sábado, 11 de abril de 2009

Que alguien me cuente el éxito de 'Camino'

Hasta ahora no había podido ver la gran triunfadora de los Goya 2009, Camino (2008), la película de Javier Fesser con la que recuperaba la historia de Alexia González-Barros, la niña española que está en proceso de beatificación por su entrega a Cristo durante su enfermedad.

Camino (nombre ficcionado de Alexia) forma parte de una familia del Opus Dei profundamente religiosa. Con tan sólo 13 años, se le diagnostica un tumor maligno, que en poco tiempo la deja postrada en una cama. Camino es feliz en la escuela y recibe todo el cariño en casa; aparentemente no le falta de nada. Pero todas sus ilusiones empiezan a bloquearse con los terribles dolores que empieza a sentir en su cuerpo. Lejos de venirse abajo, Camino no deja de sonreír, ya que cree que es decisión de Dios que ella sufra esa enfermedad. Si muere, será porque Dios así lo ha querido. A medida que Camino va apagándose, el brazo religioso empieza a ver en ella a una mártir perfecta.



Personalmente creo que hacer una película de una historia tan dura como la de Alexia González-Barros no tiene ningún mérito. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la vida y el dolor ya están escritos. Lo único que tiene que hacer el guionista es adaptarla para una película y dependerá del director que quiera darle más o menos dramatismo al asunto. Es evidente que el hecho de que se vaya a tratar de la vida de una cría que murió siendo muy joven, ya supone una carga trágica a la película. Si además, le añadimos que se toca el tema del fanatismo religioso del Opus Dei, entonces ya podemos incluso llamarla película polémica.



Y yo creo que lo realmente duro en esta película no es lo que aporta Javier Fesser como director, sino lo que la propia historia nos cuenta. Diría más: toda intervención del guionista-director en el filme supone echarle más torpeza que otra cosa al relato. Creo que se nota demasiado que Fesser ha querido regodearse en el dolor de Alexia-Camino, de otro modo no entiendo esos planos de los niños llorando que no aportan nada a la película sino dramatismo fácil, así como aquellos en los que aparece la niña en plena intervención quirúrjica. Por no hablar de esas extrañas escenas finales en las que aparecen Camino y Jesús (el chico del que está enamorada) en plan espacio publicitario "ya es primavera en El Corte Inglés", más típicos de un programa infantil que de una película que pretenda ser seria.



Sinceramente, creo que más allá de reflejar la perversión de la religión y el drama de la enfermedad, Javier Fesser ha demostrado ser un director poco eficiente, que no ha aportado nada revelador con Camino. Se encontró con la historia y la contó como pudo; partía con ventaja y lo desaprovechó.

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