Antoine Vitkine
Editorial Anagrama
1ª edición, marzo de 2011
Trad. de Marco Aurelio Galmarini
266 páginas
ISBN 9788433925930
Cuando uno ha leído unos cuantos libros de diversos autores judíos que sufrieron el Holocausto, se da cuenta de que hay un par de preguntas que tienden a repetirse y que rara vez vienen acompañadas de respuesta: una apunta a cómo fue posible que el avanzado pueblo alemán tolerara el nazismo y se implicara en él, sobre todo a sabiendas de que en pleno siglo XX las situaciones de esclavitud estaban ya liquidadas; la otra se cuestionaba por qué el resto de potencias mundiales no hizo más para acabar con Hitler antes. Evidentemente, no son preguntas que deban responderse a la ligera, básicamente porque quienes se las planteaban en realidad querían saber por qué el ser humano, el poderoso y el humilde, no se dio cuenta del grado de perversión y odio que estaban alimentando, ya fuese bajo una actitud activa (jaleando el nazismo) o pasiva (echando la mirada a un lado).
El periodista francés Antoine Vitkine no pretende resolver estas dudas (¿acaso alguien puede hacerlo de forma definitiva?), pero con su análisis del Mein Kampf, el libro que escribió Hitler en 1924, Vitkine expone de forma pormenorizada cómo se gestó el nazismo y qué contenía el discurso del führer para que la población alemana, acechada por la crisis económica y la falta de esperanzas, convirtiera su rabia, su descontento y su desesperación en un voto para el partido nazi. Cada uno de los alemanes que apoyaron a Hitler, burgueses o trabajadores, tenían un motivo para hacerlo. Y ese despliegue de motivos estaban condensados en uno de los grandes best sellers de los años 30 y 40 en Alemania: el Mein Kampf (“Mi lucha”) de Hitler.
Vean los datos: en 1925, el libro vende 9.473 ejemplares; sólo en 1929, son 36.000 las ventas, entre primer y segundo volumen; un año después, son 54.000 alemanes los que lo compran; en el mismo año 1930, dado el éxito, el editor publica una edición popular de bolsillo que, en dos años, vende 230.000 ejemplares. Es decir, cientos de miles de libros vendidos a un pueblo alemán necesitado de alicientes. El Mein Kampf, ‹‹la biblia nazi››, ya era un éxito absoluto en 1932, un año antes de que Hitler asumiera el gobierno de Alemania. Al final del Tercer Reich, las ventas ascendían a 12.450.000 ejemplares. Como apunta Vitkine, en 1947 las arcas de Hitler iban colmadas de decenas de millones de euros actuales gracias a su libro. No es de extrañar que ante estos resultados, Hitler dijera: “Si en 1924 hubiera podido adivinar que un día me convertiría en canciller, jamás habría escrito Mein Kampf“. Pero lo cierto es que si jamás lo hubiese escrito, probablemente, nunca hubiese pasado de ser el líder de un partido minoritario con ínfulas de grandeza. Aunque quizá sería más acertado decir que nunca lo hubiese conseguido si antes no hubiese sido encarcelado por intentar dar un golpe de Estado: fue en prisión donde escribió su libro y donde comenzó a alimentar el discurso que lo acabaría llevando al poder.
El trabajo de Vitkine no se limita a estudiar en qué circunstancias Hitler escribió su libro, sino qué motivó su éxito. Entre las razones que expone, cabría destacar el hecho de que fuese una obra que interesaba tanto a seguidores como a enemigos (también a simples curiosos). En la Francia de antes de la ocupación, por ejemplo, se recomendaba su lectura para que los franceses se dieran cuenta del gran peligro que tenían al otro lado de la frontera. La otra razón, esta más de peso, es que decenas de miles de personas se sentían en la obligación de conocer (o, al menos, de tener en casa) el libro de Hitler. La difusión del libro tuvo un impulso determinante cuando pasó a convertirse en regalo obligado (o casi obligado) en bodas, empresas y todo tipo de actos sociales. Según Vitkine, no era raro encontrar fotos de la época donde una pareja de recién casados salía de la iglesia con un ejemplar del Mein Kampf bajo el brazo.
Vitkine expone otros aspectos interesante, algunos de los cuales probablemente sean desconocidos para la mayoría de lectores. Entre ellos, el éxito que tiene el Mein Kampf en algunos países como Turquía o India, donde cada año se venden miles de ejemplares: las razones son varias, unos porque buscan ver confirmadas sus ideas antisemitas y otros porque apuestan por régimenes menos democráticos. Sorprendente es también que en Alemania vender o divulgar el Mein Kampf está prohibido, hasta el punto de que prohíben a los profesores de universidad fotocopiar y pasar a los alumnos el libro de Hitler, a pesar de ser por una cuestión puramente académica. El control de Alemania sobre el Mein Kampf hace incluso que esté prohibido colgar la portada en Internet (se considera apología del nazismo) y también que desde este país se intente que en el resto del mundo se prohíba su venta. Gracias a ello, siempre según Vitkine, la obra de Hitler se retiró de la venta en Rusia (1992), Portugal (1998), República Checa (2000) y Polonia (2005). Eso sí, si la edición que se divulga es anterior a 1945, no hay violación de la ley (porque se trata de una ley posterior a 1945).
