martes, 7 de octubre de 2008

'Vicky Cristina Barcelona', de Woody Allen (yo también la he visto)

Dado que ser ciudadano de Barcelona y no haber visto Vicky Cristina Barcelona es algo así como ser de Roma y no haber pasado por el Coliseum, el otro día me dejé llevar por la ola cinematográfica woodyalleniana y fui al cine a ver la película.

Todos mis compañeros me avisaron de que era un fiasco, que del filme, lo único que se salvaba era la brillante interpretación de Penélope Cruz. Es más, me dijeron que si en lugar de Javier Bardem y Penélope Cruz, hubiesen sido Leonardo di Caprio y Cristina Ricci (por decir dos nombres al azar), la película no habría por donde cogerla.

Pues bien, hablemos del argumento de Vicky Cristina Barcelona. Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) llegan a Barcelona para estudiar. Allí -aquí- conocen a un pintor descarado y bohemio -Javier Bardem- que despierta rápidamente el interés de Cristina. Pero la relación entre ella y Juan Antonio -el pintor, Bardem- resulta una auténtica escena pintoresca cuando aparece María Elena (Penélope Cruz), la ex de Juan Antonio, con su carácter agresivo y propenso a la depresión.

Dicho lo cual, me parece obligado desgranar esta película parte a parte: la canción principal de la banda sonora, el papel de Barcelona, las interpretaciones, el guión y Woody Allen.

La canción principal
Me dijeron que era ridícula, que no tenía sentido que Woody Allen la hubiese elegido para la película. De hecho, en un principio pensé lo mismo, pero a medida que iba viendo Vicky Cristina Barcelona y la canción se repetía una y otra vez, me acabó enganchando. Tanto, que todavía no puedo evitarla tararearla.

Por si no lo sabían, el grupo Giulia y los Tellarini dejó la maqueta de su primer disco en el Hotel Arts para que se la dieran a Woody Allen y éste decidió por la noche que sería la canción principal. Si es que en esta vida con la vergüenza no se va a ninguna parte... Bravo, por lo tanto, por Giulia y los Tellarini.

Barcelona
Aquí creo yo que radica el principal problema de la película. Se nota tanto la presión de la productora para meter Barcelona hasta en la sopa (¿hasta en el título?), que me acaba resultando empalagosa. Ya no sólo por lo forzado de las situaciones, donde la acción está supeditada al paisajismo de la ciudad, sino porque maquillan la ciudad como no lo hicieron los Juegos Olímpicos del 92. Me explico: si es necesario que salga las Ramblas, pues vamos a hacer que Cristina se aficione a la fotografía y vaya a hacer fotos a las Ramblas. Así de sencillo. Si los personajes tienen que dar un paseo, pues que se vayan a la terraza de la Pedrera, al parque de atracciones... Ya saben, donde vamos todos cuando estamos aburridos. Si hay que exagerar la vida bohemia-romántica con un guitarrista a la luz de las velas, pues adelante con ello.

Barcelona es una ciudad preciosa, apasionante y enigmática. Pero, ¿era necesario convertirla en un souvenir cinematográfico? Ya saben, quien paga manda. Y Mediapro ponía los millones (también cada uno de los catalanes que pagamos impuestos, no olviden la millonaria subvención del Ayuntamiento y la Generalitat).

Interpretaciones
Pues sí, Penélope Cruz es la gran aparición de la película. Su papel de mujer desquiciada, malhablada y depresiva lo borda. Es el mejor papel que ha hecho en toda su carrera (muchísimo mejor, a mi parecer, que en Volver, de Almodóvar).

Javier Bardem sigue en su línea. No es que el papel le permita lucirse demasiado, así que, teniendo en cuenta que es un papel sencillo (en comparación con los que últimamente interpreta), su actuación es correcta.

Scarlett Johansson interpreta, quizá, el personaje más neutro de la película. En todo el metraje apenas hay cambios de humor. En todo momento actúa como una muchacha soñadora, enamoradiza y un poco pava. No es que lo haga mal, es sencillamente que su papel no puede exigir milagros.

Rebecca Hall sí ha aprovechado esta oportunidad para gritar al mundo la capacidad interpretativa que tiene. Esos primeros planos mientras observa a los guitarristas son fantásticos. Bravo también por Rebecca Hall.

Guión
Cuando Woody Allen reconoció que Vicky Cristina Barcelona era una obra menor, hizo un acto de sinceridad. El guión es, en líneas generales, bastante flojo. Pero lejos de culpar al gran Woody Allen, me da por pensar -no sé por qué- que las condiciones de la productora no le han dejado demasiado movimiento. Tanto rodeo por la ciudad, tanto protagonismo de Barcelona, acaba por atenazar la creatividad de cualquier guionista.

Cuando Allen rodó Match Point en Londres, ¿no nos hicimos una clara idea de lo que era la capital inglesa sin necesidad de que aparecieran todos los monumentos habidos y por haber? Basta con las vistas del piso de los protagonistas con vistas al Támesis para que uno quede prendado de Londres. Otro ejemplo podría ser la película Manhattan, que desprende la esencia de Nueva York de principio a fin sin necesidad de hacer explícito en todo momento que están hablando de Manhattan.

Woody Allen
Me niego a pensar, después del fiasco de El sueño de Casandra, que Vicky Cristina Barcelona supone el declive de un maestro. Si la película tiene momentos soporíferos sigo echándole la culpa a la productora (o, en general, a los que ponían el dinero). Quiero pensar que la genialidad de Woody Allen está en esas situaciones absurdas entre María Elena (Penélope Cruz) y Juan Antonio (Javier Bardem). Y, como decía antes, que el hombre ha hecho lo que ha podido.

La conclusión es que la película me ha dejado un sabor agridulce. No me ha convencido el guión, pero me he reconciliado con Penélope Cruz. Algo es algo.

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