Marta Rivera de la Cruz nació en Lugo en 1970 y es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
Ha escrito varias novelas, algunas de las cuales ha obtenido el reconocimiento de reconocidos premios literarios: Que veinte años no es nada (Premio Ateneo de Sevilla de Novela Joven), Hotel Almirante, En tiempo de prodigios (Finalista Premio Planeta 2006) y Linus Daff, inventor de historias, novela que reedita Planeta en 2007 bajo título El inventor de historias.
De entre sus diversas actividades, además de la literatura, colabora en el programa Al sur de la semana de la Cadena COPE y en El País Semanal.
A propósito de la reedición de Planeta de su novela El inventor de historias, hemos hablado con ella.
ENTREVISTA DE MANEL HARO A MARTA RIVERA DE LA CRUZ
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¿Cómo surge la idea de escribir una novela como El inventor de historias?
Fueron muchos frentes, por un lado a mí me apetecía hacer algo de novela de aventuras, luego me interesaba mucho la época victoriana y pos-victoriana. Luego me encontré con la noticia en prensa de que se habían encontrado entre los restos del Titanic, la maleta de un hombre cuya documentación del interior iba a nombre de un tal Irwin Howard, que se suponía que era un caballero con dinero y culto, porque había libros, partituras, tarjetas de visitas… No obstante, esa persona no estaba en la lista de pasajeros del Titanic. Esa historia me había dado muchas vueltas en la cabeza y decidí incorporarla. Me planteé que Irwin Howard no existiera realmente, sino que fuera invención de un fabulador. El inventor de historias surge de ahí.
En cuanto a la cronología de la novela, vemos que la historia está integrada en unos hechos históricos.
Sí, lo que marca la cronología de la novela es el Titanic. También es importante la aparición de Jack El Destripador. Es importante situar la novela en su contexto, porque los hechos que se cuentan no serían factibles en la actualidad.
El inventor de historias ha sido reeditado por Planeta, después de que otra editorial lo publicara hace años. ¿Cómo surge la idea de reeditar la novela?
Fue una novela en la que confié bastante, yo sabía que si se recuperaba, podría ir bien, no digo que fuese un best seller, pero sí que daría buenos resultados. Cuando quedé finalista del Planeta, la editorial me preguntó qué tenía libre de derechos de autor y les hablé de esta novela. Se la pasé inmediatamente, les gustó y decidieron comprarla. La primera intención fue hacerla en bolsillo, pero finalmente decidieron arriesgarse con esta edición.
En las notas finales del libro, agradeces la ayuda a Fernando Marías, Javier Sierra, la Semana Negra de Gijón… ¿cómo te ayudaron?
Ellos intentaron hacer todo lo posible para que se reeditara esta novela. La Semana Negra de Gijón recopiló todos los ejemplares que estaban desperdigados por librerías, Javier Sierra habló de El inventor de historias a un par de editores... Lo que pasa que volver a editar un libro que ya salió en su momento es una operación muy arriesgada y ese riesgo lo corrió Planeta. Ellos se esforzaron todo lo que pudieron para que la novelas se recuperase en su momento, aunque no llegó a salir del todo bien. Eso no quita que no se esforzaran hasta el límite de sus posibilidades.
¿Por qué crees que novelas como El inventor de historias, que son de una calidad indiscutible, acaban desapareciendo de las librerías en un mes?
Porque ocurre con muchísimas novelas. La vida de un libro en España es terriblemente corta. Si un libro no tiene una campaña de promoción muy fuerte detrás, es muy fácil que se pierda. Cada año pasa esto con muchas buenas novelas. A mí me da mucha lástima, porque son novelas que están en las mesas de novedades diez días y luego desaparecen y eso es muy poco tiempo para que una novela arranque, sobre todo si no hay una campaña de promoción detrás. Esas novelas se van a una especie de limbo; si tienen suerte, algunas son rescatadas, como El inventor de historias, y si no, se quedan ahí para siempre.
Marta, en tus novelas hay mucho optimismo.
La escritura refleja una forma de ser y yo soy bastante optimistas como persona. La novela tiene elementos humorísticos, además de optimistas. Quizá sea mi novela más divertida, la que más mueve a la sonrisa y a la ironía.
¿Otro reflejo de ti en la escritura puede que sea Linus Daff, el inventor de historias?
