domingo, 8 de agosto de 2010

Lo malo de ver 'Mujeres desesperadas' antes de ir a dormir...

Ayer pasé por un pueblo de la comarca de la Anoia, muy cerca de Igualada, en Barcelona. Iba con un amigo hablando de un sueño que me había angustiado durante la noche. En el sueño, yo había matado a tres personas, creo que todas jóvenes, y las había enterrado. Incluso en algún caso, había llegado a descuartizar el cuerpo. Este sueño, macabro, se debe a que estos días me he enganchado a la serie Mujeres desesperadas y, antes de irme a dormir, veo uno o dos capítulos. Los que conozcan la serie sabrán que gira en torno a un grupo de amigas que viven en una urbanización aparentemente idílica, pero que en el fondo oculta secretos tan terribles como el asesinato (con algún que otro descuartizamiento). Así que no es raro, creo, que si veo una serie antes de ir a dormir donde hay asesinatos, acabe soñando que yo soy uno de esos asesinos.

El problema empieza cuando, al pasar por ese pueblo de la Anoia, tuve que reducir la marcha del coche porque justo entraba en una estrecha calle peatonal. En ese preciso tramo es donde los jubilados del pueblo se sientan a charlar todas las mañanas y todas las tardes. Cuando pasé por al lado de ellos, a unos 20 kilómetros hora, fue cuando le estaba explicando a mi amigo el sueño angustioso que había tenido. Pero el tramo era tan corto, que los jubilados solamente escucharon "he matado a varias personas inocentes". No me di cuenta hasta que los ancianos se giraron de golpe (hay que ver qué oído más fino tienen a pesar de la edad) y se quedaron patidifusos. La frase era "en el sueño, yo estaba en mi casa pensando... ¡he matado a varias personas inocentes!"), pero, lo dicho, ellos sólo llegaron a escuchar la última parte.

Cuando me di cuenta de que claramente pensaban que yo debía ser un asesino, decidí no detenerme a almorzar en ese pueblo y seguir hasta el siguiente. Una lástima, porque la idea de llegar hasta allí era acabar en un restaurante concreto. Entiéndame: un pueblo de pocos habitantes, acostumbrado a la carencia de sobresaltos y de repente entra un desconocido con una frase inculpatoria... No sé si, al final, los jubilados pensaron que debía ser una broma, un malentendido o qué. Tampoco sé si apuntaron mi matrícula y luego fueron a la policía y en estos momentos estoy siendo investigado por asesinato. Pero, ¡lo juro!, la culpa la tiene la maldita serie Mujeres desesperadas. Qué caprichos tan inoportunos tiene el azar.

3 comentarios:

Sergio G.Ros dijo...

Joer, pues menos que no estabas viendo Dexter, que si no los del pueblo os apedrean y luego os queman en una hoguera como a Frankestein, je,je.. una pena no haber podido comer en ese restaurante. ¿Sabes? Yo si habría comido, nada más que por tener la sensación de suspense en los ojos de los viejos del pueblo, je,je...

M.Dolors dijo...

Seguiremos la noticia y vendremos a declarar en tu defensa... si se diera el caso de la detención.

ALBERT dijo...

Un anécdota genial. Si llegas a pasar por el pueblo de la Fletcher (la de Se ha escrito un crimen), no te escapas sin rendir cuentas antes. Mujeres desesperadas es una de las mejores series que actualmente se emiten. Espero que su creador, a la vista de los buenos resultados que aún cosecha, no decida finiquitarla como tenía pensado.