
El director partía de un texto potente y, aunque breve, realmente difícil de adaptar. Toda la acción transcurre en un sólo espacio y con dos únicos personajes, lo que ya de por sí es un handicap para mantener la atención del público durante toda la representación. Sin embargo, esos dos actores (Carrión y Castejón) son, como hoy mismo han demostrado, una garantía sobre el escenario.

Sin embargo, hay algunos detalles que no me han convencido. En primer lugar, creo que el director ha dotado al personaje de Texel de demasiados rasgos cómicos. Amélie Nothomb no escribió una comedia, aunque durante la novela haya momentos de humor, sino que se trata de un relato donde la tragedia late (y crece) a medida que se avanza en la lectura. La conversación entre los dos personajes prepara al lector para un potente final. Si bien en la novela el lector está totalmente encerrado en la narración, en la obra hay determinados gags de Texel que alejan al espectador de la historia y le hacen perder la atención y la entrega que ya había puesto en ella.

El desenlace de la historia en la obra, en comparación con la novela, queda muy descafeinado. Nothomb logra un final impactante y muy visual, pero Sáiz ha preferido algo más discreto y creo que no le ha salido del todo bien. Cosmética del enemigo encierra una interesante reflexión que queda muy clara en la novela, pero difusa en la obra. El problema, insisto, es el tono demasiado cómico de esa conciencia trágica.
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