Todo esto conlleva un eterno debate en Alemania sobre si el libro debería divulgarse libremente para que todos tuviera acceso a una fuente histórica de lo que ocurrió en Europa, pero el miedo a que puedan nacer nuevos seguidores en el siglo XXI hace que la discusión quede más bien estancada. No es extraño, pues, que en una librería de Ibiza uno de los ejemplares que más se vende en verano sea la edición en alemán del Mein Kampf (los turistas alemanes no quieren renunciar a la curiosidad de saber qué decía un personaje que tanta relevancia tuvo en Alemania y en Europa). Parece ser que el libro de Hitler anda como un fantasma por el mundo, pero todavía anda. Brillante y necesario ensayo de Antoine Vitkine: el siglo XX nunca dejará de revelar secretos.
El periodista francés Antoine Vitkine no pretende resolver estas dudas (¿acaso alguien puede hacerlo de forma definitiva?), pero con su análisis del Mein Kampf, el libro que escribió Hitler en 1924, Vitkine expone de forma pormenorizada cómo se gestó el nazismo y qué contenía el discurso del führer para que la población alemana, acechada por la crisis económica y la falta de esperanzas, convirtiera su rabia, su descontento y su desesperación en un voto para el partido nazi. Cada uno de los alemanes que apoyaron a Hitler, burgueses o trabajadores, tenían un motivo para hacerlo. Y ese despliegue de motivos estaban condensados en uno de los grandes best sellers de los años 30 y 40 en Alemania: el Mein Kampf (“Mi lucha”) de Hitler.
Vean los datos: en 1925, el libro vende 9.473 ejemplares; sólo en 1929, son 36.000 las ventas, entre primer y segundo volumen; un año después, son 54.000 alemanes los que lo compran; en el mismo año 1930, dado el éxito, el editor publica una edición popular de bolsillo que, en dos años, vende 230.000 ejemplares. Es decir, cientos de miles de libros vendidos a un pueblo alemán necesitado de alicientes. El Mein Kampf, ‹‹la biblia nazi››, ya era un éxito absoluto en 1932, un año antes de que Hitler asumiera el gobierno de Alemania. Al final del Tercer Reich, las ventas ascendían a 12.450.000 ejemplares. Como apunta Vitkine, en 1947 las arcas de Hitler iban colmadas de decenas de millones de euros actuales gracias a su libro. No es de extrañar que ante estos resultados, Hitler dijera: “Si en 1924 hubiera podido adivinar que un día me convertiría en canciller, jamás habría escrito Mein Kampf“. Pero lo cierto es que si jamás lo hubiese escrito, probablemente, nunca hubiese pasado de ser el líder de un partido minoritario con ínfulas de grandeza. Aunque quizá sería más acertado decir que nunca lo hubiese conseguido si antes no hubiese sido encarcelado por intentar dar un golpe de Estado: fue en prisión donde escribió su libro y donde comenzó a alimentar el discurso que lo acabaría llevando al poder.
El trabajo de Vitkine no se limita a estudiar en qué circunstancias Hitler escribió su libro, sino qué motivó su éxito. Entre las razones que expone, cabría destacar el hecho de que fuese una obra que interesaba tanto a seguidores como a enemigos (también a simples curiosos). En la Francia de antes de la ocupación, por ejemplo, se recomendaba su lectura para que los franceses se dieran cuenta del gran peligro que tenían al otro lado de la frontera. La otra razón, esta más de peso, es que decenas de miles de personas se sentían en la obligación de conocer (o, al menos, de tener en casa) el libro de Hitler. La difusión del libro tuvo un impulso determinante cuando pasó a convertirse en regalo obligado (o casi obligado) en bodas, empresas y todo tipo de actos sociales. Según Vitkine, no era raro encontrar fotos de la época donde una pareja de recién casados salía de la iglesia con un ejemplar del Mein Kampf bajo el brazo.
Vitkine expone otros aspectos interesante, algunos de los cuales probablemente sean desconocidos para la mayoría de lectores. Entre ellos, el éxito que tiene el Mein Kampf en algunos países como Turquía o India, donde cada año se venden miles de ejemplares: las razones son varias, unos porque buscan ver confirmadas sus ideas antisemitas y otros porque apuestan por régimenes menos democráticos. Sorprendente es también que en Alemania vender o divulgar el Mein Kampf está prohibido, hasta el punto de que prohíben a los profesores de universidad fotocopiar y pasar a los alumnos el libro de Hitler, a pesar de ser por una cuestión puramente académica. El control de Alemania sobre el Mein Kampf hace incluso que esté prohibido colgar la portada en Internet (se considera apología del nazismo) y también que desde este país se intente que en el resto del mundo se prohíba su venta. Gracias a ello, siempre según Vitkine, la obra de Hitler se retiró de la venta en Rusia (1992), Portugal (1998), República Checa (2000) y Polonia (2005). Eso sí, si la edición que se divulga es anterior a 1945, no hay violación de la ley (porque se trata de una ley posterior a 1945).
Todo esto conlleva un eterno debate en Alemania sobre si el libro debería divulgarse libremente para que todos tuviera acceso a una fuente histórica de lo que ocurrió en Europa, pero el miedo a que puedan nacer nuevos seguidores en el siglo XXI hace que la discusión quede más bien estancada. No es extraño, pues, que en una librería de Ibiza uno de los ejemplares que más se vende en verano sea la edición en alemán del Mein Kampf (los turistas alemanes no quieren renunciar a la curiosidad de saber qué decía un personaje que tanta relevancia tuvo en Alemania y en Europa). Parece ser que el libro de Hitler anda como un fantasma por el mundo, pero todavía anda. Brillante y necesario ensayo de Antoine Vitkine: el siglo XX nunca dejará de revelar secretos.
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