viernes, 18 de septiembre de 2009

Sucumbir o sucumbir, ésa es la cuestión

Reconozco que tengo debilidad por esas mesas llenas de libros antiguos, con tapas gastadas y páginas amarillentas. Siempre que viajo a una ciudad y me encuentro con alguna librería de viejo o algún mercado de libros de segunda mano, no puedo evitar pasar horas buscando alguna joya. No soy exigente: si encuentro un Dickens por 3 euros, un Vázquez Montalbán por 4 o un Cela por 2, ya me doy por satisfecho.

Soy consciente de que tengo mi casa llena de montañas de libros. Mi habitación es ya casi inaccesible: tres muebles forran de volúmenes una de mis paredes, mis cajones guardan más ejemplares, las estanterías también y los armarios que hay sobre mi cama lo mismo (siempre temo que el peso de la cultura me parta el cráneo).

En el estudio (despacho, lo llama mi padre) hay otros tres muebles con tomos. No hay más espacio en casa. Sin embargo, voy a alguna feria de libros de ocasión y no puedo evitarlo: me pierden esos tesoros.

Mañana el Passeig de Gràcia de Barcelona se llena de paradas de libros. Es la Fira del llibre d'ocasió antic i modern, que estará abierta hasta octubre. Cada año voy y cada año compro. Normalmente no llevo ningún título en la cabeza, porque no lo encuentro. Así que a partir de mañana iré sin expectativas, pero con la certeza de que más de uno caerá. Sucumbiré a la tentación. No lo puedo evitar.

Nota: la fotografía es de André Kertesz (un grandísimo fotógrafo).

1 comentarios:

Patricia Tena dijo...

Te entiendo perfectamente. Yo estoy guardando incluso algunos debajo de la cama en cajas. Es enfermizo. De todos modos, la semana que viene quedamos y vamos a passeig de gràcia a sucumbir a la tentación.