Él hace de la mentira un negocio, yo no sé hasta qué punto disfruta de ello. Daff de adulto nunca miente para sí mismo, siempre lo hace en beneficio de los demás. Como personaje, me parece muy interesante la relación de Linus Daff con la mentira, porque es muy profesional.
Hay un contraste con Pedro Almeiras, un personaje que no es capaz de mentir nunca, ni siquiera para salvar asuntos personales.
Efectivamente, es un personaje incapaz de mentir, no sabe hacerlo.
A los personajes de la novela se les toma cariño muy rápidamente. Cuando acabas de leer El inventor de historias, todavía piensas en ellos. Como escritora, ¿cuándo acabas de escribir la novela, sigues dando vueltas a tus personajes?
Yo intento alejarme de la novela cuando acabo de escribir, porque cuando le pones el punto y final y la entregas a la editorial, tienes que aprender a distanciarte, porque a partir de que la novela sale, ya no sólo te pertenece a ti, es de más gente. Entonces tienes que aceptar que la critiquen, que se cuestionen cosas… y si se está muy metida con los personajes y con la novela, hay cosas que se pueden llevar mal. Por lo tanto yo intento distanciarme un poco de los personajes y de la historia, aceptar que la novela ya no es mía al cien por cien, sino que también es de mucha más gente.
Hay una cosa que llama la atención. En tu blog se puede leer que te gusta mucho ver la gente pasar en los vestíbulos de los hoteles. Y en la novela, tanto Patrick O’Brien como Linus Daff les ocurre lo mismo. Se detienen a analizar a esas personas que hay en el hotel.
Eso tiene mucho que ver con la curiosidad que tengas. Si eres una persona curiosa, esos espacios resultan muy agradables, porque la imaginación da para mucho y si te sientas para ver pasar gente y pasan personas tan distintas, piensas que hay mil cosas detrás de cada persona y te gustaría saberlas todas. Los aeropuertos y los vestíbulos de los hoteles son los mejores sitios para observar a las personas.
Parte de la novela está situada en Cuba. ¿Habías visitado este país cuando escribiste El inventor de historias o la recreación parte de la imaginación?
Estuve en Cuba pero cuando ya había escrito la novela y me encantó comprobar que era exactamente como yo lo había descrito. Me encontré la ciudad que me había imaginado.
¿Hay algún escritor que haya marcado tu trayectoria literaria?
Muchos, aunque te diría que los de mi generación debemos bastante a los autores del boom; en mi caso debo mucho a García Márquez, que fue un autor que me provocó las ganas de escribir.
Lo preguntaba porque cuando leía la novela, concretamente la primera parte, no sabía si estaba ante una obra de Marta Rivera de la Cruz o de Dickens.
Muchas gracias (risas), Dickens también me gusta muchísimo y lo leí cuando era más joven. Es curioso porque los autores que lees cuando tenías dieciséis años no sabes hasta qué punto te han marcado, sí eres más consciente de los escritores que lees con veintiuno o veintidós, porque los lees con cierta conciencia crítica. De Dickens lo que recuerdo es que me apasionaban las historias que contaba, tan ricas y tan distintas con sus personajes. Además, los libros de Dickens los había leído casi todos, pero siendo tan joven es más fácil que esa influencia la reconozca otra persona que yo misma.
En Cataluña hace unos meses hubo mucha polémica con la Feria de Frankfurt porque el invitado era la cultura catalana, pero solamente querían llevar a escritores que escribían en catalán. Es decir, excluían la literatura de Cataluña escrita en castellano. Tú también te has sentido discriminada de la literatura gallega por no escribir en gallego.
Sí, pero no es que te sientas discriminada, es que te discriminan. Es discriminación institucional, no es una percepción que yo pueda tener, es un hecho fehaciente y palpable. Aquí se ha creado una especie de comandita que pretende reducir la cultura al idioma. El idioma es parte de la cultura, evidentemente, pero no la única. Es muy peligroso aplicar ese reduccionismo, lo que pasa es que todo también es un asunto de intereses. Cuando denuncias esto, te dicen que quieres conseguir algo y yo no quiero conseguir nada, porque no creo en la cultura y la literatura subvencionada, no creo en los libros comprados por las instituciones. Yo quiero vender libros en las librerías y no en los despachos. El problema es que hay mucha gente que han decidido ser escritores para vender libros en los despachos, pero, claro, eso no son escritores.
Como tú misma has dicho, es un problema que crean las propias instituciones. ¿Crees que los lectores se dejan llevar por estas polémicas?
