jueves, 8 de noviembre de 2007

Entrevista con Fernando Sánchez Dragó

Hace unas semanas entrevisté a Fernando Sánchez Dragó, escritor de decenas de libros, entre los que destacan Gárgoris y Habidis, El camino del corazón (Finalista Premio Planeta 1990), La prueba del laberinto (Premio Planeta 1992), Las fuentes del Nilo y la más reciente novela Muertas paralelas (Premio Fernando Lara 2006). Ha presentado en televisión varios programas de literatura, entre los que destaca Negro sobre blanco, que se emitía en televisión española la noche de los domingos.

De entre las preguntas, que le hice recupero las que tratan de la actualidad española.

Manel Haro. Barcelona

En la novela dice que había dos Españas simétricas. ¿Por qué se escribe tanto y se hacen tantas películas sobre los malos que había en el bando nacional, pero no hay tanto sobre los malos del otro bando?

Debo advertirte que esto que estás diciendo es verdad, pero también es verdad lo contrario. Cada uno escribe sobre lo buenos que eran los de su bando, sin darse cuenta de que en su bando también había muchos malos. Una guerra civil siempre inicia una polarización de las personas fanáticas de uno y otro bando. Yo creo que eso está en todas partes, pero en España el pecado capital es la envidia y es, precisamente, la envidia el sustrato psicológico en el que hunde sus raíces el hecho de que España sea el país del mundo donde ha habido más guerras civiles. Hasta que no nos liberemos de ese monstruo, de ese fantasma nacional que es la envidia, seguiremos actuando de ese modo que tú estás diciendo.

Quizá justifique eso lo que ha dicho en televisión, y que ha repetido en Muertes paralelas, de sentirse avergonzado de ser español.

(Risas) Me pillas dándole los últimos toques a un libro que está ya prácticamente escrito, le quedan pocas páginas, es sobre España y se publicará en el mes de enero. Es un libro muy difícil de titular, porque se ha escrito tanto sobre España, que prácticamente todos los títulos están ya dichos, La España invertebrada, La España rota, La España inteligible, España, un enigma histórico, La realidad histórica de España.

¿Y con cuál se queda?

El libro lleva en su primera página un verso de Bartrina, un poeta del siglo XIX, que dijo “Oyendo hablar a un hombre, fácil es acertar dónde vio la luz del sol; si os alaba Inglaterra, será inglés, si os habla mal de Prusia, es un francés, y si habla mal de España, es español”. Yo en este libro hablo muy mal de España y seguramente por eso soy muy español. De hecho, cuando yo digo que soy apátrida, que no soy español, mis amigos se ríen y me dicen “pero venga, Fernando, si tú eres más español que nadie”. Es curioso y posiblemente voy a llamar el libro así “Y si habla mal de España, es español”. Es una ambivalencia extraña la que yo siento por este país.

Desde luego tiene una visión muy pesimista de España. En la novela pude leer una afirmación muy tajante: “España no será nunca grande y libre”.

Yo, como tantos otros, soy un escritor en marcha. Muertes paralelas es lo que los ingleses llaman working progress, una novela que se va haciendo al mismo tiempo que se escribe y a la vez que el escritor va descubriendo cosas. Es decir, en lugar de quitar las cosas que he descubierto y que son falsas, pero que en un determinado momento creí ciertas, prefiero ponerlas y decir “no, me he equivocado, no era así, porque ahora descubro que es de otra manera”. Yo creo que eso es aplicable a la vida o, al menos, a mi vida; constantemente rectifico, lo único fijo que hay en el cosmos es el cambio. Todo está cambiando en la naturaleza, en el universo y también dentro del alma humana. Por lo tanto, muchas de esas cosas rotundas y tajantes que digo en un determinado momento y en un determinado estado de ánimo, resulta que a los cinco minutos se me ha pasado ese estado y digo lo contrario. El principio de comprensión es el que nos hace movernos. Si no hubiera contradicciones, estaríamos siempre quietos, plantados en el mismo sitio como una secuoya.

