viernes, 21 de febrero de 2014

‘La España de Franco’, Manuel Chaves Nogales



Voy a decir algo por lo que quizá algunos me acusen de temerario o incluso de inepto (asumo el riesgo), pero he aprendido más sobre la Guerra Civil española y sobre la España de Franco leyendo a Chaves Nogales que repasando los libros de nombres capitales de nuestra historiografía como Antony Beevor, Hugh Thomas o Paul Preston, entre otros. Ojo, no porque estos ilustres británicos no hayan escrito grandes obras de referencia sobre nuestra contienda (¡benditos sean algunos de sus títulos!), sino porque soy de los que piensan que como las fuentes originales no hay nada. Vaya, que tener el goce de leer a un periodista que salió a tiempo de España y que tuvo la oportunidad de publicar en los años treinta sus opiniones en un semanario francés sobre lo que estaba viviendo nuestro país, no tiene precio.

La editorial Almuzara, junto a otros sellos, están recuperando a Chaves Nogales desde hace unos años, cosa que nos alegra a quienes hasta hace poco apenas habíamos leído nada de él. En La España de Franco tenemos una serie de artículos que el periodista sevillano escribió en L'Europe Nouvelle entre julio de 1938 y septiembre de 1939. Allí vemos a un hombre escéptico, temeroso incluso ante el desenlace de la guerra, desconfiado de ambos bandos, pero profundamente lúcido como para denunciar cuál era la estrategia del caudillo, cuáles eran las manos que movían los hilos del movimiento que se había alzado contra el gobierno de la República, cuáles iban a ser las consecuencias e incluso cómo iba a ser la España que iba a quedar después del vasto derramamiento de sangre. 

Nada que nos cuente Chaves Nogales en estos artículos nos tiene que pillar por sorpresa puesto que todo está más que documentado: la ayuda militar de Italia y Alemania a Franco, el papel que jugaban Gran Bretaña y Francia, el debilitamiento del ejército de la República por la falta de ayudas internacionales, el rol comunista de la Unión Soviética en esta encrucijada histórica, la importancia que cobró Falange cuando se la designó como el partido del gobierno y tantos otros aspectos conocidos. Lo importante aquí no es tanto desvelar misterios o pisar territorio virgen, sino descubrir la capacidad de un periodista que supo analizar a la perfección lo que estaba ocurriendo y, además, pronosticar lo que iba a venir años más tarde.

En estos artículos hay algo más que información, hay retratos humanos y sentimientos por mucha distancia que pusiera su autor, pero lo más relevante es que Chaves Nogales formaba parte de esa España. No estamos ante un estudio sesudo de lo que ocurrió varias décadas atrás, sino que la materia que nos está mostrando este libro es lo que en esos precisos momentos estaba viendo quien nos la está contando. Lo que se venía abajo era su España, eran sus compatriotas quienes morían, eran sus proyectos los que habían quedado atrás. Estos no son textos de un reportero enviado a una guerra que le es ajena (como fue el caso del propio Chaves Nogales cuando documentó lo que se incubaba en la Alemania de Hitler, y que Almuzara recogió en el libro Bajo elsigno de la esvástica)  sino que los firma alguien que, desde fuera, ve cómo se desangra su país.

Si uno quiere saber la crónica completa de la Guerra Civil española o del franquismo, tiene buenos volúmenes para acceder a ellos, como los que firman Beevor o Preston, entre otros. Pero para dejarse envolver por aquellos ambientes de guerra, por el peso de las decepciones, por el desconcierto, el temor, la rabia, la indignación, la astucia, la superioridad... nada mejor como acudir a hemerotecas y a las fuentes originales. La España de Franco no deja de ser un ejercicio hemerográfico, son artículos que andaban perdidos y que una editorial ha decidido recuperar para fortuna de lectores con inquietudes históricas. Esta es una muestra más del genio de Manuel Chaves Nogales, una prueba palpable de la importancia que tuvo el periodismo en aquella época y, a fin de cuentas, la carta de presentación de una nueva y triste España que un humilde profesional legaba a la posteridad. Todo lo que vino después él ya lo imaginó.    

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