No, afortunadamente el lector es una persona que tiene una formación, una capacidad crítica, y ese criterio no se lo va a marcar la política lingüística o cultural de ninguna institución. Hay una pequeñísima minoría que sí se deja llevar por esta polémica, pero en general el lector tiene criterio. Esta polémica va por otro sitio, está más relacionada con la política que con la cultura y los lectores siguen leyendo lo que les interesa. Es una polémica artificial que no afecta a la relación del autor con el lector. Pero me parece muy peligrosa en cuanto a la protección y difusión de las culturas de las comunidades autónomas históricas, porque hay gente que ha decidido vincular de una forma muy aguda la cultura con el idioma.
Los lectores vamos a por la cultura y lo demás sobra.
Claro, en Galicia hay ayudas para traducir libros al gallego, pero por ejemplo un libro como El código da Vinci en una librería vendió 850 ejemplares en castellano y en gallego sólo siete. Al final lo que te da la medida de las cosas es eso.
En las comunidades autónomas bilingües, como Cataluña o Galicia, se traducen al catalán o al gallego novelas que aparecen en castellano. ¿Para qué hacer esto si todo el mundo entiende el castellano?
Si mi novela se tradujese al gallego no vendería tanto en esta lengua porque la gente prefiere leerla en castellano. A mí me gustaría saber los escritores que escriben en gallego si venden en Galicia más libros en castellano o en gallego, pero ese dato nadie te lo va a dar. Por ejemplo, de los libros que escribe Manuel Rivas cuántos se venden en Galicia en gallego y cuántos en castellano. Estoy segura de que vende más en castellano, la traducción, que del original. Esto significa que la polémica no afecta para nada en los lectores.
Marta, para acabar, ¿qué estás escribiendo ahora?
Estoy con una novela, pero con tranquilidad, porque el año pasado no pude hacer prácticamente nada porque estaba con la promoción de En tiempo de prodigios. Trabajaré para que salga este año. Tenía bastante mono de literatura (risas), me lo estoy pasando muy bien escribiendo otra vez.
Esperaremos ansiosos esa nueva novela con el deseo de que sea tan buena como El inventor de historias.
Gracias (risas).
Web de la autora: http://www.martariveradelacruz.com/
Entrevista para Anika Entre Libros.
Ha escrito varias novelas, algunas de las cuales ha obtenido el reconocimiento de reconocidos premios literarios: Que veinte años no es nada (Premio Ateneo de Sevilla de Novela Joven), Hotel Almirante, En tiempo de prodigios (Finalista Premio Planeta 2006) y Linus Daff, inventor de historias, novela que reedita Planeta en 2007 bajo título El inventor de historias.
De entre sus diversas actividades, además de la literatura, colabora en el programa Al sur de la semana de la Cadena COPE y en El País Semanal.
A propósito de la reedición de Planeta de su novela El inventor de historias, hemos hablado con ella.
ENTREVISTA DE MANEL HARO A MARTA RIVERA DE LA CRUZ
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¿Cómo surge la idea de escribir una novela como El inventor de historias?
Fueron muchos frentes, por un lado a mí me apetecía hacer algo de novela de aventuras, luego me interesaba mucho la época victoriana y pos-victoriana. Luego me encontré con la noticia en prensa de que se habían encontrado entre los restos del Titanic, la maleta de un hombre cuya documentación del interior iba a nombre de un tal Irwin Howard, que se suponía que era un caballero con dinero y culto, porque había libros, partituras, tarjetas de visitas… No obstante, esa persona no estaba en la lista de pasajeros del Titanic. Esa historia me había dado muchas vueltas en la cabeza y decidí incorporarla. Me planteé que Irwin Howard no existiera realmente, sino que fuera invención de un fabulador. El inventor de historias surge de ahí.
En cuanto a la cronología de la novela, vemos que la historia está integrada en unos hechos históricos.
Sí, lo que marca la cronología de la novela es el Titanic. También es importante la aparición de Jack El Destripador. Es importante situar la novela en su contexto, porque los hechos que se cuentan no serían factibles en la actualidad.
El inventor de historias ha sido reeditado por Planeta, después de que otra editorial lo publicara hace años. ¿Cómo surge la idea de reeditar la novela?