En ese caso, voy a citar otra frase suya, a ver si ha cambiado de opinión o sigue igual: “Zapatero tiene una culpabilidad histórica por la que la Historia le pasará factura. Ha sacado a la calle el espíritu de la guerra civil, además de romper la idea de España”.

Sí, es cierto. Te confieso que Zapatero me descompone. He vivido en muchos países, he estado sometido a muchos regímenes políticos, democráticos, no democráticos, monarquías, repúblicas, imperios, dictaduras, de todo, y jamás he visto a un jefe de gobierno tan malo como Zapatero.

Vaya...

Entre otros muchos reproches que le dirijo, está esa responsabilidad de haber vuelto a sacar el espíritu de la Guerra Civil, cuando era totalmente innecesario, con la Ley de la Memoria Histórica y todas estas mandangas… Eso en un país como España es peligrosísimo y, efectivamente, la Historia le pasará factura, porque si echas un vistazo alrededor, verás que las mismas líneas de fuerza que provocaron la Guerra Civil están otra vez en la calle: los separatismos, las autonomías, la cuestión contra la Iglesia, la educación, la libertad de enseñanza, el matrimonio de los homosexuales… Todo eso lo ha sacado Zapatero, cuando la ciudadanía no lo demandaba, igual que nadie quería los dichosos estatutos.

Eso es política social...

Pero un político que se dedica a crear problemas, en lugar de resolverlos, es el peor de los políticos posibles. Y si uno de los problemas que ha creado, y que no existía, es la resurrección del espíritu de la Guerra Civil y eso puede llevarnos a consecuencias muy graves, entonces efectivamente ese político está incurriendo en una gran responsabilidad histórica. Rara vez un político pasa a la historia, sólo duran un ratito y luego se olvidan; si yo te pido que me nombres a algún ministro de hace veinte años, te será muy difícil decirme alguno. En cambio, hay políticos que entran en la historia para bien o para mal y Zapatero entrará por lo mal que lo está haciendo.

¿Y no cree usted que hay otros partidos que, en lugar de dar soluciones, lo que están haciendo es aprovechar estas polémicas para avivar el fuego?

Evidentemente, los partidos son el cáncer de la democracia. Los partidos han secuestrado la democracia, hay que recuperarla para la gente. Toda la vida política de un país se encauza a través de los partidos y los partidos piensan, fundamentalmente, en su propio interés, no en el interés de la gente. Entonces, lo que tú estás diciendo va a misa. Yo no tengo partido ni Iglesia, ni tengo ley ni rey, ni dios, ni patria, ni bandera.

Solamente es esperanzista, eso sí.

Dentro de lo que los partidos nos proponen, hay gente que me parece mejor y otros que me parecen peor. Esperanza y yo tenemos una relación de amistad muy antigua, entre otras cosas, porque vivimos pared con pared. Yo conocí a Esperanza, cuando era jovencita y se echaba a andar por el camino de la política, en una conferencia que di yo en el año 83 aproximadamente en el Club Liberal que dirigía Pedro Schwartz. Ella vino a aquella conferencia y, entre charlas, descubrimos que vivíamos el uno al lado del otro. Cogimos el mismo taxi y llegamos allí. Hay una relación que es personal, yo la he visto crecer como política. Me parece una política muy firme, muy vigorosa, creo además que a España ya le toca que haya una mujer como jefe de gobierno, y en el panorama político actual no hay ninguna mujer mejor situada para eso que mi Esperanza Aguirre. Así que sí, soy bastante esperanzista, lo confieso.

¿Y cree que la Guerra Civil hubiese sido diferente si Primo de Rivera no hubiese sido asesinado?

La Guerra Civil hubiese seguido su curso, pero los resultados hubiesen sido diferentes: Franco no hubiese sido el jefe de gobierno a partir del 39. La guerra la hubiesen ganado los mismos, pero al término de la guerra, las cosas hubiesen sido diferentes, porque José Antonio era la figura más carismática, era el líder natural de la España que se había sublevado y la Falange era un movimiento en aquel momento un movimiento avasallador, que seducía a las masas.

