen pensar que Barbara necesitaba un aspecto más natural. Prejuicios aparte, hay que reconocer el espléndido trabajo de estas dos actrices que competirán en los Oscar por una estatuilla como mejor actriz principal (Streep) y mejor actriz de reparto (Roberts), aunque hay que recordar que en los Globos de Oro ambas se quedaron sin premio. Difícil lo van a tener Streep, ganadora ya de tres Oscar, que peleará, entre otras, con Cate Blanchett por Blue Jasmine y Amy Adams por La gran estafa americana. Sería una osadía pensar que Roberts se puede llevar una estatuilla y que Streep se fuera de vacío.  

Agosto cuenta el encuentro entre los miembros de una familia marcada por la frustración. Tras la desaparición y posterior muerte del padre (Sam Shepard), llegan a la vieja casa del Medio Oeste americano las hijas con sus parejas y la hermana de Violet, Mattie Fae Aiken (Margo Martindale), para celebrar el funeral. Barbara llega con su marido Bill (Ewan McGergor), de quien se está separando, y su hija Jean (Abigail Breslin); Karen (Juliette Lewis) con un novio mujeriego y engreído; e Ivy (Julianne Nicholson), esperando confesar que tiene una relación con su primo Charlie (Benedict Cumberbatch), el hijo de Mattie Fae Aiken y Charles (Chris Cooper). A medida que avanza la estancia en la casa familiar, cada uno de ellos irá mostrando sus flaquezas pero también su temperamento para defender un territorio existencial pisoteado por las circunstancias que les ha tocado vivir y sobre todo por la figura despiadada de la madre, drogada por las pastillas, que no duda en escupir veneno cada vez que le apetece. La película es un constante cruce de reproches y poco a poco vamos viendo que las mujeres de esa familia están estigmatizadas por la angustia y el miedo a la soledad.    

Vale la pena decir que Agosto no es un dramón al uso, sino una comedia dramática, sin escenas para echarse a llorar ni grandes lamentos pero sí con momentos divertidos. Los personajes están llenos de conflictos internos que nos son mostrados de forma grotesca y exagerada, algo teatralizada, lo que provoca que los espectadores asistamos a una especie de circo familiar, a veces triste y a veces mordaz. Estamos, en definitiva, ante una más que recomendable versión cinematográfica de John Wells que hace honor a la calidad del texto de Tracy Letts.  

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