domingo, 7 de diciembre de 2008

'El niño con el pijama de rayas', John Boyne

El niño con el pijama de rayas
(The Boy in the Striped Pyjamas)
John Boyne
Traducción de Gemma Rovira Ortega
Editorial Salamandra
1ª edición, febrero de 2007
17ª edición, marzo de 2008
219 páginas
978-84-9838-079-8

Tenía una deuda pendiente con este libro y, por fin, la he saldado. Tiendo a desconfiar de los éxitos internacionales, porque ocurre demasiadas veces que suelen estar sobrevalorados. No obstante, me he enfrentado a la lectura de El niño con el pijama de rayas con la mente abierta, dispuesto a entrar en la novela como si nadie me hubiese contado nada antes.

El pequeño Bruno se ve obligado a dejar su enorme casa de Berlín para ir a vivir a Auchviz (Auschwitz), lugar donde su padre -un destacado comandante nazi- ha sido destinado. Bruno, que ha llegado con su familia, se siente solo porque no hay chicos de su edad con los que jugar. Pero su estado de ánimo cambia cuando, desde la ventana de su habitación, ve una extraña comunidad que vive dentro de una zona delimitada por alambradas. A Bruno le llama la atención que todos ellos lleven un pijama de rayas. Cerca de la valla, encuentra a un chico de su edad: Shmuel. Con él compartirá grandes momentos de tertulia y amistad. Bruno no dejará de preguntarse por qué no pueden estar juntos y porque hay una alambrada que los separa.

Dicho lo cual vamos a despejar expectativas. Me ha parecido una novela enternecedora. Me sorprende que todavía se puedan inventar historias sobre el tema de los campos de concentración y el nazismo. Me sorprende, sobre todo, porque cada vez quedan menos autores que hayan vivido en sus carnes el holocausto pero, a pesar de ello, las historias siguen surgiendo de mano de escritores jóvenes. Me alegra saber que seguiremos conmoviéndonos con historias como la de El niño con el pijama de rayas.

La historia está narrada con una sencilla extraordinaria, poniendo el foco de atención en la inocencia del pequeño Bruno, lo que hace que Auschwitz sea Auchviz y que el Führer sea el Furias. La relación entre los dos críos es preciosa, llena de ternura y el desenlace me parece una excelente manera de dar una lección de amistad y complicidad. Además, por supuesto, que el final invita a la reflexión.

Creo que escribir una historia con protagonistas infantiles es difícil, porque es complejo establecer una psicología de los personajes sin que el autor meta demasiada mano. Además, los diálogos son coherentes con la historia, otro aspecto difícil de conseguir. En general, me ha parecido una historia preciosa, necesaria y que valdrá la pena releer de vez en cuando.

2 comentarios:

Xavier Borrell dijo...

No me gustó el final, creo que le podría haber sacado más jugo a la historia.

Patricia Tena dijo...

Pues a mi precisamente lo que más me gustó es el final. Te deja reflexionando un rato después de su lectura.
A mi el libro me gustó MUCHO, pero creo que esta "locura" que se ha generado a su alrededor es un poco exagerada. Me da la sensación de que es el típico libro que leen aquellas personas que no leen demasiado y que por eso les ha sorprendido tanto.