Ese fue su problema, hubo dos falanges: una cosa es la falange de José Antonio, que pasó de tener 30.000 miembros a 700.000 en julio del 36. Claro, toda esa gente, que en realidad no era falangista, dio luz a una segunda falange, que era la franquista, que también existió, que fue nefasta y que desmiente por completo a la primera.

Y es ésta la que nos ha llegado, claro.

Sí, quedan estos chicos realmente maravillosos de la Falange Auténtica, que yo suelo decirles que son los más rojos del país, porque es verdad, todas las cosas que proponen era el antiguo ideario de la izquierda. Es gente muy pura, de una gran categoría humana. Muchos se quejan porque defiendo la Falange Auténtica, pero yo los defiendo porque son honrados, inteligente, son gente que me gusta. Pero yo no tengo nada con ellos porque a ellos les interesa mucho la política y a mí no; ellos tienen una idea muy definida de España, que yo no tengo; ellos son cristianos y yo no… Pero yo, para hacerme amigo de una persona, le exijo virtudes éticas y estéticas y con eso me basta, no le pido el carné ideológico a nadie.

Recuerdo que cuando añadió la web de la Falange Auténtica a su página personal en la sección de “webs amigas”, apareció en varios medios de prensa como si fuera una noticia de especial relevancia.

(Risas) Sí, los chicos de Falange Auténtica me pidieron que si podía poner un enlace y yo les dije que encantado, igual que tengo el de Arrabal, el de Jodorowsky, o de personas muy de izquierdas… Es que esta manía de encasillarme… ¡amigo de todos!

En su novela no hay reparo en reconocer los méritos propios y los de sus padres. Muchos opinan que es usted pedante, pero usted mismo dice que “la modestia es una impostura”.

(Risas) Sí, Nietzsche decía que la modestia es hipocresía y Terenci Moix que era una horterada. ¿Por qué hay que ser modesto? De igual forma que uno puede reconocer sus defectos, como yo reconozco los míos y me martirizo y me flagelo en el libro, pues también reconozco mis virtudes si las tengo o creo que las tengo, pues las digo con absoluta franqueza. Yo siempre digo que para querer al prójimo, primero hay que quererse uno mismo, de tu propia estima, nace la estima a los demás. Claro, si estimas a los demás, por qué no te vas a querer ti mismo. Yo tengo la conciencia tranquila, soy una persona que jamás he hecho una putada a nadie, salvo en la esgrima de la pareja, donde ya se sabe que a veces se hacen o dicen cosas que no se deberían hacer ni decir. Pero, quitando ese paréntesis, que está justificado por esa dialéctica de la guerra de los sexos entre hombres y mujeres (risas), yo nunca me he comportado mal con nadie en mi vida, tengo la conciencia tranquila y eso quiere decir que tengo buena opinión de mí.

¡Tiene buena opinión de usted mismo!

Sí, tengo buena opinión de mí. ¿Eso es pedantería? Pues, bueno, si es pedantería ¿qué? Ya en el colegio me decían que era pedante (risas), pero, en definitiva, ¿qué es ser pedante? Ser pedante no es más que la definición que una persona de cultura inferior hace de una persona de cultura superior, si tú tienes un lenguaje rico, si estás en posesión de muchos datos culturales, históricos… la persona que te escucha te acusa de ser un pedante por envidia. Pero, en cualquier caso, la pedantería es un pecado menor.

Visto así... También tiene buena opinión de los suyos...

Hablo bien de los míos porque tengo buena opinión de ellos, sí. He tenido la suerte de nacer en dos familias y las dos, tanto desde el punto de vista de la inteligencia como desde la moral, son impecables. Además, una es republicana, la otra no; una es de derechas, la otra es de izquierda, o sea las dos Españas, pero las dos Españas salomónicas que se llevan bien entre sí. Entonces, para mí haber nacido en el seno de esas dos familias me dio una gran seguridad en la vida y esa seguridad es la que me ha permitido arrostrar toda suerte de peligros, el antifranquismo, el exilio, las garras y los mil líos en los que constantemente me he metido y salir indemne de todos ellos. Así que estoy muy agradecido a las dos ramas de mi familia, efectivamente, estoy muy contento de ser Sánchez y de ser Dragó, ¡bendita sea la rama que al tronco sale!

