Ricardo Menendez Salmón
Editorial Seix Barral
Colección Biblioteca Breve
1ª edición, febrero de 2009
Género: Novela
ISBN: 9788432212642
143 Páginas
Vladimir ha decidido dejar de escribir novelas y ahora se dedica a corregir, por encargo, los textos ajenos. La mañana del 11 de marzo de 2004, mientras trabaja un texto de Dostoievski, su concentración se ve sacudida por los atentados en los trenes de cercanías de Madrid. Horas después empiezan las comparecencias de Aznar y Acebes. A partir de ese momento, el narrador-protagonista nos conduce hacia una reflexión sobre la manipulación del lenguaje, la configuración de la mentira política y la banalidad del palabreo. Todo, no podía ser de otro modo, con un marco de fondo al que nos tiene acostumbrados el autor: el terror.
Vladimir ha decidido dejar de escribir novelas y ahora se dedica a corregir, por encargo, los textos ajenos. La mañana del 11 de marzo de 2004, mientras trabaja un texto de Dostoievski, su concentración se ve sacudida por los atentados en los trenes de cercanías de Madrid. Horas después empiezan las comparecencias de Aznar y Acebes. A partir de ese momento, el narrador-protagonista nos conduce hacia una reflexión sobre la manipulación del lenguaje, la configuración de la mentira política y la banalidad del palabreo. Todo, no podía ser de otro modo, con un marco de fondo al que nos tiene acostumbrados el autor: el terror.
Entre Vladimir (protagonista y narrador) y Ricardo Menéndez Salmón (autor de la novela) hay bastantes aspectos en común; quizá lo más claro es que ambos huyen de los adornos, van directos al grano, pasan de eufemismo y purgan el trigo de la paja. No es de extrañar entonces que las novelas de Menéndez Salmón sean siempre tan breves (en extensión), pero intensas (en esencia), porque detrás de la escritura hay un exhaustivo proceso de limpieza. ¿No sería raro, de otro modo, descubrir que una novela de poco más de cien páginas ha tardado tres años en gestarse?
Menéndez Salmón llama en esta novela al pan, pan y al vino, vino. Frases tan rotundas como “lograr que el lenguaje diga lo que la realidad niega es una de las mayores conquistas del poder” o “la plasticidad del lenguaje al servicio de la política resulta aún hoy asombrosa”, son un clara muestra de lo que el lector se va a encontrar en esta breve novela.
¿Acaso es casual que el protagonista haya dejado la ficción para pasarse al terreno de la corrección? Mientras Vladimir se entretiene corrigiendo los textos de Dostoievski, Ricardo Menéndez Salmón nos da otra lección a los lectores: en este caso, hablándonos de lo que realmente tiene importancia en nuestras vidas: el amor, la felicidad, a fin de cuentas, sin rodeos.
El corrector es, seguramente, la novela más rotunda de las tres que ha publicado Seix Barral (La ofensa y Derrumbe son las otras dos). Pero el lector notará quizá que en El corrector no hay tanta literatura (llamémoslo así), sino más bien un pensamiento disfrazado de falsa ficción. Una novela que nos recuerda irremediablemente a El hombre del salto, de Don DeLillo.
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