sábado, 29 de noviembre de 2008

Anna Gavalda, una escritora ensimismada

Anna Gavalda llega con cierta timidez a la cafetería de la libreria Laie. Apenas suelta un tímido bonjour a los periodistas que le esperan para preguntarle sobre su última novela, El consuelo (Seix Barral en castellano, Edicions 62 en catalán).


Mientras espera a que los medios tomen asiento, coge un cruasán. Se le ve pensativa, se pasea por la sala esperando el momento de empezar. No habla con casi nadie, sonríe cuando la miro directamente. Parece penetrarme con la mirada.

Finalmente se sienta. Mientras las resposables de prensa de la editorial la presentan, bebe café y lo saborea con cierta intensidad. Agarra la taza con las dos manos, como intentanto sentir el calor del café caliente. Introduce el dedo por el asa de la taza y se la lleva a los labios.

Los de Seix Barral avisan: "es extraordinario que Anna Gavalda haya decidido venir a España, es la primera vez, porque ella no es amiga de las promociones; de hecho, las entrevistas las responde por mail. Ella es más amiga de las palabras que de la palabraría".

Cuando Anna Gavalda habla, casi no mira a los periodistas. Sostiene la mirada perdida todo el rato, como si hablara para sí misma. Se acaricia el mentón cuando expresa sus ideas. De vez en cuando sonríe con sus propios comentarios. Le pregunto si el hecho de no tener mucho contacto con los periodistas se debe a que la crítica no la trata bien.



"La crítica francesa ha tenido momentos muy duros conmigo. Hace diez años que escribo, pero nunca he acabado de leer una crítica. Pienso que sí la crítica es buena, no me va a ayudar a mejorar y, si es mala, tengo miedo de que pueda mermarme, porque soy muy sensible". Lo dice sin parecer muy severa, con tono neutro. Luego sigue: "Sí me ayuda mucho lo que me dicen los lectores, leo todas las cartas que me llegan. No me gusta participar en un fenómeno que excede de lo literario. No es normal, por ejemplo, que en Francia me saquen en las páginas de sociedad en lugar de las de cultura".

Anna Gavalda explica con una sentencia que cualquier material es susceptible de ser incorporado en su novela: "Todo es harina para mi molino. Lo que veo en la calle, paseando, lo puedo incorporar a mis personajes". Y matiza que sus novelas parten de los personajes: "Con Juntos, nada más me vino a la cabeza un cocinero que me impuso escribir sobre él; yo, que no sé ni hacer unas croquetas. Con El consuelo, se me apareció la imagen de un arquitecto que me obligaba a escribir sobre él. A partir de ahí, los personajes tiran de la novela".

Descarta llevar al cine El consuelo, porque es my exigente con las adaptaciones. Cuando presenciaba el rodaje de Juntos, nada más (Claude Berri), se marchó enfadada porque el personaje de Philibert lucía zapatos relucientes y ella no lo había imaginado así. Afirma ponerse muy nerviosa si ella ha escrito que un personaje agacha la cabeza con consternación y la película no lo refleja.



Cuando acaba el desayuno de prensa, se levanta para una sesión de fotos. Ella señala con el dedo a cada periodista que debe empezar a fotografiarla. No sonríe más de lo necesario. Sólo lo hace tímidamente cuando algún periodista se acerca para pedirle que le firme el libro.

Y la dedicatoria:

Pour Manel, en te remerciant pour votre bienveillance... Je t'embrasse,

Anna Gavalda.

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