Lolita Bosch
Ilustraciones de Elisenda Estrems
Editorial Random House Mondadori
1ª edición, septiembre de 2007
Género: Novela corta
96 páginas
ISBN: 978-84-397-2080-5
Joaquín de la Cantolla y Rico es un mejicano nacido en 1829 cuya principal característica de su carácter es ser un gran soñador. Dicho de otro modo, un hombre peculiar que quiere poner en práctica alguno de los sueños que ha tenido. El último: una segunda Ciudad de Méjico, pero ésta en el aire, por encima de la que ya existe. Se imagina otra ciudad sostenida por globos aerostáticos, donde la gente haga su vida normal y barra la contaminación con una escoba. Y es que Cantolla sueña cuando está dormido y cuando está despierto. Dedicará su vida a llevar a cabo esta intrépida aventura, preparar la ciudad flotante de Ciudad de Méjico.
Insólita ilusión, insólita certeza es una simpática e ingeniosa aventura de un personaje peculiar que tiene alguno de los rasgos inocentes de El principito. Tiene la apariencia de un cuento infantil, pero al leerlo vemos que más que esto, es un collage donde se juntan datos históricos –datos ficcionados-, ilustraciones –magníficos dibujos hechos por Elisenda Estrems-, cronologías y, sobre todo, imaginación y aventuras. Tan bien se lo pasarán jóvenes como adultos.
Lolita Bosch tiene una forma de escribir muy personal, uno reconoce su prosa cuando lee un par de páginas, y es un estilo sobrio, que demuestra gran dominio narrativo. Esta historieta corta es agradabilísima de leer. Acabamos amando a este intrépido Joaquín de la Cantolla y nos embarcamos con él en cada viaje en globo que hace. Y, cómo no, Méjico: la ciudad a la que tan ligada está la autora, en la que vivió diez años. Una ciudad que se vuelve un personaje más, porque en este relato, tan importante es la caracterización de Cantolla, como la de Ciudad de Méjico. Una lectura recomendable, claro que sí.
Lolita Bosch tiene una forma de escribir muy personal, uno reconoce su prosa cuando lee un par de páginas, y es un estilo sobrio, que demuestra gran dominio narrativo. Esta historieta corta es agradabilísima de leer. Acabamos amando a este intrépido Joaquín de la Cantolla y nos embarcamos con él en cada viaje en globo que hace. Y, cómo no, Méjico: la ciudad a la que tan ligada está la autora, en la que vivió diez años. Una ciudad que se vuelve un personaje más, porque en este relato, tan importante es la caracterización de Cantolla, como la de Ciudad de Méjico. Una lectura recomendable, claro que sí.
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