Cambiando de tercio, ¿qué resultado le ha dado Diario de la noche, el informativo que presenta en Telemadrid?

(Risas) Resultado desde el punto de vista profesional, de la audiencia y de la repercusión ha sido fantástico. Ahora se pone a la venta un libro, publicado por Planeta, donde se recoge todos esos textos que han dado pie a tantos comentarios. Ha sido un triunfo profesional absoluto, hasta el extremo que se ha recogido en este libro, Diario de la noche, ha sido una revolución televisiva.

Estará contento...

Sí, pero yo no soy un presentador de televisión, soy un escritor. Entonces, yo he hecho un diario de autor, de escritor, en que mis opiniones y la de las personas a las que he invitado, pesaban tanto como las informaciones. Lo he hecho casi durante un año y aguantaré hasta diciembre, pero no hay ninguna posibilidad de que siga haciendo ese trabajo, porque el mío es un trabajo de escritor y como escritor, y también por mi propia felicidad, requiero viajar constantemente. Yo he pasado mucho más tiempo fuera de España que dentro a lo largo de mi vida y desde hace un año, por culpa del Diario de la noche, estoy atado a la pata de la mesa y la verdad es que no lo resisto más. El balance es de gran satisfacción profesional y muchos problemas personales.

En el libro que se publica sobre el informativo, Diario de la noche, vienen incluidos también textos que “por cuestión de tiempo” no han aparecido en pantalla.

Efectivamente, yo llego allí a media tarde y me pongo a escribir como un poseso todo lo que quiero decir, pero luego según el aluvión de noticias y su tiempo de exposición, a veces me quedo sin tiempo para mis cosas y tengo que ir recortando sobre la marcha. Lo que recoge el libro no son los editoriales trasquilados, sino los textos íntegros, tal como fueron volcados en el ordenador y a los que luego tuve que quitar piezas. Desde ese punto de vista, los textos del libro son más interesantes que los que aparecieron en televisión, claro.

Pero seguro que ha sido una cuestión de tiempo, nadie le ha recortado nada…

Si a mí alguien me censura, presento inmediatamente mi dimisión. Cuando yo digo mi dimisión, es que cojo mis cosas y salgo inmediatamente por la puerta. A mí no me ha censurado nadie nunca. Yo no tolero censura. Puedo trabajar para cualquier televisión de este país, pero con una condición, que me dejen decir a mí lo que yo quiero decir. La gente me conoce, no iban a ser los directivos de Telemadrid tan tontos, como para censurar a una persona que sabían que a la más mínima señal de censura, montaría un alboroto. Nunca se me ha cortado nada.

¿Y cree que la censura está justificada en algún caso?

Sí, está justificada en nombre del buen gusto. Si estuviera en mi poder, eso que se llama telebasura, y que yo llamo telecaca o telemierda, lo prohibiría. Porque eso es espeluznante, eso ofende a la dignidad, al respeto, a todos los valores habidos y por haber. Y eso forma de tal manera a nuestros niños y adolescentes que, aunque yo no lo veré, tiemblo al pensar lo que va a suceder en este país y en otros países similares cuando los niños que han echado sus dientes viendo esas abominaciones por televisión, empuñen las riendas del mando del país. Eso es un delito constante y ahí habría que aplicar la censura.

Es tajante...

