
Carme Sansa y Julia Möller son Aloma: Möller representa a la chica joven y enamoradiza, que no puede resistirse a los encantos de Roberto (Carlos Gramaje), el cuñado de su hermano (Josep Julien). Es el año 1935 y la situación económica que vive la familia de Aloma es tan pobre, que a duras penas pueden seguir adelante. Roberto sabe que en cualquier momento tendrá que regresar a Argentina, pero le cuesta renunciar a Aloma. Carme Sansa representa a la Aloma mayor, una mujer marcada por la soledad que echa la vista atrás para reflexionar sobre su vida.
La obra -que tiene una duración de 1h 50 minutos- es una perfecta combinación de un buen texto -adaptado por Lluís Arcarazo- y una irresistible selección de canciones, que han ido a cargo de Alfonso de Vilallonga (que ya hizo las bandas sonoras de películas como Princesas, de Fernando León). Como dijo en la presentación Joan Lluís Bozzo -director de la obra- "se trata de un musical diferente, íntimo". Efectivamente, la música invita a dejarse llevar por el dramatismo de la obra y la esencia de Mercè Rodoreda.
Aunque Lluís Arcarazo se ha tomado ciertas licencias respecto a la novela, hay que aplaudir que haya sabido respetar, precisamente, el alma del texto. Cualquiera que conozca medianamente la obra de Mercè Rodoreda se dará cuenta enseguida -haya leído o no Alom
a- que su esencia está en cada palabra que se oye y en cada detalle que se percibe sobre el escenario.

Las representaciones son impecables: resulta casi prodigioso que, habiendo actores con una trayectoria tan diferente en cuanto a veteranía (algunos se estrenan en esta obra, como los pequeños Maria Codony, Henry Lardner y Pol Orrit), ningún actor sobresalga por encima de otro. El equilibrio es perfecto.
Si a todo esto le añadimos una buena puesta en escena, iluminación y efectos visuales, tenemos la combinación idonia para poder afirmar que Aloma será un éxito. El estreno, al menos, lo ha sido.
*Fotografías de David Ruano (Premsa TNC)
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