viernes, 23 de noviembre de 2007

Ha muerto Francisco Candel

Hoy nos hemos despertado con la muerte de Francisco Candel. Sabíamos que estaba enfermo, pero no queríamos pensar que algún día Paco escribiría sus últimas palabras en esta vida.

A Paco Candel lo conocemos por diversas razones, pero la más importantes es su dedicación a la literatura. Seguro que recuerdan obras como Los otros catalanes, Donde la ciudad cambia su nombre o Hay una juventud que aguarda.

Si leemos alguna de estas novelas, podemos ver que su vida está ahí, en cada página. Me atrevería a decir que no hay ninguna novela del autor que huya de su propia biografía (ficcionada o no) y no me refiero a que todo escritor pone parte de su experiencia en sus novelas, sino que podemos ver en sus páginas que todos esos personajes existen realmente, sean disfrazados o no.

Candel siempre había querido ser escritor, desde pequeño leía mucho y le atraía la fama literaria. Intentó conseguir el estrellato con su primera novela, Brisa del cerro (1952), pero a pesar de que la presentó al Premio Nadal, al Premio Planeta, al Premio Ateneo de Valladolid…, no ganó y tampoco se la publicaron. No perdió la esperanza y con su segunda novela, Hay una juventud que aguarda (1954), se presentó al Premio Nadal otra vez con más optimismo que con su anterior obra, pero el premio se lo llevó Francisco Alcántara con La muerte sienta bien a Villalobos. Sin embargo, a pesar de no ganar, la suerte le sonrió; uno de los miembros del jurado, Sebastián Juan Arbó, escribió a Francisco Candel diciendo que si bien la obra no iba a resultar ganadora, sí podía animarle a seguir escribiendo porque era buena.

Arbó le dio a leer la novela a Ignacio Agustí -autor de Mariona Rebull- y este le escribió a Candel y le recomendó que fuera a ver al editor José Janés. Y José Janés le dio cinco mil pesetas, se quedó con la novela y le prometió que le publicaría todo lo que escribiera.

Quizá la novela más famosa para nosotros es Donde la ciudad cambia su nombre. Uno de los personajes –personas en realidad- que aparecían en la obra era “el Marcelino”. El Marcelino –mi abuelo- fue el primero del barrio en comprar el libro y leerlo, a pesar de lo caro que valía. Tal fue su sorpresa al ver lo que el Candel decía de él y del barrio, que fue a la plaza de las Casas Baratas anunciando lo que Francisco Candel había dicho de todos.

A cada vecino que pasaba por la plaza le decía: “oye, ven aquí, que mira lo que ha dicho el Candel de tu mujer” o “ya sabes que Candel dice que eres un…”. No todo el mundo se había leído el libro porque pocos eran los que sabían leer, pero todos acabaron enterándose de esto. El libro empezó a ir de mano en mano y cuando todos se informaron, decidieron dar caza al Candel.

Quisieron tomarse la justicia por su mano y fueron a lincharlo a su casa (que entonces vivía en Mare de Déu de Port, en la Zona Franca ). Francisco Candel se refugió en su casa y de vez en cuando se escapaba lejos a la espera de que la marea se calmara. Habló con José Janés y con Tomás Salvador. Janés lo calmaba y le decía que no pasaría nada y Tomás Salvador, que a parte de escritor era policía, le dijo que sus amigos lo protegerían.

Esto provocó que la prensa tomara parte en el asunto. Uno de los periodistas, Enrique Rubio, de la revista Soli, hizo un reportaje y fue en diversas ocasiones a las Casas Baratas para hablar con los vecinos (calmarlos e informarse). El asunto había saltado a la prensa, nacía el caso Candel.

Cualquiera que haga uso de su memoria, recordará alguno de los episodios del “caso Candel”. O simplemente basta con que lean su última obra Primera historia, primera memoria, donde explica todo esto y mucho más.

Pero si hay una novela que marca a cualquier lector, es Hay una juventud que aguarda. Una novela que es un ejemplo de empeño, esfuerzo por ver cumplidos los sueños de cada uno –el de él, ser escritor- y ganas de vivir. Decía nuestro amigo Candel en esa novela a propósito de su deseo de ser reconocido como escritor: “seguiré escribiendo, escribiendo, presentándome a concursos, siempre a los concursos, hasta que me caiga de viejo, o me muera, o yo que sé”.

Lo conseguiste, Paco. Lo conseguiste.

Manel Haro.

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