Fue una novela en la que confié bastante, yo sabía que si se recuperaba, podría ir bien, no digo que fuese un best seller, pero sí que daría buenos resultados. Cuando quedé finalista del Planeta, la editorial me preguntó qué tenía libre de derechos de autor y les hablé de esta novela. Se la pasé inmediatamente, les gustó y decidieron comprarla. La primera intención fue hacerla en bolsillo, pero finalmente decidieron arriesgarse con esta edición.
En las notas finales del libro, agradeces la ayuda a Fernando Marías, Javier Sierra, la Semana Negra de Gijón… ¿cómo te ayudaron?
Ellos intentaron hacer todo lo posible para que se reeditara esta novela. La Semana Negra de Gijón recopiló todos los ejemplares que estaban desperdigados por librerías, Javier Sierra habló de El inventor de historias a un par de editores... Lo que pasa que volver a editar un libro que ya salió en su momento es una operación muy arriesgada y ese riesgo lo corrió Planeta. Ellos se esforzaron todo lo que pudieron para que la novelas se recuperase en su momento, aunque no llegó a salir del todo bien. Eso no quita que no se esforzaran hasta el límite de sus posibilidades.
¿Por qué crees que novelas como El inventor de historias, que son de una calidad indiscutible, acaban desapareciendo de las librerías en un mes?
Porque ocurre con muchísimas novelas. La vida de un libro en España es terriblemente corta. Si un libro no tiene una campaña de promoción muy fuerte detrás, es muy fácil que se pierda. Cada año pasa esto con muchas buenas novelas. A mí me da mucha lástima, porque son novelas que están en las mesas de novedades diez días y luego desaparecen y eso es muy poco tiempo para que una novela arranque, sobre todo si no hay una campaña de promoción detrás. Esas novelas se van a una especie de limbo; si tienen suerte, algunas son rescatadas, como El inventor de historias, y si no, se quedan ahí para siempre.
Marta, en tus novelas hay mucho optimismo.
La escritura refleja una forma de ser y yo soy bastante optimistas como persona. La novela tiene elementos humorísticos, además de optimistas. Quizá sea mi novela más divertida, la que más mueve a la sonrisa y a la ironía.
¿Otro reflejo de ti en la escritura puede que sea Linus Daff, el inventor de historias?
Él hace de la mentira un negocio, yo no sé hasta qué punto disfruta de ello. Daff de adulto nunca miente para sí mismo, siempre lo hace en beneficio de los demás. Como personaje, me parece muy interesante la relación de Linus Daff con la mentira, porque es muy profesional.
Hay un contraste con Pedro Almeiras, un personaje que no es capaz de mentir nunca, ni siquiera para salvar asuntos personales.
Efectivamente, es un personaje incapaz de mentir, no sabe hacerlo.
A los personajes de la novela se les toma cariño muy rápidamente. Cuando acabas de leer El inventor de historias, todavía piensas en ellos. Como escritora, ¿cuándo acabas de escribir la novela, sigues dando vueltas a tus personajes?
Yo intento alejarme de la novela cuando acabo de escribir, porque cuando le pones el punto y final y la entregas a la editorial, tienes que aprender a distanciarte, porque a partir de que la novela sale, ya no sólo te pertenece a ti, es de más gente. Entonces tienes que aceptar que la critiquen, que se cuestionen cosas… y si se está muy metida con los personajes y con la novela, hay cosas que se pueden llevar mal. Por lo tanto yo intento distanciarme un poco de los personajes y de la historia, aceptar que la novela ya no es mía al cien por cien, sino que también es de mucha más gente.
Hay una cosa que llama la atención. En tu blog se puede leer que te gusta mucho ver la gente pasar en los vestíbulos de los hoteles. Y en la novela, tanto Patrick O’Brien como Linus Daff les ocurre lo mismo. Se detienen a analizar a esas personas que hay en el hotel.
Eso tiene mucho que ver con la curiosidad que tengas. Si eres una persona curiosa, esos espacios resultan muy agradables, porque la imaginación da para mucho y si te sientas para ver pasar gente y pasan personas tan distintas, piensas que hay mil cosas detrás de cada persona y te gustaría saberlas todas. Los aeropuertos y los vestíbulos de los hoteles son los mejores sitios para observar a las personas.
Parte de la novela está situada en Cuba. ¿Habías visitado este país cuando escribiste El inventor de historias o la recreación parte de la imaginación?
Estuve en Cuba pero cuando ya había escrito la novela y me encantó comprobar que era exactamente como yo lo había descrito. Me encontré la ciudad que me había imaginado.
¿Hay algún escritor que haya marcado tu trayectoria literaria?