Es más, yo en mi informativo no doy noticias de malos tratos, porque creo que eso propaga los malos tratos, ahora la gente, por salir en la tele, es capaz de asesinar a su vecino. No doy crónica de sucesos de ningún tipo, no informo de muertos en las carreteras, ni de las pateras que llegan, porque son cosas que se repiten todos los días. En cambio, no he suprimido, y lo haría con sumo gusto, las noticias sobre el terrorismo, sobre todo el de ETA, que es el que nos afecta a los españoles. Yo creo que lo único que busca el terrorista con su acción es publicidad, entonces todo lo que sean manifestaciones, dar noticias, manos blancas… todo eso fomenta el terrorismo. El terrorista se pone muy contento cuando crea alarma social y cuando salen 500.000 personas a la calle y el telediario informa de alguna bomba que han puesto. En China hace muy pocos años, cuando había terrorismo, se prohibió informar de él, y por eso ha desaparecido el terrorismo al cien por cien. Así que yo censuraría todo lo que se refiere al terrorismo por el bien común.

A propósito de la cultura basura, decía Steiner que para que un gobierno fuera óptimo, debía favorecer el acceso a la cultura de todos los ciudadanos, pero cuando esa cultura era accesible en las sociedades desarrolladas, resultaba que la gente escogía la cultura basura, en vez de la buena cultura.

Yo en eso sí que soy radical. Yo creo que la cultura no forma parte de las tareas del gobierno, para mí el gobierno lo que tiene que hacer es administrar y muy poquito, no meterse en nada, dejar que la gente respire. Las leyes, cuantas menos, mejor, pero que se cumplan, eso sí. La cultura no es asunto político, la cultura es asunto de la gente, de cada uno. Hay personas que tienen aficiones culturales, hay que tienen vocación y hay quien no tiene nada. La cultura no debe ser obligada, algo que hay que infundir en la gente a la fuerza. El niño que crezca y que pueda adquirir lo que le interese de la cultura, pero que no sea obligatoria. Cuando la cultura es obligatoria, se convierte en lo que tú estás diciendo, se convierte en algo que se desincentiva según quien esté en el poder.

¿Y qué haría usted?

Yo suprimiría de arriba abajo cualquier tipo de intervención cultural o ayuda y, por supuesto, el Ministerio de Cultura. Lo único que mantendría es una dirección general, por así decirlo, de acción cultural exterior, porque eso difícilmente lo va a organizar la gente, si no lo organiza el estado. También debe ocuparse del patrimonio nacional, claro, porque la gente no se va a encargar de los cuidados. Por lo tanto, el gobierno debe ocuparse solamente de la acción cultural exterior y de la defensa del patrimonio. Lo demás que lo haga la gente. Cuanto más se ocupa el gobierno, menos cultura hay.

De todos modos, intervenga el gobierno o no, son los ciudadanos los que escogen acceder a una oferta u otra.

No, porque tú, por ejemplo, no puedes ir al Museo del Prado cuando ponen una exposición de Tintoretto, porque hay unas colas monstruosas y porque hay 500.000 gilipollas que van a ver algo que no les interesa, que les aburre, pero que les han metido entre ceja y ceja que es lo que hay que hacer, están teledirigidos. Todo eso no sirve para nada, yo tengo una nostalgia infinita de cuando la cultura era un terreno reducido para todos, para aquellos que verdaderamente nos interesaba la cultura. Cuando yo tenía doce, trece, catorce años y hacía novillos en el colegio y me iba al Museo del Prado, tenía todo el museo para mí, era fantástico, yo podía apreciar, profundizar, en los cuadros que veía. En cuanto leo en el periódico que ha habido una bomba, un sunami, una invasión o una catástrofe natural, agarro un avión y me voy a ese país, porque es el momento en el que se pueden visitar las cosas sin estar rodeado por la chusma.

Volviendo a su profesión periodística, dijo que accedía a hacer el informativo para “dignificar la profesión periodística”, pero también porque “muchos periodistas están al servicio de intereses políticos o empresariales”.

