Partamos de una evidencia: lo que el ciudadano sabe de las guerras que hay actualmente en el mundo lo conoce a través de la mediación de las imágenes que nos llegan a través de los medios de comunicación. Si tenemos en cuenta que cada imagen es la representación de una parte de la realidad, entonces parece pertinente plantearse si esa imagen tiene una función puramente informativa o bien es parcial, interesada o demasiado mediatizada. ¿Nos volvemos insensibles ante la lluvia de imágenes que nos llegan de la guerra hasta el punto de restarle valor a las vidas civiles perdidas? Cuando nos llega una imagen especialmente dolorosa de determinados crímenes de guerra, ¿hay detrás intereses políticos que pretenden movilizar a la sociedad? Estas son algunas de las reflexiones que Judith Butler, catedrática de retórica y literatura comparada de la Universidad de California (Berkeley), se planteó ayer en el CCCB de Barcelona.
Butler, que acaba de publicar el libro Marcos de guerra en la editorial Paidós, explicó que "la imagen regula el ámbito de la violencia" y se preguntó que, si bien las bombas son violentas, si también lo es la representación que muestra sus efectos. "La violencia -puntualizó Butler- se encuentra dentro de un marco y la representación de esa violencia provoca la comprensión e intelegibilidad de las guerras". Sin embargo, insistió, "el marco reproduce de forma selectiva la representación de la realidad y aumenta el nivel de destrucción de la guerra". El más claro ejemplo son la fotografías de las torturas que soldados estadounidenses infligieron a iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib. Cualquier ciudadano puede intuir los efectos de los conflictos bélicos, pero hasta que no llegan determinadas imágenes, no somos capaces de entender hasta qué punto se cometen "crímenes de guerra".
Precisamente este último aspecto sirvió a Butler para reflexionar largamente sobre qué es considerado delito dentro de una guerra cuando hay tanta destrucción y muerte. "Que una guerra sea justa o legal -dijo- depende de la capacidad de controlabilidad de la maquinaria de guerra y si una guerra es inevitable, entonces parece que no hay tanto nivel de criminalidad". En este sentido reflexionó sobre el valor que tiene una vida en la guerra y si es variable dependiendo de si quien muere es civil, una mujer o un niño y remarcó lo engañoso de dar cifras de muertos en un conflicto, ya que en una situación de destrucción es difícil concretar qué muerte es resultado directo de las armas y cuál no.
Butler se mostró especialmente sensible con los niños que son utilizados por Hamás como escudos humanos en Gaza y remarcó que "algunos niños palestinos no nacen humanos, sino que nacen como instrumentos de guerra y mucho antes de morir no son más que metal y maquinaria bélica" y recordó que "puede creerse que matar una vida para defender otra es digno, pero no hay que olvidar que en una guerra la vida de una persona está siempre ligada a la vida de otra".
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