Muchos, aunque te diría que los de mi generación debemos bastante a los autores del boom; en mi caso debo mucho a García Márquez, que fue un autor que me provocó las ganas de escribir.
Lo preguntaba porque cuando leía la novela, concretamente la primera parte, no sabía si estaba ante una obra de Marta Rivera de la Cruz o de Dickens.
Muchas gracias (risas), Dickens también me gusta muchísimo y lo leí cuando era más joven. Es curioso porque los autores que lees cuando tenías dieciséis años no sabes hasta qué punto te han marcado, sí eres más consciente de los escritores que lees con veintiuno o veintidós, porque los lees con cierta conciencia crítica. De Dickens lo que recuerdo es que me apasionaban las historias que contaba, tan ricas y tan distintas con sus personajes. Además, los libros de Dickens los había leído casi todos, pero siendo tan joven es más fácil que esa influencia la reconozca otra persona que yo misma.
En Cataluña hace unos meses hubo mucha polémica con la Feria de Frankfurt porque el invitado era la cultura catalana, pero solamente querían llevar a escritores que escribían en catalán. Es decir, excluían la literatura de Cataluña escrita en castellano. Tú también te has sentido discriminada de la literatura gallega por no escribir en gallego.
Sí, pero no es que te sientas discriminada, es que te discriminan. Es discriminación institucional, no es una percepción que yo pueda tener, es un hecho fehaciente y palpable. Aquí se ha creado una especie de comandita que pretende reducir la cultura al idioma. El idioma es parte de la cultura, evidentemente, pero no la única. Es muy peligroso aplicar ese reduccionismo, lo que pasa es que todo también es un asunto de intereses. Cuando denuncias esto, te dicen que quieres conseguir algo y yo no quiero conseguir nada, porque no creo en la cultura y la literatura subvencionada, no creo en los libros comprados por las instituciones. Yo quiero vender libros en las librerías y no en los despachos. El problema es que hay mucha gente que han decidido ser escritores para vender libros en los despachos, pero, claro, eso no son escritores.
Como tú misma has dicho, es un problema que crean las propias instituciones. ¿Crees que los lectores se dejan llevar por estas polémicas?
No, afortunadamente el lector es una persona que tiene una formación, una capacidad crítica, y ese criterio no se lo va a marcar la política lingüística o cultural de ninguna institución. Hay una pequeñísima minoría que sí se deja llevar por esta polémica, pero en general el lector tiene criterio. Esta polémica va por otro sitio, está más relacionada con la política que con la cultura y los lectores siguen leyendo lo que les interesa. Es una polémica artificial que no afecta a la relación del autor con el lector. Pero me parece muy peligrosa en cuanto a la protección y difusión de las culturas de las comunidades autónomas históricas, porque hay gente que ha decidido vincular de una forma muy aguda la cultura con el idioma.
Los lectores vamos a por la cultura y lo demás sobra.
Claro, en Galicia hay ayudas para traducir libros al gallego, pero por ejemplo un libro como El código da Vinci en una librería vendió 850 ejemplares en castellano y en gallego sólo siete. Al final lo que te da la medida de las cosas es eso.
En las comunidades autónomas bilingües, como Cataluña o Galicia, se traducen al catalán o al gallego novelas que aparecen en castellano. ¿Para qué hacer esto si todo el mundo entiende el castellano?
Si mi novela se tradujese al gallego no vendería tanto en esta lengua porque la gente prefiere leerla en castellano. A mí me gustaría saber los escritores que escriben en gallego si venden en Galicia más libros en castellano o en gallego, pero ese dato nadie te lo va a dar. Por ejemplo, de los libros que escribe Manuel Rivas cuántos se venden en Galicia en gallego y cuántos en castellano. Estoy segura de que vende más en castellano, la traducción, que del original. Esto significa que la polémica no afecta para nada en los lectores.
Marta, para acabar, ¿qué estás escribiendo ahora?
Estoy con una novela, pero con tranquilidad, porque el año pasado no pude hacer prácticamente nada porque estaba con la promoción de En tiempo de prodigios. Trabajaré para que salga este año. Tenía bastante mono de literatura (risas), me lo estoy pasando muy bien escribiendo otra vez.
Esperaremos ansiosos esa nueva novela con el deseo de que sea tan buena como El inventor de historias.
Gracias (risas).
Web de la autora: http://www.martariveradelacruz.com/
Entrevista para Anika Entre Libros.
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