¿Qué motiva que en una sala de cine, ante una película de terror, los espectadores no dejen de lanzar comentarios irónicos en voz alta y carcajadas a cada momento? Y que, para colmo, ante esos comentarios que deberían resultar molestos, el resto del público se eche a reír. Dos situaciones explicarían esto: una es que, en realidad, sea una comedia que parodia el cine de terror o bien que las escenas sean tan ridículas, que no nos quede más remedio que bromear ante el hecho de que los directores nos crean tan estúpidos como para tolerar semejante indigestión.
Con lo bien que había funcionado la primera entrega de REC, ¿qué necesidad había de dar un giro forzado e inverosímil a una historia que se podría haber quedado donde estaba? Desde el momento en que el virus contagioso de REC pasa a ser una cuestión de posesiones demoníacas en REC 2, la historia ya se me atraganta (y sólo estamos en los primeros minutos del filme). Lo que viene después es una caída en picado hasta el final.
Con REC 2, no sólo se desvirtuan las expectativas puestas en la película, sino que se acaba con el estatus alcanzado con la primera entrega. Y es que poner a Manuela Velasco en plan Tomb Raider y a uno de los personajes poseídos cocinando algo (no se ve, pero se intuye) es demasiada caña para mí (para que se hagan una idea: en ese momento, uno del público suelta en la sala "se está preparando un Cola Cao" y todo el mundo ríe). Por no hablar de que tres adolescentes se cuelan en el edificio de Rambla Catalunya sin ningún tipo de problema a pesar de que está todo absolutamente precintado y la policía controla cualquier movimiento. Por cierto, los jóvenes también van con cámara, claro.
Lo dicho: al menos, los comentarios irónicos de les espectadores han hecho que por momentos me olvidase del aburrimiento que estaba sintiendo. No les quepa duda de que habrá una tercera parte y quizá una cuarta... ¿Se impondrá definitivamente la cantidad a la calidad?
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