Manel Haro. Barcelona © / Fotografías: Joan Tomás © (cedidas por Plaza & Janés)
Aprovechando que sale de una charla en la red, ¿puede decirme quién prefiere que le pregunte: los periodistas o los lectores?
Vaya, esa es una pregunta que nunca me habían hecho. Son cosas diferentes, los periodistas sois más profesionales, tenéis más claro lo que queréis preguntar y con los lectores, en cambio, te puedes encontrar con cualquier tipo de pregunta, lo cual también es interesante. El lector teóricamente es más agradable para un escritor, sobre todo si le ha gustado la novela (ríe).
¿Y si alguien le dice que no le ha gustado?
Los lectores, al menos a mí, no me han dicho que la novela sea mala, aunque debe haberlos, claro. De todos modos, no creo que nadie se acerque a decirme eso, yo no lo haría. Por lo general, el contacto con los lectores es bueno.
¿Por qué decide ir a las Alpujarras con esta novela?
¿Tuvo la tentación o alguien le sugirió que volviera a escribir sobre Barcelona?
No, eso no significa que lo deje o que no vaya a escribir sobre Barcelona de nuevo.
En cuanto a la documentación… ¿200 libros fueron al final?
¿Cree que en esta novela ha sabido digerir mejor el grueso de la documentación?
Cuando uno estudia mucho sobre una época, corre el riesgo de dar más información al lector de lo que es necesario. Hay que intentar no hacerlo, por muy interesante que sea, porque sería un error. Yo creo que en La catedral del mar también lo logré, quizá en algunos casos no tanto, pero sí es cierto que hay que llevar la historia a través de la trama sin apabullar al lector con datos históricos que, aun siendo interesantes, pueden ser excesivos.
¿Por qué en el género histórico se apuesta mayoritariamente por la novela de formación? Es decir, normalmente, el personaje es un joven que va formándose, en vez de tomar a un personaje ya adulto.
La novela histórica te hace coger un periodo histórico extenso, por norma general. Si escribes sobre un hecho histórico que dura sesenta años, te obliga a indagar en varias generaciones y mostrar los acontecimientos a través de los personajes. Un thriller no aguantaría un periodo tan largo, pero una novela histórica pierde fuerza si el lector no puede enfrentarse a una historia que abarque varios años.
¿Cree que la novela negra está devorando a la novela histórica?
Puede ser, yo no soy entendido en eso, no lo estudio, pero yo creo que la profesión está en todos los campos. Hay mucha novela negra, pero también mucha novela histórica.
¿Se siente cómodo compitiendo con Stieg Larsson en ventas?
Me siento cómodo (sonríe). Larsson es un fenómeno en ventas y que los lectores piensen que se puede competir… Lo que hay que asegurar es que haya sitio para todos.
¿Qué cosas aprendió de su escritura de La catedral del mar y que ahora ha podido aplicar a La mano de Fátima?
El estudio sobre todo. Con La catedral del mar había veces que notaba que me faltaban cosas por estudiar, no tenía bien definidas algunas cosas, pero con La mano de la Fátima ya no me ha ocurrido, porque tengo más experiencia y uno sabe que tiene que estudiar más antes de escribir. También en la organización y en la forma de escribir, aunque sin que haya demasiados cambios.
¿De la crítica ha aprendido algo?
Me he sentido bien tratado en ese aspecto, aunque sí es verdad que hubo algunos críticos que hablaron más del fenómeno best seller que de la novela.
¿Ha olvidado ya a Arnau Estanyol, el protagonista de La catedral del mar?
Sí, aunque de vez en cuando me acuerdo de él (sonríe).
¿Cuándo olvidará a Hamid, el protagonista de La mano de Fátima?
En el momento en que me ponga a escribir una tercera novela...
¿La ha empezado?
No, todavía no. ¡Después de la promoción toca descansar un poco!
Abogado y escritor. ¿Cómo era su jornada habitual cuando escribía La mano de Fátima?
¡Qué bárbaro!
Hay que saber organizarse el tiempo (sonríe).
¿Tiene algún sueño de escritor que le gustaría alcanzar?
No, no pienso en eso.
¿Qué prefiere: vender miles de ejemplares o que por unanimidad le digan que su novela es buena?
¿Le preocupa el libro electrónico y el futuro de los derechos de autor?
¡Claro! O se sientan unas bases, que ahora no existen, o las editoriales se ponen las pilas, porque yo no me puedo estar tres años escribiendo una novela y que luego los derechos de autor no sean satisfechos. Eso va en detrimento de la creatividad. Hay que pagar el producto y la patente.
¿Pero alguien leerá mil páginas a través de un ordenador?
No, pero a través de otros dispositivos sí. Al igual que se escucha música en reproductores MP3, se leerán libros en formato digital. Eso no hay dios que lo pare.
4 comentarios:
Pues como lector tuyo te lo digo:"la mano de Fátima" ME HA PARECIDO UN SOBERANO TOSTÓN."la Cátedral del Mar" me gustó, pero esta segunda es un auténtico ladrillo, majete.
La mano de Fátima me ha parecido, más redonda, mejor escrita, creo el autor disfrutó más esta segundo libro, no significa que La catedral del mar sea malo, solo que para mi gusto el segundo es mucho mejor, por el manejo de personajes, la trama, la historia en general, saludos desde México.
No me gustó, se repite la misma historia que en la catedral del mar, cambiando el escenario.
Me temo que la próxima sea sobre un muchacho chino con idénticas visicitudes y altibajos. Un culebrón de lo más superficial.
Las Novelas son buenísimas, me han gustado mucho,y las historias son completamente diferente, son dos momentos y dos escenarios completamente distintos que reflejan la historia de dos regiones completamente diferenciadas, pero que a la vez te ves inmerso en ellas por su sensibilidad y contenido emocional, yo puedo decir que ambas me han hecho llorar.
Felicidades
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