domingo, 27 de julio de 2008

Exprimiendo la Expo de Zaragoza 2008

Muchas expectativas, sobrada curiosidad, por saber cómo iba a ser la Expo de Zaragoza. Esta semana, por fin, he podido asistir a este certamen universal. Como cualquier gran evento, la ciudad anfitriona se transforma, experimenta una metamorfosis absoluta para recibir a la comunidad internacional. Centros comerciales, más medios de transporte urbano -Zaragoza ha estrenado el Bizi-, hoteles de nueva construcción, reurbanización de muchas de las zonas próximas al recinto ferial y mejoras en las infraestructuras. Como es sabido, a la ciudad que le cae una Expo, unos Juegos Olímpicos o alguna gran cita, en realidad le cae el gordo. Zaragoza, efectivamente, se ha vestido de gala para albergar esta edición de la Exposición Universal.


Antes de entrar
Todos los visitantes deben saber varias cosas. Para empezar, que sepan que la ciudad clausurará la Expo el 14 de septiembre. Todavía están a tiempo los que deseen visitarla. Eso sí, la ocupación hotelera está rozando el completo y las habitaciones disponibles tienen fijado un precio muy alto. Por ejemplo, en un hotel de dos estrellas se piden casi 200 euros por una habitación doble o individual. Claro que eso ocurre en todas las ciudades cuando tienen un evento de estas características.

Las taquillas abren a las 9:15h y los pabellones a las 10:00h. La entrada para un adulto cuesta 35 euros y para los menores de 25 años, 26,30 euros. Es importante que los visitantes vayan con bastante tiempo de antelación, ya que es fundamental sacar algunas entradas para los pabellones y espectáculos dentro del recinto. Por ejemplo, para entrar al pabellón de España, es necesario sacar una entrada (no hay que pagar más, pero ante la enorme demanda, se organizan las visitas por hora). Quien no haya sacado su entrada, no podrá acceder a este pabellón. Para que vayáis avisados: nada más abrir el recinto, puede que ya haya que esperar más de una hora para sacar esa entrada. ¡Hay que ser rápidos!


Lo mismo ocurre con la modalidad "Acceso rápido" (Fast pass). Unas máquinas expendedoras dan un tique (tampoco hay que pagar suplementos), que permiten entrar sin hacer colas para determinados pabellones o espectáculos. Pero no pueden sacarse dos fast pass por persona en el mismo momento. Cuando se haya utilizado uno, se podrá volver a las máquinas para obtener otro. Es recomendable sacar ese acceso rápido para los espectáculos, como El hombre vertiente. Los fast pass son limitados, sólo hay un número determinado por día.

Es interesante que sepáis también que la consigna cuesta 5 euros todo el día (2 bolsas por persona). Al lado tenéis la oficina donde os ponen la pulsera que os permite entrar y salir del recinto las veces que queráis. Lo mejor es que os la pongáis nada más entrar, para evitar posteriores colas. Una vez se hayan sacado las entradas y los accesos rápidos, es el momento para disfrutar de los pabellones.

Los pabellones
Los pabellones deben ser el punto donde cada país exponga su riqueza cultural. Es una excelente oportunidad para que los visitantes conozcan la diversidad turística que cada país puede ofrecer. No se entiende, por lo tanto, que algunos pabellones sean tan pobres. Por ejemplo, los de Indonesia, Lituania o el de la región de Murcia -entre otros muchos-, son simples habitáculos donde se pone una fuente de agua y cuatro fotos. Y con esto, ya han unido el tema principal de la Expo y su patrimonio. Por ejemplo, si vais a un restaurante indonesio de cualquier ciudad, veréis una decoración más cuidada que lo que os podéis encontrar en la Expo. El pabellón de Cataluña: una colección de botellas de agua al entrar y unas cuantas fotografías de los ríos y riachuelos que tiene esta comunidad. ¿Es esto digno de una Expo? ¿Es suficiente con que el pabellón de la Comunidad Valenciana ponga una ventana que dé a una pantalla con la grabación de una playa y al lado algunas fuentes? ¿Es que no hay nada más en Valencia? ¿Y la Ciudad de las Artes y de las Ciencias? ¿De verdad en Indonesia no hay más que cuatro figuras típicas que adornen?


Con todo esto, me refiero a que muchos pabellones se han limitado a dar cuatro señas de sus países y poner alguna fuente de agua para unir ambas temáticas. Si veis un pabellón que no tiene cola para entrar, ya os podéis imaginar lo que os vais a encontrar dentro. Claro que de esto no tiene culpa la organización de la Expo, sino los particulares de cada pabellón. Que conste.


Pero hay otros que brillan por su esfuerzo y originalidad. Personalmente disfruté mucho con los de Argelia (con un vídeo de realidad virtual) o Kuwait (con una simulación que te lleva por toda la diversidad del país). Aunque no entré, muchos visitantes comentaban lo espectacular del pabellón de Alemania, Japón o Francia. Como os podéis imaginar, no es suficiente con un día para ver todo lo que ofrece la Expo. Para entrar a Kuwait, por ejemplo, hay que hacer una cola de dos horas.

Los espectáculos
Sin duda, lo mejor. La Expo ofrece una amplia oferta de espectáculos para todos los gustos: números musicales de diferentes procedencias, una cabalgata del Circo du Soleil, conciertos de diferentes grupos de primera línea y un largo etcétera. Puedo recomendar el de El hombre vertiente, que nos muestra de una forma original lo mal que estamos gestionando un recurso limitado como es el agua. Otro espectáculo -el mejor- es el que se celebra en el Ebro mismo y que corre a cargo del Grupo Focus: Iceberg, sinfonía poético visual. Si vuestra piel no se pone de gallina después de ver este espectáculo es que, quizá, no sois humanos. Realmente impresionante. Ojalá algún día editen un DVD con los espectáculos de la Expo. Yo me lo compraría.

Hay muchos más espectáculos, pero son necesarios unos tres días para poder disfrutar de la Expo a fondo. Aunque algunos pabellones sean decepcionantes y a pesar de que el calor es abrasador (me pregunto si con los millones que se han invertido en este evento, no se podría haber gastado un poco más en parasoles), la verdad es que ir a la Expo de Zaragoza vale la pena.



Es fantástico ver la alegría con que los maños acogen esta celebración en su ciudad -por cierto que las azafatas del Pabellón de España, dicho sea de paso, son bastante antipáticas- y cómo la ciudad ha quemado sus cartuchos para hacer de Zaragoza una gran ciudad. Ya que vais a la Expo, podréis ver el Pilar o La Seo como nunca la habréis visto, podréis pasear al lado del Ebro o, simplemente, sentaros en las gradas para ver cómo el agua circula debajo del puente romano... Y, ya que estáis, no dejéis de iros de tapas por la zona de "El Tubo", preguntad por ello. ¿De verdad no vais a sacar unos días -al menos uno- para haceros partícipe de lo que Zaragoza ha montado para todos?




Manel Haro (texto y fotos).

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