En poco espacio, es fácil encontrarse con diferentes construcciones medievales (monasterio, murallas, torres...) e incluso con gastronomía medieval. En el mismo edificio del ayuntamiento, al lado de la entrada a la torre, un pequeño local
ofrece vino, sopa o pan relleno de carne.
A pocos metros, el restaurante Olde Hansa apuesta por recetas puramente medievales de diferentes puntos de Europa y del mundo árabe (por ejemplo, uno puede tomar una cerveza a la miel mientras degusta carne a la cerveza con arroz o bien carne con higos en salsa). Realmente vale la
pena esta restaurante, que, a menos que uno pida el filete de oso (unos 50 euros), no resulta caro. Los camareros, por cierto, van vestidos de campesinos y no es raro ver cruzar el comedor a misteriosos encapuchados con largas vestiduras oscuras.
Tallín es una ciudad que vale la pena, sobre todo si al turista le fascina lo medieval (de vez en cuando es fácil encontrarse con carros que venden almendras garrapiñadas, escuchar música del medievo por las calles o practicar tiro con arco en algún foso cerca de las murallas). Interesante centro histórico como interesante es su imponente iglesia ortodoxa cerca del Parlamento. No lo duden, anoten Tallín entre los imprescindibles para sus futuros viajes. No se arrepentirán.
Fotos: Manel Haro ©
3 comentarios:
sí que sembla molt turístic, sí... pero és bonic...
qué fotos tan bonitas! qué interesante
Tallin em va encantar!!! Quina ciutat més bonica!
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