El padre de Blancanieves
Belén Gopegui
Editorial Anagrama
Colección: Narrativas Hispánicas
1ª edición, 2007
Género: Novela
352 páginas
ISBN: 978-84-339-7157-9
Manuela es una profesora madrileña que lleva una vida acomodada, sin sobresaltos, casada con un hombre adinerado y altamente aburguesado, Enrique. Ambos son los padres de tres hijos, de los que destaca la figura de Susana, una joven concienciada con los problemas sociales que está integrada en una asociación clandestina para luchar contra las emisiones de gases a la atmósfera, contra el capitalismo más exacerbado, etc.
Enrique parece preocupado por el camino que está tomando su hija y para evitar que siga por él no dudará en tomar cartas en el asunto: investigará las acciones llevadas a cabo por la asociación en la que milita Susana e intentará bloquear su buena marcha.
Manuela, por su parte, verá cómo su concepción de la vida cambia cuando se queja al encargado de un supermercado porque uno de sus dependientes, un inmigrante ecuatoriano, se ha despreocupado de su pedido. El ecuatoriano será despedido, hecho que motiva que cada día se plante frente a la puerta de Manuela para exigirle un trabajo, dado que su familia podría pagar las consecuencias de la falta de ingresos en su casa. Será el detonante para que Manuela sienta la necesidad de ver la vida de otra manera.
El padre de Blancanieves es una novela coral, donde cada personaje explica de distintas maneras cuál es su papel en el mundo. Manuela lo escribe en un cuaderno; Enrique mantiene una relación epistolar con Goyo, amigo de Susana y miembro de la asociación; otros personajes lo hacen a través del diálogo directo, etc.
Estamos, sin lugar a dudas, ante una novela ambiciosa y profundamente arriesgada. Detrás de los personajes se esconden los perfiles de los distintos tipos de personas que nos encontramos en la sociedad y de algunos ideales frustrados. Enrique es el hombre con dinero que no es demasiado feliz y angustiado con su trabajo, pero que prefiere conformarse con la vida que le ha tocado vivir antes de apuntarse el cambio. Manuela, sin embargo, es una mujer que sí quiere probar una manera de vivir diferente y no dudará en replantearse su posición para intentar comprender cuál es su papel en la vida. Susana responde al ideal de la juventud concienciada con los problemas del mundo que poco a poco nos van acechando, pero que, sin embargo, sus buenas intenciones no consiguen motivar ningún cambio significativo en la sociedad. Hay otros personajes que tendrán su importancia en la novela, como los que se ven entre la espada y la pared ante la posibilidad de aceptar un trabajo que vaya contra sus ideales pero que ofrecen un buen sueldo.
Detrás de estos jóvenes comprometidos se podría esconder un lema popular, del tipo Yes, we can; es decir, podemos hacerlo, podemos cambiar las cosas, no hay que conformarse. Por pequeña que sea la iniciativa, ya es una señal de inconformismo, de desacuerdo con las circunstancias. Pero, como sabemos, esto es más bien un ideal, un ánimo por parte de la autora, que una realidad, dado que en la actualidad estamos asistiendo a cierta indiferencia por parte de la juventud ante sus problemas más inmediatos. De forma individualizada es difícil afrontar un cambio y colectivamente no garantiza el ser escuchado.
Belén Gopegui ha querido prescindir de una trama clásica, con un principio, nudo y desenlace. En El padre de Blancanieves, hay más bien un desfile de voces que perfilan diferentes caracteres. Esos personajes –Enrique, Manuela, Susana, Goyo…- se entrecruzan y van configurando un mundo que es, a fin de cuentas, el que vivimos, el de la realidad y el de los ideales. La novela podría haber tenido cincuenta páginas más o cincuenta más, y el contenido argumental no variaría demasiado.
La autora ha demostrado con esta novela gran habilidad literaria, aunque a algunos lectores les pueda parecer una obra algo densa o lenta de leer. No obstante, hay que valorar de forma muy positiva que una autora apueste por una forma de entender la literatura en un momento en que parece que es necesario hablar de catedrales medievales para demostrar que uno vale para esto de escribir libros.
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