lunes, 26 de abril de 2010

Los primeros pasos de 'El sueño de Bambi'

En cada ciudad existe un teatro que sobrevive al margen de los grandes escenarios; son aquellas salas en cuyas puertas no hay taxis esperando ni donde se dan desfiles de autoridades en las fechas de los estrenos. Es un teatro donde las pequeñas compañías luchan por convertir el bajo presupuesto en originalidad.

Ayer tuve la oportunidad de ver la última representación de El sueño de Bambi en la Nau Ivanow, vieja fábrica de pinturas de la Sagrera (Barcelona) convertida hace poco más de diez años en centro cultural. En escena, una familia mal avenida y desquiciada ve cómo su rutina se ve alterada cuando la hija pequeña, Lucía, avisa de que la madre, postrada en una silla de ruedas desde hace años, va a morir por la noche. La hija mayor, Julia, regresa a casa tras una larga temporada sin casi dar señales de vida para despedirse de su madre, con quien mantiene una tensa relación. La familia la completan los otros dos hijos: Carlos, que tiene una deficiencia mental, y Antonio, que ve imposible cumplir su sueño de viajar al no poder dejar solos a su madre y hermanos.

El sueño de Bambi ha pasado ya dos veces por la Nau Ivanow después del éxito de público de la primera aventura y ahora tiene que enfrentarse al reto de adaptar la obra a un escenario con un aforo mayor en Sant Andreu. A pesar de que al término de la representación, algunos espectadores se levantaban con lágrimas en los ojos, hay que avisar que no se trata de una obra acabada ni pulida. Se trata de una pieza emergente que debe aprovechar su paso por la Nau para calibrar algunos aspectos y mejorarlos de cara al futuro (acortar algunas situaciones, sacarle más partido a una voz en off que aparece de forma poco precisa...).

En El sueño de Bambi hay buenas intenciones y algunas notables interpretaciones, sobre todo las de Christian Avilés en el papel de Carlos y la de Montse Alcoverro como la madre (en realidad, los dos papeles más complicados). La compañía Entropel no ha hecho más que empezar y espero que estos sean sólo los primeros pasos de El sueño de Bambi. Y espero que el camino sea largo.

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