Uno de los estrenos de esta semana ha sido Home, ¿dulce hogar?, dirigida por Ursula Meier. Se trata de una película típicamente europea donde una familia se enfrenta a la apertura de una autopista al lado de su casa. Los cinco miembros tienen una vida tranquila, todos están muy unidos. Por las tardes se reúnen para jugar al hockey, por las noches para ver la televisión y por las mañana los pequeños al colegio y el padre al trabajo. Es una vida casi bucólica: la casa está rodeada de campo, apenas hay ruidos y el simple hecho de sentarse a contemplar el paisaje es más que un entretenimiento.
Pero a tres o cuatro metros de la vivienda, la nueva autopista echa abajo toda esa armonía. El excesivo ruido y la peligrosidad de un entorno que antes era idílico provocan que la familia entre en constantes tensiones y el bienestar se convierte en conflicto.
La película puede tomarse como una metáfora que contrapone el espíritu tradicional a la llegada de la modernidad. Ésta debe aceptarse, guste o no, e intentar esquivarla puede llevarnos a la locura o bien a la claustrofobia. En el caso de los personajes, hay parte de ambas cosas.
El papel femenino protagonista (la madre) lo encarna Isabelle Huppert (La pianista), poniéndose nuevamente en la piel de una mujer atormentada. Ella y Olivier Gourmet (en el papel del padre) son quienes llevan el peso de la película, enorme responsabilidad que solventan de forma más que brillante.
Ursula Meier (38) lanza así su primer largometraje demostrando que tiene buenas ideas y que es capaz de convertirlas en sugerentes propuestas cinematógraficas como ésta. Toda una promesa.
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