Eso es un secreto a voces, lo sabemos todos. El periodismo que practicaba mi padre y la gente de su generación y que yo mismo llegué a conocer, ha desaparecido por completo. Hay una vinculación empresarial, los de los periódicos sirven a las conveniencias de la empresa. Además, han desaparecido los periodistas por culpa de las facultades de ciencias de la información, que es otra cosa que habría que suprimir instantáneamente. Un periodista, si además de ser periodista, es licenciado en ciencias exactas o filosofía, mejor. Pero para ser periodista, no hay que ser ni licenciado en ciencias ni filósofo, hay que ser periodista; es decir, hay que entrar en un periódico de botones y, poco a poco, ir aprendiendo cómo se hace un periódico, cómo se da una noticia, salir a la calle a mezclarse con ella…

¿Y en un diario se aprende todo, sin teoría previa?

Ahora entras en una redacción y aquello parece un cementerio, no hay botellas de whisky, no hay discusión, están los periódicos fuera del centro de las ciudades, cuando deberían estar en el centro, que el periodista baje a la calle, se tome una caña y tome el pulso directo de la gente y la noticia. Todo eso ha desaparecido y las facultades de ciencias de la información son una estupidez que inventaron los fascistas y que ahora utiliza también la democracia. ¿Qué es eso de aprender a escribir noticias? Un periódico debe publicar cualquier reportaje que sea interesante y que le traiga cualquier persona, independientemente de si tiene o no tiene carné de la facultad de ciencias de la información, el carné de periodista lo da el director del periódico, todo lo demás sobra.

Vaya ánimos me da, que yo estoy estudiando periodismo…

Pues no aprenderás nada ahí. Los chicos que salen de la facultad de ciencias de la información no saben ni redactar una noticia, algo tan sencillo como qué, quién, cómo, dónde y cuándo o el orden de sujeto, verbo y predicado. No lo saben hacer, ahí no se enseña nada, además de ser una fábrica de parados, como ya sabrás tú mejor que yo. Tiene muy buena prensa eso de estudiar ciencias de la información y no hay demanda para tanto periodista. Mira, ¿dónde hay una guerra ahora? ¿En Sudán? Coge un avión y vete a Sudán y ahí aprenderás más periodismo que en cinco años en la facultad de ciencias de la información. ¡A follar se aprende follando!

Hombre, pero no me diga tampoco eso, que a su padre lo mandaron al sur, al ojo del huracán, cuando el Alzamiento y mire cómo acabó la cosa.

Precisamente. Mi padre era el director de una agencia, estalló la noticia en el sur y se fue él al sur. Ahora un niñito mimado que sale de la facultad no se va al sur ni para atrás, ahora echa manos a Internet y se entera de lo que está pasando en el sur. Lo que hacía mi padre era periodismo puro, periodismo de verdad.

Tengo una curiosidad, dice usted que la estancia favorita de su casa, es “el saloncito pequeño, donde leo y veo películas mientras pedaleo en una bici estática por las noches”.

Es verdad, sí (risas). Eso sucede solamente desde que me operaron del corazón. Descubrí entonces que hay que hacer ejercicio sistemáticamente y entonces tengo, por una parte, un podómetro en el cinturón y cuando no pedaleo, procuro hacerme 10.000 ó 12.000 pasos todos los días, que ya es bastante. Y si no puedo, pues utilizo las bicicletas estáticas que me he comprado, tanto en Soria como en Madrid, y me hago 30 quilómetros. Lo que pasa es que es muy aburrido pedalear, así que me coloco una película de esas de los años 40, 50 y 60, que es cuando el cine era cine y no las tonterías que se hacen ahora, y me lo paso muy bien a la vez que hago ejercicio. Ahora que hago Diario de la noche, llego a casa a las dos de la mañana después del palizón y me cepillo 30 quilómetros pedaleando.

1 comentarios:

Eugenio Murcia dijo...

Sánchez Dragó tiene algunas opiniones que no comparto en absoluto, e incluso que detesto, pero al mismo tiempo de vez en cuando hace programas de "Las noches blancas" realmente memorables. Muchas veces superiores a los de Bernard Pivot. Recomiendo a todo el mundo la entrevista a Mauricio Wiesenthal emitida el 22 de noviembre de 2010. Es decir, ayer. Una lección de vida y literatura, por parte de los dos, eentrevistador y entrevistado.